Desesperanzados. Así se definen los
productores del campo emulando la palabra de la que hizo casi un culto Hugo
Guerrero Marthineitz, allá por los '80, cuando no encontraba explicación a la
inoperancia externa mientras las voces clamaban por la búsqueda de soluciones.
Aquel concepto, hoy por hoy, se queda a mitad de camino si el
intento pasa por comprender, aunque sea elípticamente, las razones que llevan a
que la dirigencia política no tome debida nota de los errores incurridos. O
los tergiverse, mezcle y se deslice directamente hacia la confusión, donde
parecen consolidarse las tragedias y las maldiciones.
Vamos por partes. Es algo así como una reedición de la
leyenda de Casandra, "quien enreda a los hombres", según la mitología griega.
Apolo la amaba pero, al no ser correspondido, la maldijo y aunque conservaría el
don de la profecía, Casandra previó la destrucción de Troya, la muerte de
Agamenón y su propia desgracia, pero fue incapaz de evitar estas tragedias. Tal
era la maldición de Apolo.
Cuenta la leyenda que aquella sacerdotisa seguiría teniendo
su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos...
En un intento por comparar el relato con la realidad actual y
sin considerar el género de la protagonista sino como sinónimo de "una
situación", podría decirse que, aunque las señales que llegan del Gobierno
apunten a la búsqueda sincera de soluciones, ya nadie cree en promesas o
presagios emanados de ese ámbito.
A diferencia de ese escenario, el que aparece hoy tiene mucho
de furia, bronca y frustración, sostenido por palabras incumplidas y
sentimientos encontrados que, lo que logran, es remover las brasas para mantener
los leños ardiendo. De hecho lo están. El país rural está agotando las últimas
reservas que le quedaban de paciencia y, sin ese don de los dioses a mano, las
expectativas dejan de ser favorables no sólo en lo inmediato sino también para
el mediano y largo plazo. Valga como ejemplo la vigencia del control de
mercados, restricciones burocráticas, promesas inclumplidas, anuncios que no
llegan a los hechos, exportaciones cerradas y, por si faltaba algo, el clima
abrió violentamente una casi real Caja de Pandora de donde escaparon los males
que faltaban para desanimar a los mejores productores de alimentos del mundo.
Si hasta China suspendió sus importaciones!, aunque los
principales demandantes de Argentina hayan argumentado otras razones, incluyendo
la realización de los Juegos Olímpicos... Los analistas del mercado agropecuario
local aseguran que "cuando alguien queda entre la espada y la pared, las
consecuencias son impredecibles y hasta el manso, puede convertirse en fiera",
más allá de algunas señales aisladas que el gobierno trata de mostrar como
positivas para el sector. Y lo son, pero llegan a destiempo y esto, también
hay que decirlo.
Otros afirman que el cóctel explosivo está preparado. Sólo
falta que lo tomen (los productores) y actúen en consecuencia. También subyace
otro temor: que ese cóctel se beba en Olavarría el sábado, donde la explosión
(literal) del país rural podría esparcir la bronca hacia las principales
actividades productivas del campo, arrastrando a la provisión de insumos y la
industria procesadora.
Gladys de la Nova