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PLACEBOS

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CRISTINA, MOYANO Y LAS MEDIDAS INSUFICIENTES
CRISTINA, MOYANO Y LAS MEDIDAS INSUFICIENTES

La inflación continúa en el cent

    La inflación continúa en el centro del escenario de la realidad económica y social del país y, como siempre, se ensaña principalmente con los ingresos.
    Como se sabe desde hace rato, los incesantes aumentos de precios, aun los que se dan a cuentagotas, han erosionado los sueldos y borrado de la faz de las economías personales las mejoras pactadas en paritarias en la primera mitad del año.
    Desde hace varias semanas, los dirigentes sindicales están empeñados en imponer una renegociación para volver a recuperar aunque sea parte de lo perdido.
    A esta altura, casi 20 por ciento de techo de aumento en los haberes impuesto por la Casa Rosada y el jefe de la CGT, Hugo Moyano, aunque en algunos casos haya sido perforado es una verdadera caricatura en comparación con la evolución que han tenido los valores de los productos de primera necesidad y de diversos servicios.
    Encima, se vienen nuevos ajustes y los gastos extras de fin de año están a la vista, con octubre prácticamente amaneciendo en el calendario.
    Sin embargo, pese a que varias organizaciones están conversando bajo cuerda para firmar nuevos acuerdos, parece seguir imperando la idea de buscar fórmulas para evitar a toda costa la reapertura de las negociaciones colectivas.
    En ese marco se inscriben algunos beneficios otorgados últimamente, que la CGT, y especialmente Moyano, enarbolaron como banderas de guerra. Así, fundamentalmente, se elevó el mínimo no imponible —para evitar la continuidad de la poda que produce el Impuesto a las Ganancias— y se anunció un aumento de las asignaciones familiares, con la ampliación sólo parcial del universo de asalariados que percibirán ese adicional.
    Ambas medidas son indudablemente insuficientes y entran en el lapidario terreno delimitado por el principio del "pan para hoy, hambre para mañana".
    Además, ya es hora de que se plantee una reforma tributaria a fondo y ciertos impuestos dejen de lacerar los sueldos.
    El IVA generalizado en un mismo porcentaje continúa siendo una carga que siempre termina soportando el último orejón del tarro, y Ganancias se sigue aplicando sobre el salario, que no es lo que debe entenderse conceptualmente como ganancia tradicional o clásica, más allá de que se pretenda argumentar lo contrario mostrando como ejemplo sueldos altos.
    El asalariado tiene su límite en propio ingreso, que es lo que se le paga por su trabajo, inclusive un mes después de haber efectuado la prestación.
    El salario no es un producto de lucro en sí mismo; en cambio otros sectores pueden equilibrar la incidencia de los impuestos aumentando sus productos, por ejemplificarlo sencillamente. Incremento que, por otra parte, también termina pagando el trabajador o quien lo consume, que así, además, ve depreciado más aún su ingreso.
    Por ello la discusión debe ser de fondo, para revocar esos criterios que se han establecido de una manera errónea —y por qué no intencionada— y parecen pervivir por los siglos de los siglos. La continuidad de estos principios es a la vez disparadora de otras distorsiones que hieren gravemente a la economía. Por ejemplo, la informalidad, tanto en la comercialización como en la faz laboral.
    Como se ve, el borrego en la economía local tiene varias madres, y la mayoría parecen perversas. Pero volviendo al principio, una de las peores es hoy la inflación.
    Tanto que la propia Presidenta de la Nación la mencionó con todas las letras en un reciente encuentro con los industriales que apoyan a la actual gestión, a los cuales prácticamente amonestó por reclamar un tipo de cambio más alto que el actual.
    Cristina Fernández de Kirchner defendió el actual nivel del dólar, que en las últimas jornadas, en medio del sismo económico mundial que tuvo epicentro en Estados Unidos, observó una apreciación respecto a los últimos meses. Y abogó por una discusión en torno a la inflación y los factores que la rodean, protagonizada por gobernantes, empresarios y trabajadores. No dejó pasar la oportunidad de pedir límites en las negociaciones salariales. Dijo que, como con el tipo de cambio, debe haber un "sentido responsable". Todos saben leer y escuchar.
    También hubo en ese encuentro una alusión que no habría que pasar por alto: señaló que "intimó" al ministro de Trabajo para que envíe al Congreso un proyecto de ley sobre accidentes laborales, materia pendiente en la cual los protagonistas parecen mirar para otro lado desde hace bastante tiempo, pero que es un grano para todos los involucrados en la cuestión.
Las palabras de la Presidenta, en definitiva, confirman de manera implícita la reticencia oficial a una reapertura generalizada de las paritarias, aunque es difícil pronosticar si podrá satisfacerse esa pretensión.
    Por ahora, la entente Gobierno-Moyano impulsa algunas medidas que son indudablemente necesarias, pero de antemano insuficientes. Son como placebos, esas sustancias que pueden tener algún efecto sólo si el enfermo está convencido de que poseen una acción curativa.
    Pero justamente no es el caso en esta ocasión, donde las medidas deberían tener un efecto terapéutico real y no meramente por convicción psicológica. Los billetes que entran trabajosamente en los bolsillos, aunque ahora sean un puñado más, seguirán saliendo enseguida con la velocidad de un tren bala. Y eso no se soluciona con artilugios de tiro corto, que en definitiva, está dicho, son sólo placebos.

 

Luis Tarullo

 

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