Fracaso total ayer de Ricardo Jaime: nadie
del kirchnerismo, en Diputados, aceptó convalidarle el acuerdo que había firmado
con los españoles de Marsans. Fue el golpe de gracia a un proyecto de
reestatización de Aerolíneas Argentinas que el propio kirchnerismo no
entiende. La embestida contra la Casa Rosada llegó esta vez, en el Congreso,
desde Santa Fe. Los diputados de esa provincia apremiaron a su colega Agustín
Rossi con la disyuntiva: se elimina el acuerdo de Jaime o la ley jamás será
aprobada. Un cachetazo al gobierno y a la filosofía kirchnerista, más duro que
la 125: antes le pedían negociar, ahora no lo dejan siquiera. Hubo que
comunicarle a Julio De Vido la frustración de su protegido Jaime; también se
notificó España: hundimiento de una paz provisoria entre Cristina y Rodríguez
Zapatero. Esta nueva imposición se suma a la promesa de reprivatización futura
anunciada por la mandataria para AA. No es lo único. Bombardean el tema desde
todos los flancos y los sindicatos amenazan con huelgas: no parece que les será
fácil quedarse con la compañía junto a su aliado Jaime. Golpeado el gobierno,
todavía no sabía anoche si se podrá votar mañana la estatización. Para esto
también habrá barullo.
No en bloque
Ninguna de las modificaciones que el kirchnerismo había
aceptado hasta ayer sobre el proyecto de reestatización de Aerolíneas
Argentinas y Austral bastó para convencer al propio bloque
oficialista. Dicho bloque tuvo que apelar a eliminar del proyecto que envió el
gobierno la ratificación del acta-acuerdo que firmaron Ricardo Jaime y el Grupo
Marsans para la transferencia de las acciones.
En su lugar, los diputados kirchneristas decidieron redactar
un borrador de dictamen donde se instruye al Poder Ejecutivo para llevar
adelante el proceso de estatización de la empresa, pero sin siquiera aprobar
los fondos para comprarla o pagar la deuda, que los diputados de todos los
partidos se niegan a convalidar. En su lugar, el nuevo proyecto establece
que el Tribunal de Tasaciones fijará un precio para Aerolíneas Argentinas
y Austral que luego el Congreso deberá convalidar mediante otra ley junto
con el procedimiento de transferencia de las acciones.
Recelo
La rebelión dentro del propio kirchnerismo comenzó hace unos
días. Un grupo fuerte de diputados se negaba a convalidar el acuerdo firmado
entre Jaime y Marsans, en parte porque no comprendían por qué el mensaje y el
proyecto de ley no decían lo mismo que el acta firmada con los españoles. Es
claro que ésa fue sólo la cuestión formal. Detrás estaba el recelo del propio
oficialismo a convalidar un acuerdo que toda la oposición rechaza y que cada día
sumaba más oposición.
Los kirchneristas del bloque que dirige Agustín Rossi tampoco
quisieron quedar atrapados en una mecánica que los llevó a jugar el peor papel
durante el debate de las retenciones móviles. En esa votación, Diputados aprobó
el proyecto que luego Julio Cobos condenó. Ningún oficialista quería repetir ese
escenario que le reportó un alto costo político en su provincia.
La reunión de bloque oficialista había sido convocada ayer
para unificar posiciones y tantear la estrategia para votar mañana en el recinto
la estatización de Aerolíneas Argentinas y Austral. Las malas
noticias, sin embargo, habían llegado más temprano: durante la reunión previa de
la mesa de conducción, Rossi pudo darse cuenta de que el proyecto no pasaría
ni siquiera por su bloque, aunque se le introdujeran algunas modificaciones que
ya se habían anticipado, como eliminar la cláusula que permitía al gobierno
proceder a una nueva privatización o modificar el esquema de valuación de la
empresa.
Por eso, Rossi partió inmediatamente a la Casa Rosada. Allí
les explicó a Jaime y a Carlos Zannini la necesidad de avanzar en más cambios.
Les explicó el esquema que el santafesino Carlos Agosto, presidente de la
Comisión de Presupuesto y Hacienda, le había acercado más temprano para
desactivar la bronca interna en el bloque. «Esto es lo mismo que ustedes
pidieron en el mensaje que acompaña al proyecto. Con esta ley van a poder
avanzar con la estatización», les dijo el presidente del bloque oficial. Ese
cambio involucraba sacar del proyecto el acta firmada por Jaime, eliminando así
todas las suspicacias y los cortocircuitos que había producido. Zannini, sin
consultar a Cristina de Kirchner, le dio la aprobación. Era la primera vez en
años que el oficialismo del Congreso avanzaba sobre la Casa Rosada sin dejar
demasiado espacio para una negociación, símbolo claro de los tiempos que corren
desde que el gobierno sufrió la derrota con la Resolución 125.
Con ese aval, Rossi volvió a la reunión de bloque que estaba
comenzando para explicar el nuevo proyecto: el acta de Jaime-Marsans quedaba
fuera del proyecto, es decir, ningún diputado pondría la firma para ratificar
ese acuerdo de traspaso de acciones; los aportes que el Estado hará se
utilizarán sólo para garantizar el funcionamiento de Aerolíneas Argentinas, pero
no para proceder a la compra de la empresa o la cancelación de su deuda; la
empresa no podrá volver a privatizarse sin previa autorización del Congreso y el
precio será fijado por el Tribunal de Tasaciones -es decir, sin intervención de
consultoras propuestas por ambas partes- y aprobado finalmente por el Senado y
Diputados.
Terminaba así una rebelión interna que habían alimentado
especialmente los diputados santafesinos, incluido Jorge Obeid, y en la que
también tuvo activa participación Felipe Solá.
A partir de ahora, el kirchnerismo deberá negociar con la
oposición, que tiene tres propuestas alternativas y que ayer se reunió con los
gremios aeronáuticos para intentar convencerlos de la imposibilidad de que el
Estado asuma los u$s 890 millones de deuda.
Hoy se reunirá el plenario de comisiones de Transportes y
Presupuesto para emitir el dictamen final, pero con los cambios que anoche
aceptó el oficialismo, la discusión con la oposición deberá comenzar de nuevo si
el gobierno quiere tener votado mañana el proyecto.
Rubén Rabanal
Ámbito Financiero