La demanda de dólares del público disminuyó, pero no quiere decir que desapareció y que no vaya a mantenerse firme esta semana. Todavía los negocios minoristas son elevados y la divisa se mantiene en $ 3,24 por los esfuerzos del Banco Central.
En cambio, el dólar mayorista mueve menos operaciones que antes porque los exportadores gradúan mucho sus liquidaciones. Hasta ahora, el costo de mantener al dólar en estos niveles fue bajo. La semana pasada, el Banco Central casi no perdió reservas, porque de los cuatro días hábiles, sólo en uno fue neto vendedor. El miércoles llegó a comprar u$s 10 millones y sólo en una rueda hizo ventas importantes de dólar futuro.
Pero la gran preocupación no es el tipo de cambio, pese a que desvela a los empresarios, sino los bonos que están en un derrumbe constante y han dejado a la Argentina sin crédito.
La suerte de los títulos no va a cambiar, aunque el mundo se recupere. Es difícil que inversores sensibles y asustados prueben suerte con los títulos de la deuda argentina.
Los bonos brasileños que cayeron fuerte en los últimos días, también tienen rentas elevadas y son de un país más confiable.
El grupo de títulos que hoy no quiere nadie en su cartera está constituido por Ecuador, Venezuela y la Argentina. Tienen los riesgo-país más altos del mundo.
El viernes la caída de los bonos siguió y ya no discrimina entre bonos en pesos y en dólares. La desgracia barre a ambos. A unos por el INDEC y a otros por la crisis internacional.
La medición del costo de vida quebró la fe de los inversores en los bonos en pesos y luego se trasladó a los bonos en dólares. La situación dejó para mejor oportunidad pagarle al Club de París y arreglar con los bonistas que no entraron al canje (holdouts).
A pesar de todos los inconvenientes y la necesidad de tener financiamiento, el gobierno no habla de modificar las mediciones del INDEC que no sólo ocultan la inflación real, sino los números de desocupación, indigencia, pobreza y crecimiento.
El emplazamiento de la Justicia a que revele cómo el INDEC mide el costo de vida, no será un estímulo para transparentar las mediciones. Conociendo los métodos del gobierno, esta intimación alejará los cambios que se están reclamando. La respuesta será la de siempre: «la inflación está bien medida. En todos los países del mundo la gente no cree en las mediciones de costo de vida». Estas contradicciones han hecho que los inversores extiendan el certificado de defunción a los bonos.
En su lugar aparece como opción viable el plazo fijo que rinde 18% anual y las Lebac del Banco Central porque ajustan por tasa variable. Se les aplica la Badlar que es el promedio de lo que pagan los bancos por plazos fijos a 30 días de más de un millón de pesos. La Badlar ya supera 17% anual. Antes de la crisis estaba en 12%. La tasa de interés es uno de los instrumentos que frena la demanda de dólares.