A diferencia de lo que ocurrió en el año
2001 y en el período comprendido entre octubre de 2002 y mayo de 2003 —momentos
en los que se produjo una explosión social a causa de la pobreza y la falta de
soluciones desde el gobierno central—, los Clubes del Trueque evitaron
una especie de "guerra civil" y hoy renacen de sus cenizas.
He sido testigo especial de esto por ser parte del sistema de
intercambio (1)
TEI (2) en reuniones realizadas en el club Villa Vercelli de Bernal Oeste, donde
he podido presenciar el enorme interés despertado en los asistentes respecto a
la vuelta del trueque —por llamarlo de alguna manera— y su crecimiento numérico
en la concurrencia. Estas reuniones se replican en diversos lugares del país.
Cuando se asocia la pobreza con el fenómeno del trueque —ver
diario La Nación del 7 de julio de 2008, nota de Oliver Galak—, se están
obviando otras causas: la pertenencia de un sector de clase media devastada por
políticas neoliberales de exclusión o los sectores que aspiran a insertarse
nuevamente en esferas económicas de consumo y producción, aquéllos a quienes Alvin Tofler, en su libro
La Tercera Ola, denomina «prosumidores».
Asimismo, para fundamentar que el intercambio no
se da solamente en la pobreza, es dable mencionar que el reconocido gurú empresarial
Lee Iacocca —quien fue presidente de Chrysler—, ha lanzado una página de
Internet de comercio electrónico de maquinaria denominada The On Line Asset Exchange
(http://www.onlineassetexchange.com)
en treinta y tres países, incluido el nuestro, donde las operaciones que realiza
esta empresa son casi exclusivas de intercambio. Además, tenemos la conocida
experiencia mundial entre naciones, las que se complementan con sus productos
industriales y primarios.
La diferencia entre el sector del trueque y otros excluidos
—como ciertos grupos piqueteros— es su
afán de superación mediante el trabajo, no esperando solamente que el asistencialismo les de
las soluciones contraprestatarias de su voto comprometido.
Ahora bien, ¿es necesario tener una herramienta de esa
naturaleza, nosotros que no tuvimos una catástrofe —natural o inducida—,
terremotos, tsunamis o un bombardeo nuclear, aunque sí hemos sufrido los
resultados de un tembladeral financiero, que generaron los mismos efectos
destructivos en lo económico y familiar?
El antídoto, o mejor dicho el anticuerpo de los clubes de
intercambio utilizados, dio tan buenos resultados que seguramente molestó a
poderes que se vieron perjudicados en sus intereses —dicen que el barón Rotschild
aseguró alguna vez: "déjenme emitir dinero y no me importará quién haga
las leyes"—. Veamos el caso del Patacón y otras cuasi-monedas locales, ¿cuáles fueron
acaso las
directivas del FMI referidas a su continuidad?
Hoy, a 10 años de su creación, se produce un retorno a esa
experiencia, a causa de las incertidumbres inflacionarias, los conflictos entre
el “campo” con el gobierno, la crisis financiera en Estados Unidos, la
aprobación por parte del Congreso de Estados Unidos de un multimillonario
paquete de rescate para el sector inmobiliario —sector en el que el año último
se gestó la crisis financiera que primero golpeó a ese país y luego se extendió
al resto del mundo y que varios analistas catalogaron como la más grave desde el
crack bursátil de 1929—, la emisión ya incontrolable de dólares —baste ver su
relación de paridad con el Euro—, la desaceleración de la economía, la deflación y
tantos otros coadyudantes disparadores.
Ahora bien, tomamos en cuenta los motivos generadores pero no
analizamos las razones de su permanencia, tal como afirma Rubén Ravera, uno de
los tres fundadores históricos del célebre Club del Trueque: "Vamos generando ligazones con una visión de integración y asociativismo que va desarrollando un nuevo mercado que a su vez ofrece
oportunidades a todos los habitantes; un mercado semipermeable que tiene pautas
éticas en cuanto a su construcción y que usa leyes tan simples como la oferta y
la demanda".
En esta sencilla frase tenemos la respuesta a nuestra
pregunta. Se trata evidentemente de algo más que el resultado de la pobreza o
del descenso en la escala social, sobre todo en las clases medias, a las que,
entre otras cosas, les han cercenado el futuro. ¿No será tal vez que este núcleo,
con todas las falencias que sus genes le produce —su individualismo, su falta de
participación política y social— habrá comenzado a darse cuenta de que la solución
es “exclusivamente nuestra”? ¿Será que todo se conjuga, que el Congreso Nacional
empieza a ser “utilizado” y despierta de su largo letargo para tomar decisiones
que le son propias?
Por propia experiencia y fundamentado en otras pequeñas
empresas, comerciales e industriales, veo que el panorama no es muy alentador.
De todos los consultados en reuniones entre personas que están en actividad —no
ya de las innumerables que sufrieran su desplome y desaparición en la década
anterior— casi todos me respondieron que piensan que la situación se
complicará, por lo que deberíamos pensar de qué forma agregamos a estas
reacciones de conjunto nuestro aporte comprometido para la supervivencia, o
mejor dicho, qué respuesta ofrecemos para esta supervivencia comprometida
Tenemos la obligación de participar y crear los ámbitos. Uno
de éstos son estos clubes, asociaciones de fomento, clubes de jubilados, donde
no sólo se puede practicar el intercambio, sino también la filosofía que se
emplea en estas reuniones. Sobre esto, nos dice Horacio Covas, otro de sus
fundadores: "Nosotros estamos comprometidos con visiones como la de Gandhi, con
conceptos no violentos, pero de plena participación y compromiso con el hecho
popular. La ecología está más comprometida con la
biología que con la economía, porque si analizás sus componentes verás que
funciona como un ecosistema: tanto la flora, como la fauna y la gente, en una
región conforman un todo. El rescate de sus raíces y la protección de lo
ambiental forman parte de esta lógica. Otra de las influencias que tuvimos fue
la del ensayista Alvin Tofler que en su planteo inicial sobre el rol del hombre
del futuro, él lo definió como prosumidor y nosotros nos encargamos de
materializarlo y de evolucionar hacia un prosumidor urbano, alguien que
alejado de los medios productivos de la tierra pudiese realizar actividades autogestivas. También Silvio Gessell nos inspiró con su visión económica,
manifestada su libro La Economía Natural, donde plantea la oxidación de la
moneda como un hecho insoslayable para desarrollar un ambiente de producción y
consumo saludable, y una recreación sana de toda la sociedad. Gessell
cuestionaba la acumulación de dinero en los bancos y propone que el dinero
circule entre la gente como un instrumento para el desarrollo de la actividad
humana."
Luis Carlos Schweitzer nos dice en su libro Año 2002 que "un
año especialmente marcado para la Argentina por las predicciones de Benjamín Solari Parravicini, en el cual aparecería un
Hombre Gris que proporcionará el
gran cambio que el país está reclamando. ¿Cómo saber quién es el "Hombre Gris"?
¿Cuáles son las claves según estas predicciones para individualizarlo? ¿Qué
requisitos deben conjugarse? ¿Cómo se interpreta el simbolismo? Todas estas
preguntas se las hizo primero el autor cuando se encontró ante la posibilidad de
confrontar las cualidades de un ciudadano, que tenía un proyecto para
reconvertir el país, con los requisitos que figuran en las predicciones. Todo
esto justo al empezar el año 2002. El autor se consideró que si el ciudadano del
proyecto era el indicado, haciendo otros estudios de investigaciones, deberían
dar todos ellos resultados positivos. Se aboca a la tarea obteniendo puntuales y
sorprendentes conclusiones. Este libro detalla todas las investigaciones
realizadas, siendo apasionante acompañar el trabajo efectuado por profesionales
y las resoluciones finales desde diferentes ópticas y posiciones. El "Hombre
Gris" está entre nosotros. Está en nosotros que llegue al destino profetizado.
Si desde el gobierno no se muestran las soluciones, pese a la
reiterada y abultada cifra de reserva en dólares existente en el Banco Central,
propongo motorizarlas desde nuestras bases, planteando objetivos genéricos
universales de bien comunitario de las personas “honestas”, algo poco común en
nuestras autoridades, dejando de lado las banderías políticas partidarias que
nos proponen desde el poder, haciéndonos creer que la izquierda es la funesta o
viceversa, cuando en realidad lo funesto es la falta de unión y de esperanzas.
Lo de izquierda y derecha es un absoluto invento de los mismos centros de poder,
que nos quieren colocar en bandos antagónicos, cuando el verdadero antagonismo
se encuentra en ellos.
En Nadie Vio Matrix, el periodista Walter Graziano hace estas preguntas:
¿Cuál es la auténtica "bomba de tiempo" económica que se está gestando en los
Estados Unidos? ¿Cómo terminará la globalización? ¿Qué mecanismos semi-secretos
se utilizan para que Wall Street no se derrumbe de nuevo? ¿Durarán? ¿Cuánto
tiempo? ¿Cuál será la fuente de energía que reemplazará al petróleo y al gas
natural? ¿Qué "lobby" ya está preparando el oligopolio petrolero internacional?
¿Qué ocurrirá con el "real poder" cuando los cambios se produzcan? ¿Cuál es el
destino del dólar? ¿Qué organizaciones y sociedades secretas están detrás de los
reales acontecimientos? ¿Cuál es su real poder? ¿Quiénes las conforman?
Estas y tantas otras preguntas son las que nos hacemos
diariamente. Solamente en nosotros y en nuestra actitud frente a las habituales
vejaciones a las que nos someten encontraremos —y llevaremos a cabo— sus
respuestas.
Walter Gazza
(1) Ver https://periodicotribuna.com.ar/articulo.asp?Articulo=1891
(2) Ver www.tarjetatei.com.ar