«Con la gravedad de la crisis actual, es posible que la Argentina recurra al financiamiento multilateral, medida que ya están utilizando varios países de la región.» Así lo afirmó Eduardo Levy Yeyati, economista argentino que desde hace unos meses se desempeña como director de Estudios y Estrategia para América Latina del banco inglés Barclays Capital.
Levy Yeyati, que se desempeñó anteriormente como asesor financiero para la región en el Banco Mundial y dirigió el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella, respondió a los interrogantes de Ambito Financiero desde Londres. «No está claro cuál sería el plan B en caso de no funcionar el salvataje. Pero es probable que un paquete de estas características elimine la amenaza de una corrida bancaria y el riesgo de una depresión económica», sostuvo.
Pese a trabajar en uno de los tres bancos que orquestarán la reapertura del canje de la deuda, Levy Yeyati está imposibilitado de expresar su postura respecto a la operatoria por las propias regulaciones de Barclays.
Periodista: ¿Será suficiente el salvataje norteamericano?
Eduardo Levy Yeyati: La propuesta de rescate en estudio no tiene precedentes históricos y su implementación es delicada económica y políticamente. Hoy, para mantener los bancos a flote, el Tesoro ofrece aportes de capital siguiendo el modelo del rescate británico, y garantiza los pasivos bancarios de corto plazo, no sólo depósitos, para evitar una corrida. Esto eliminaría el riesgo de contraparte y haría que las entidades volvieran a prestarse mutuamente como en una situación normal.
P.: De no funcionar, ¿qué podría ocurrir?
E.L.Y.: No está claro cuál sería el plan B. Pero es muy probable que un paquete de estas características elimine la amenaza de una corrida bancaria y el riesgo de una depresión económica. Dicho esto, como aprendimos de la historia de crisis emergentes, es difícil que el paquete revierta en el corto plazo el proceso de desintermediación financiera y liquidación de activos, o la necesidad de recapitalización y saneamiento de carteras que frena el crédito bancario. Así, dejaríamos atrás las recaídas sucesivas de los últimos meses para entrar en una lenta convalecencia que puede llevar gran parte de 2009.
Promesas
P.: ¿Quiénes serán los grandes perdedores y quiénes los grandes ganadores de esta crisis?
E.L.Y.: A esta altura, se ven pocos ganadores. En el largo plazo, es probable que la crisis beneficie al modelo de banca universal fondeada con depósitos (más estables que la deuda comercial de corto plazo) y con un manejo más conservador del riesgo, incluyendo un menor apalancamiento, a expensas del modelo más agresivo de banca de inversión. Esperaría que los fondos de cobertura (hedge funds) perdieran incidencia en relación con los de inversión, más tradicionales, y que los sobrevivientes adoptaran un modelo de negocios con niveles de apalancamiento y comisiones mucho menores. Del lado público, hay promesas de una mayor regulación, sobre todo del mercado de seguros de crédito (credit default swaps) y de la operación de las calificadoras de riesgo. Pero estos incentivos por lo general están inversamente relacionados con la situación del mercado, y suelen diluirse junto con la crisis.
P.: ¿Coincide con los analistas que señalan que éste es el fin del sistema capitalista tal como lo conocemos?
E.L.Y.: Las modificaciones que mencioné son apenas variaciones en el modelo de intermediación y la naturaleza del inversor típico, y distan mucho de un cambio de sistema. Las crisis generan todo tipo de opiniones invocando el fin del mundo como lo conocemos y el comienzo de algún otro. Sin embargo, las poscrisis suelen depararnos apenas una versión remozada del presente. Nosotros lo vivimos en 2002, con propuestas de banca narrow, dolarización y tercerización de la política económica, que ya nadie recuerda.
P.: ¿Qué medidas debería adoptar la Argentina para atenuar los impactos de la crisis?
E.L.Y.: Algunas, ya en curso, van en la dirección correcta: la corrección gradual del tipo de cambio, la prudencia para encarar el presupuesto y la voluntad de aplacar dudas sobre la capacidad de pago en 2009 y 2010. Con la gravedad de la crisis, este último aspecto seguramente incluirá el recurso al financiamiento multilateral que, vale aclarar, ya están utilizando varios países de la región. La voluntad de evitar en lo posible un ajuste fiscal procíclico a la manera de los 90 es correcta. Es allí donde los organismos tienen que revalidar su rol contracíclico, fundamento de su condición de acreedor privilegiado.
P.: Luego de fuertes caídas en los granos y en el petróleo en las últimas semanas, ¿cómo cree que se comportarán en los próximos meses?
E.L.Y.: Hasta ahora, los precios desandaron parte del camino ascendente de los últimos años. Los factores de demanda que presionaron al alza se están revirtiendo: el crecimiento mundial se desacelera, los inversores liquidan posiciones y el dólar se fortalece. Todo indicaría que esta reversión aún no ha concluido, y que el precio de las commodities puede ajustar un poco más en los próximos meses.
Impacto negativo
P.: ¿Cómo afectará esa variación a la economía de la región?
E.L.Y.: El impacto es negativo. Si bien reduce las presiones inflacionarias que vienen por el lado de la oferta, los países de la región son exportadores netos de commodities, por lo que la caída en los precios empeora los términos de intercambio, llevando a una contracción del balance comercial y a un ajuste del tipo de cambio. Esto por sí solo influiría en el crecimiento sólo marginalmente, acelerando el soft landing. Y financieramente la mayoría de los países de la región se desendeudaron y desdolarizaron al punto que, en el mediano plazo, el efecto de una depreciación debería ser neutro o positivo. A estas alturas, el «riesgo commodity» es sólo un ingrediente de un escenario de riesgo más general que surge de la recesión en el mundo desarrollado, algo que inevitablemente afectará el crecimiento de los emergentes.
P.: ¿Y en la Argentina?
E.L.Y.: Es un caso atípico en Latinoamérica, ya que su solvencia fiscal depende en gran medida de los commodities; las retenciones explican el superávit primario de los últimos años. La caída en el precio de las materias primas reduce en algo la inflación, y no debería revertir el superávit comercial, pero al recortar el ingreso fiscal, afecta negativamente el crecimiento a través de la mayor incertidumbre financiera. De solucionarse el frente financiero, la exposición a una baja de los commodities sería manejable.
P.: El dólar parece haber revertido su tendencia a la baja respecto a varias divisas. ¿Esto se mantendrá?
E.L.Y.: Todo indica que el dólar seguirá su curso ascendente.La percepción de que el enfriamiento económico llegó con fuerza a Europa llevó a desarmar inversiones que apostaban a un debilitamiento sin límite de la moneda norteamericana. El miedo a que el salvataje financiero incremente la deuda estadounidense hoy se compensa con una situación similar en Europa. Por último, la caída de los commodities, junto al ajuste del consumidor norteamericanogolpeado por el efecto ingreso de la crisis, está corrigiendo el déficit de cuenta corriente que invocaban los escépticos del dólar. Lo más probable es que, después de esta pausa, el dólar avance para ubicarse en el rango de entre 1,25 y 1,30. Cómo sigue de ahí en más dependerá de la evolución de la economía real a ambos lados del Atlántico.
Entrevista de María Iglesia