Julio Cobos y Mauricio Macri ocuparon en
los últimos días el atril opositor, con sendos proyectos que exceden la
situación política de ambos, como vicepresidente y jefe de gobierno porteño,
respectivamente.
Cobos, con matices, piensa que la Concertación Plural,
tal como la imaginó en la campaña electoral de 2007 acompañando a Cristina
Fernández, dejó de existir. En otras palabras, que el grupo de dirigentes
radicales que lo acompañan puedan tener un mayor protagonismo en las decisiones
del Poder Ejecutivo, con este presente, cree que es una ilusión.
A la ya pública relación con la presidenta, se sumaron en las
últimas horas dos hechos que reflejaron que ése vínculo no tiene retorno, salvo
un milagro político. Fernández de Kirchner decidió enviar a José Pampuro en su
representación a la asunción del presidente de la República Dominicana, cuando
ese lugar habitualmente es ocupado por el vicepresidente. El otro motivo es el
acto por el Día de la Fuerza Aérea de hoy, al que Cobos —dicen cerca del
mendocino— iba a ser invitado, pero una "sugerencia" de la Casa Rosada provocó
que la invitación nunca llegara a manos del titular del Senado.
"La Concertación está muerta", se escuchó decir casi con
la fuerza de un susurro a un radical K, que está en la disyuntiva de regresar a
la UCR o bien quedarse trabajando junto a Cobos, en una apuesta al futuro.
Precisamente, la construcción política de Cobos está
decidida, aunque no a partir de una convocatoria sino de la aceptación de
adhesiones. Esto es, Cobos seguirá recorriendo el país y reuniéndose con todo
grupo político, económico y social que así lo requiera. Pero no intentará
sumarlos a un espacio político sino que mas bien, respaldará la iniciativa
política de los otros.
La mesa chica del cobismo estará integrada por el intendente
de Godoy Cruz y "jefe de gabinete en las sombras" del vicepresidente, Alfredo
Cornejo; el marplatense Daniel Katz; el neuquino Horacio "Pechi" Quiroga; así
como algunos intendentes bonaerenses como Mario Meoni (Junín).
Mientras, seguirá con su recorrida, y el viernes volverá a
estar junto al campo, cuando asista a la exposición rural de Junín.
El entorno de Mauricio Macri, al igual que el de Cobos,
también vislumbra un horizonte político promisorio. Macri está decidido a luchar
por la presidencia en el 2011, sobretodo porque piensa que ese año marcará "el
fin de los Kirchner", y que en el 2009 "el resultado adverso del oficialismo
hará que el PJ determine el fin de la conducción del Kirchner" en el Partido
Justicialista.
Para un macrista de la "primera hora", el objetivo de 2009
"es que la República vuelva a existir". Desde ya, sin el kirchnerismo.
"Todo lo que hace Mauricio es presidencial", deslizó otro
hombre, esta vez del círculo áulico del jefe de gobierno porteño, quien
describió que Macri cuenta con un 45 por ciento de imagen positiva, pero "mas
importante aún, sólo un 17 por ciento" de imagen negativa, en baja.
Los mentores del desembarco del macrismo en los principales
distritos del país —Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Tucumán— consideran que la
principal fuente de dirigentes provendrá del peronismo que reniega de la
conducción kirchnerista.
No obstante, dejan en claro que "la vieja dirigencia" se debe
dar cuenta que hay una renovación y "que la sociedad no quiere volver atrás".
Dentro de esa etiqueta demodé mencionan a Eduardo Duhalde, José Manuel de
la Sota, Ramón Puerta y Adolfo Rodríguez Saá, entre otros.
En ese esquema, estiman que en la provincia de Buenos Aires,
principal bastión peronista y distrito inalcanzable para otras fuerzas, el
puente con el PJ sería Francisco de Narvaez, actualmente, socio del macrismo. De
todas formas, contactos como los que Macri tuvo con Felipe Solá en las últimas
horas, le acercan también a otros actores.
Si el actual fuera el año 2010, y no faltara tanto para las
elecciones presidenciales, el macrismo tendría decidido un esquema "Macri
presidente-Gabriela Michetti jefe de gobierno porteño". Pero falta demasiado
para un país como la Argentina.
Walter Schmidt