Aproximadamente un mes le llevó al Jefe de
Gabinete, Sergio Massa, llegar a una primera conclusión: el matrimonio Kirchner
no quiere incurrir en los cambios profundos que reclaman distintos sectores de
la sociedad.
"La idea era otra cuando me ofrecieron el cargo. Pero si no
hay cambios profundos me vuelvo a Tigre", se le escuchó decir a Massa, ante un
minúsculo grupo de colaboradores y funcionarios amigos.
Massa sabe, y por eso no lo oculta en privado, que ese doble
juego —ser uno de los funcionarios con mayor exposición del gobierno y al mismo
tiempo mostrar su renuncia— encierra un riesgo que lo excede: dejar
tambaleante a esta administración, si decide irse a poco tiempo de asumir.
Por lo pronto, ni el alejamiento de Guillermo Moreno, ni la
reformulación del INDEC, ni un recambio en algunos puestos del gabinete nacional
como Economía, la Secretaría de Ambiente o la Secretaría de Medios, pudieron ser
exhibidos por Massa. Lo que a primera vista demuestra que no detenta el poder
que tuviera Alberto Fernández, sino que éste fue recortado por decisión de la
presidenta y de su esposo.
Nadie arriesga en que la estrategia del joven ministro, de
que trascienda su malestar para forzar esos cambios, llegue a buen puerto. En
efecto, un funcionario de segunda línea, pero histórico en el kirchnerismo,
resumió: "Néstor y Cristina debieron saber cómo era Massa".
El propio antecesor de Massa, Alberto Fernández, criticó a su
reemplazante en algunas de las comidas que vienen manteniendo con dirigentes de
la Capital Federal, atribuyéndole cierto "vedetismo político".
Sin embargo, el ex jefe de gabinete tiene otro problema
mayor. Néstor Kirchner no le habla e incluso sugirió a Héctor Capaccioli, un "albertista"
de la primera hora, "despegarse" de su jefe.
El matrimonio presidencial, dicen, no digiere aún el
alejamiento crítico de su ex hombre de confianza, y mucho menos que en privado
sostenga que "ahora" la gente lo saluda y le reconoce haberse ido del gobierno
nacional. Otra vez, el doble juego de afirmar que quiere seguir en el
kirchnerismo y mostrarse satisfecho por haber renunciado en el momento oportuno.
Esa dualidad la ostenta, en otro terreno, la oposición. La
reunión que algunos dirigentes peronistas que se desempeñan en el macrismo
mantuvieron esta mañana con Eduardo Duhalde, disparó un secreto a voces.
Mauricio Macri quiere construir su candidatura presidencial, con la ayuda de
Duhalde para acercarle a dirigentes peronistas, pero sin una foto entre ambos.
Así lo entendieron algunos dirigentes como Diego Santilli, quien de inmediato se
bajó del encuentro porque aún "no es tiempo".
En la provincia, en tanto, el nexo seguirá siendo
Francisco de Narvaez, en función de aquellos peronistas que manifiestan su
discrepancia con la conducción del Pj nacional.
En el PRO sostienen que aún no es tiempo de mostrarse,
pero el armado para un acuerdo electoral entre duhaldismo y macrismo, de cara a
las elecciones legislativas de 2009, ha comenzado. Mas allá del doble juego.
Walter Schmidt