El miedo no es zonzo. Con el canje de
bonos pendientes de pago, la renovación de los préstamos garantizados y hasta
con la genialidad de conseguir dinero fresco para darle aire a la Caja, el
gobierno de Cristina Fernández acaba de asegurarse que, al menos durante el año
próximo, elecciones legislativas de por medio, la Argentina no caerá nuevamente
en default. En estos tiempos de vacas flacas políticas y económicas, la
compra de tiempo que se amasó durante más de un mes con el Banco Barclays
y que se anunció con bombos y platillos en Nueva York el lunes pasado, sedujo al
habitual costado práctico del kirchnerismo, aunque la cuestión les haya revuelto
las ideas a quienes los apoyan desde la izquierda o aún a los propios Néstor y
Cristina Kirchner, quienes deben haber sentido cierta amargura interior, ya que
el mercado les ha vuelto a torcer el brazo.
El "giro en U" del Gobierno, tal la gráfica descripción del
Financial Times, le ha sonado a esos sectores progresistas casi como una
ratificación propia del "noventismo", si se le suma a este último anuncio más
que esperado por los mercados, el pago al Club de París, el aumento de las
tarifas del gas y la ratificación de la propia Presidenta ante la UIA, de que no
habrá una mejora sustancial del tipo de cambio, para evitar presiones
inflacionarias.
Lo paradójico es que el Gobierno encara esta fuga hacia la
ortodoxia, justo cuando los Estados Unidos sorprenden con su giro
intervencionista, algo que tanta letra le dio durante estos días a Cristina,
que expresó con una mezcla de crítica y sorna. En este aspecto, la Presidenta
hasta se animó a decirle de modo muy jugado a la Administración Bush en su
propia casa (y a Europa también) que "los primeros que tienen que tener un Plan
'B' son ustedes. Porque el Plan 'A' nuestro está en funcionamiento, así que, me
parece que los que necesitan el Plan 'B' son ustedes", cuando en realidad toda
esta movida de recuperación de la confianza que encaró la Argentina, más allá de
que se jura que se siguen respetando los "pilares" del programa (superávits
fiscal, comercial y nivel de reservas) suena a un típico plan de alternativa,
destinado a apagar un eventual incendio. Pero como no todo está muy claro en
relación a la solidez exacta de los fundamentos de la economía, habrá que
clarificar muy bien los tantos, ya que la interpretación que hacen quienes no
comulgan con el plan económico del Gobierno desde posiciones acérrimas,
casualmente resulta igual a la que algunos kirchneristas cercanos al entorno le
han dicho en voz baja a aquellos que critican desde adentro, quizás para evitar
desgajamientos: "El Gobierno finge que se abraza a la ortodoxia y ha decidido
darle a los mercados algo de lo que estos querían, pero sólo para que se
entretengan".
Pese a todos estos fuegos artificiales, lo que se puede
inferir es que el matrimonio presidencial fue adelante con el plan que
formalizaron el Barclays junto al Deutsche y el Citi porque
no estaba dispuesto a pasar, antes del fin de su mandato, por otra zozobra tan
desestabilizante como le resultó la pelea perdida casi por knock-out
con el campo o como también amenaza serlo la cuestión inflacionaria. Hasta
el momento, este último aspecto sigue siendo el que el Gobierno defiende con
mayor vehemencia, tal como se ha visto en las apreciaciones que hizo el jueves
la Presidenta en el Hotel Waldorf Astoria, frente a los invitados
del Council of Americas. En ese discurso, Cristina señaló que la única
inflación es la que brinda el INDEC y que de ninguna manera su gobierno
distorsiona los valores del Índice de Precios y mucho menos que lo hace para
aplanar el CER y ahorrarse el pago que proviene del ajuste de los bonos.
La Presidenta hasta desafió a hacer una visita al organismo
"a los señores empresarios que tengan su equipo económico de asesores... para
que les expliquen exactamente los científicos cómo lo están haciendo", aunque es
público y notorio que las actuales autoridades se niegan a publicitar o a darle
a la prensa la metodología que utilizan, situación que tampoco pudieron
explicitarle al FMI, por lo que el organismo escribirá una nota bien crítica al
respecto, en su Informe Anual sobre los países.
No obstante, ya se ha visto, la resistencia que los
Kirchner a veces plantean como ideológica se doblega casi siempre cuando el agua
comienza a llegarles hasta el cuello y ésta ha sido una de las observaciones más
evidentes que dejó la crisis con el agro, junto con la pérdida de la
hegemonía del discurso. Por lo tanto, está claro que los mercados seguirán
apretando el torniquete hasta lograr también que el matrimonio entregue a
Guillermo Moreno y se clarifique la situación estadística, aunque se verá en
cuanto tiempo.
Precisamente, una parte del plan de canje de bonos y
refinanciación que tiene como objetivo básico y explícito "normalizar la
relación de la Argentina con el mundo" apunta también a terminar con una porción
de los títulos que ajustan por CER, derivados del Préstamo Garantizado que se ha
incluido en el paquete de la reestructuración. Pese a que aún no se ha dado a
conocer la "letra chica" de la operación, Agencia DyN ha podido
establecer, de parte de una fuente ligada a la negociación, los siguientes
aspectos de la misma: a) Bonos de los tenedores que no quisieron entrar al canje
de 2005: los bancos se comprometieron a que por cada 100 dólares en títulos que
logren canjear a un valor aproximado de 34 dólares, comprarán en efectivo un
nuevo bono emitido bajo legislación de Nueva York por U$S 25 por el que se les
reconocerá 12,5% anual, en dólares. Las tres entidades aseguran que hasta
ahora tienen en su poder mandato para canjear U$S 7.500 millones, pero que
llegarán a los 10 mil millones, por lo que el nuevo bono significará, al menos,
un ingreso "cash" para el Fisco de U$S 2.500 millones.
b) Préstamos Garantizados: el Tesoro canjeará estos títulos
que tienen cláusula CER, hoy en poder de las AFJP y de bancos, por bonos
Discount en dólares u otros en pesos ajustados por tasa Badlar, ambos
de vencimiento más largo. Aquí también los bancos oferentes suscribirán 30
dólares nuevos por cada 100 que se canjeen, por lo que habrá U$S 1.500 millones
más en efectivo, sobre vencimientos que están en el orden de los U$S 4.500
millones. Se calcula que para 2010, vencerán otros U$S 4 mil millones.
Toda esta ingeniería financiera permitirá que se pueda cerrar
de modo más o menos holgado el financiamiento del año próximo, período en el que
vencen algo más de 20 mil millones de dólares en títulos. Si de esta cifra se
deducen buena parte de los Préstamos Garantizados que se canjean por bonos a
mayor plazo (un total de U$S 4.500 millones) y el efectivo que ingresará por el
nuevo endeudamiento (U$S 4.000 millones como mínimo) quedará para financiar algo
más de la mitad, cifra que bien se podría equilibrar con nuevos préstamos del
BID o del Banco Mundial o aún saldar con el superávit fiscal presupuestado, si
éste no se reduce dramáticamente por la caída del precio de la soja, por
ejemplo.
Para aumentar la cantidad de títulos que podrían sumarse al
canje, la Argentina se hará presente esta misma semana en el juzgado
neoyorkino de Thomas Griesa, el juez que perdió la paciencia y apuró la
decisión del pago a los bonistas con sus amenazas de embargo. Allí, harán la
propuesta para lograr una aceptación general, ya que nadie se puede apartar por
su cuenta de lo que los Estados Unidos se llama una acción legal "de clase", es
decir cuando un grupo homogéneo avanza en conjunto con una demanda judicial.
¿Qué ganan los bancos intermediarios? En primer término, la comisión que dicen
que pagarán los bonistas y luego se sacan de encima los títulos defaulteados,
ya que podrán contabilizar en su cartera viva los nuevos bonos a su valor
técnico.
Pero además, como recibirán otros títulos y cupones del PBI
por una cifra que podría redondear los 45 dólares cada 100, obtendrían una
jugosa diferencia si, como se presume, compraron los bonos a precios de
liquidación. Sobre el mismo tema y enlazada con la crisis internacional que no
termina de definirse en el Congreso de los Estados Unidos, otra de las grandes
paradojas de la semana tuvo que ver con que el Gobierno ha dicho que "por
suerte" la crisis internacional no ha tomado a la Argentina endeudada, lo que
habría sido mucho peor. Esto de hacer de un defecto una virtud, ya que en
realidad no hay deuda porque nadie le prestaba a la Argentina, en todo caso
queda de lado con todo el operativo canje que termina con la llamada "política
de desendeudamiento", situación que ahora se revierte de modo bien explícito, ya
que con la refinanciación que se pondrá en marcha, si el Congreso aprueba
finalmente la operación, aumentará la deuda y otro de los llamados
"pilares" del Plan "A" también habrá quedado en la historia.
Hugo Grimaldi