"Los Kirchner comenzaron a abrir la mano",
graficó un experimentado dirigente peronista de la provincia de Buenos Aires,
que nunca se terminó de encolumnar detrás del matrimonio presidencial.
La frase define una realidad mas amplia. La apertura que
reflejó el oficialismo en los últimos días, práctica inédita años atrás, cuando
la hegemonía kirchnerista estaba en el cenit: modificó artículos del proyecto
de reestatización de Aerolíneas, convocó a peronistas disidentes como
Carlos Reutemann, evitó confrontar con el campo pese a las asambleas y a las
advertencias lanzadas por los dirigentes agropecuarios. Y, por si fuera
poco, dio un gesto clave al Vaticano, haciendo desistir a Alberto Iribarne de
ocupar la embajada en el Vaticano.
Atrás parecen haber quedado aquellos estados públicos de
cólera, que ostentaba Kirchner. Obviamente, el esposo de la presidenta participa
de las decisiones de gobierno de Cristina Fernández. Nunca se fue. Sólo se alejó
de los micrófonos.
Prueba de ello es la reunión con Reutemann en la residencia
de Olivos, en la que Kirchner le llegó a prometer al santafesino una reunión con
la presidenta. Esa jugada, mas allá de la posibilidad que el "Lole" sea
candidato a senador en 2009 por el oficialismo, descomprime un posible espacio
dentro del PJ, conformado por Reutemann, Juan Schiaretti, Felipe Solá y Jorge
Busti.
De igual forma, el kirchnerismo intentará albergar a todo
dirigente peronista posible, para elegir en noviembre próximo en la conducción
del siempre "imprescindible" PJ bonaerense a Alberto Balestrini.
Los Kirchner ya no están en condiciones de armar y
desarmar listas a su antojo. Ahora deben consensuar y considerar a aquéllos
dirigentes que obviaron en las elecciones presidenciales de octubre pasado.
Es que la aceptación de la disidencia por parte del
matrimonio presidencial, en realidad es un espejo de su debilitamiento. El
gobierno de Cristina Fernández necesita de los peronistas que votaron en contra
de las retenciones y de los gobernadores que apoyaron al campo. De lo
contrario, mandatarios provinciales como Schiaretti (Córdoba) y Hermes Binner
(Santa Fe) nunca hubieran sido convocados a una reunión con la presidenta,
mañana, en Olivos.
Para que cierre la estrategia del cambio, desde el gobierno
sólo deberían anunciar un plan antiinflacionario y convocar a la oposición a una
reunión de convivencia. Parece demasiado.
Ocurre que del otro lado, tanto el macrismo, como el
radicalismo y la Coalición Cívica coinciden en alertar sobre el advenimiento de
una crisis económica. Cada uno de esos partidos también ha decretado, por
adelantado, la defunción del kirchnerismo en octubre de 2009, a partir de los
resultados de los comicios legislativos. Dicen, al respecto, que no será una
traspié para el peronismo sino para los Kirchner.
Sin embargo la puja no es sólo del oficialismo con la
oposición sino en el propio seno del gabinete nacional.
La verborrágica aparición del Jefe de Gabinete, Sergio Massa,
se apagó en los últimos días. Incluso, colisionó con otros ministros históricos
cuando sugirió, en privado, la necesidad de cambios, no sólo en el INDEC y
respecto a Guillermo Moreno, sino también en algunos Ministerios.
Los rumores de cambios de gabinete alcanzaron en las
últimas horas a la Secretaria de Ambiente, Romina Picolotti, a quien sindicaron
como próxima a dejar el gobierno nacional.
No obstante, Picolotti continuó durante la jornada con
sus actividades, mientras en los pasillos de la Casa Rosada adjudicaron las
versiones de su salida a "los pinguinos", sector que habitualmente encabezan el
ministro de Planificación, Julio de Vido, y el secretario de Legal y Técnica,
Carlos Zannini.
Walter Schmidt