Para cerrar de una vez por todas y para
siempre la discusión y con el doble discurso hay que tratar de evaluar por qué
aquellos que defienden la dictadura quieren mano dura para con los
delincuentes “comunes”.
Cuando un asesino, ladrón, o violador comete su fechoría,
cualquier ciudadano lo quiere tras las rejas, pero gente, la gente “bien” lo
hace más complejo, y desde vericuetos legales y constitucionales pide
cumplimiento de la ley y penas aún más duras.
Bien. Ahora, esta misma gente suele no ver de la misma forma
los crímenes y asesinatos cometidos por aquellos que violaron los Derechos
elementales, en el período 1976-1983. Ellos lo hacían por la patria.
Cometieron atrocidades, por un bien “mayor”, ya tratado por
quién escribe y autores que conocen mucho más el tema: la venta de la Patria,
dándole un empujoncito al capitalismo global en la Argentina.
Pero claro, quien lo hace por estar volado por un paco, por
tener hambre, o por ser un simple degenerado, no tiene los mismos derechos. Los
degenerados que violaban prisioneras detenidas-desaparecidas, lo hacían cantando
el Himno Nacional, eso es otra cosa.
Bien por ellos, porque fue una guerra, y este es el “primer
país en el mundo que ostenta el privilegio de juzgar a sus soldados
victoriosos”. ¿La guerra contra quién? Que yo sepa, quienes están siendo
juzgados se rindieron a los ingleses durante su campaña contra una guerrilla, un
pueblo, organizaciones políticas y sociales diezmadas por el miedo, mientras que
aquellos que pelearon, luchan por ser todavía reconocidos.
Que ironía. Los Convenios de Ginebra (1949) dan pautas para
reconocer a un combatiente, y si este está herido y no está luchando, tiene
derechos.
Derechos que nunca fueron respetados para sus compatriotas
“marxistas y leninistas”, mientras que sí para el “pirata inglés” al que
gustosamente se arrodillaron muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras por
esta patria podrida, llena de subversivos en todas partes y desagradecida
para con ellos, los patriotas torturadores.
Daniel Blinder