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DE MARGARITAS Y VEREDAS

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INCÓGNITAS "CEGETISTAS" DE CARA A FUTURO
INCÓGNITAS "CEGETISTAS" DE CARA A FUTURO

    La última reunión de la CGT y el Gobierno tuvo para los sindicalistas un sabor indudablemente amargo, diferente al de anteriores cónclaves.
    Sucede que la central gremial, después de sus innumerables gestos que reafirmaron su alianza con la administración Kirchner esta vez se fue de la Casa Rosada sólo con la promesa de que sus demandas serán analizadas.
    Tras la reunión de la cúpula cegetista con el jefe de Gabinete, Sergio Massa, nadie pateó el tablero, al menos públicamente, pero fue innegable que los gremialistas se retiraron mascullando por la falta de respuestas concretas e inmediatas.
    Aumento de las asignaciones familiares, asistencia a las obras sociales y elevación del límite salarial para la aplicación del Impuesto a las Ganancias son los puntos centrales de la agenda de la entidad comandada por el camionero Hugo Moyano, a la que se le sumó en el encuentro un pedido de incremento para los jubilados.
    Nadie puede negar que, sumado a la pérdida de universalidad impuesta años atrás (una importante porción de empleados está excluida de ese beneficio), las asignaciones familiares padecen un retraso que es necesario corregir.
    En cuanto a las obras sociales, los sindicatos argumentan que están desfinanciadas y siguen enarbolado un añejo reclamo, que es el de los fondos que se les asignan para prestaciones de alta complejidad.
    El Impuesto a las Ganancias, en tanto, se ha establecido en los últimos tiempos como un incontenible ‘packman’ que devora parte del salario de numerosos trabajadores y hasta hace desaparecer al menos un segmento de las mejoras pactadas en paritarias.
    Por ello, también aquí, por el bien de los bolsillos y, en definitiva, de la economía, es importante que el monto que se evapora por ese tributo quede en manos de los asalariados, que seguramente lo destinarán a gastos que beneficiarán la rueda del consumo y la producción.
    Pero la cuestión sobre la que hay más tela para cortar es la posible reapertura de las paritarias. Es indubitable que la cifra de alrededor del 20 por ciento que impusieron Moyano y el Gobierno como guía para los acuerdos salariales ya quedó pulverizada por la inflación real.
    Y eso que aún hay muchas actividades en las que se está dando cumplimiento a los acuerdos, ya que hubo aumentos que se establecieron en cuotas.
    Aunque con sordina, el tema ya se está conversando e incluso se escuchó alguna voz oficial que trató de desactivar cualquier intento en ese sentido. Pero como la única verdad es la realidad...
    El año pasado, como se recordará, en muchas actividades se otorgó una suma fija compensatoria para recuperar el poder adquisitivo de los haberes, que también había sido podado por el aumento de los precios. Los valores fueron dispares, según la realidad de cada rubro.
    Como la cuestión está en una etapa de aprontes, todavía es temprano para saber si habrá una reapertura de las paritarias o si se podría apelar al remedio de emergencia aplicado en el ciclo anterior.
    Otra incógnita que ha surgido ahora, a la luz de estas situaciones, y que deberá despejarse con el correr del tiempo, aunque en un plazo mediato, es la futura actitud de la CGT.
    Los dirigentes ya están emitiendo señales de alerta y, obviamente, de las respuestas que brinde la administración dependerá su accionar futuro.
    Lo cierto es que, si se demoran esas respuestas o no se cumple con las demandas, la central sindical entrará en un laberinto, ya que se jugó con todo por el Gobierno, e incluso satisfizo el deseo oficial de una reunificación gremial (aunque sea a medias, ya que Luis Barrionuevo armó su propia CGT).
    También, ya se ha dicho, cumplió con la misión de acotar los aumentos salariales para supuestamente evitar una carrera inflacionaria, que igualmente se desató. Y además, como se ha visto, ha habido una contención de los conflictos, salvo en algunos casos específicos.
    Ahora, mientras se dedican a deshojar la margarita esperando la contestación gubernamental, los dirigentes de la CGT vuelven a escuchar, aunque todavía como un lejano murmullo, el vozarrón de Moyano diciendo, hace apenas unos meses, aquello de la "vereda de enfrente".

 

Luis Tarullo

 

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