Días calientes fueron los transcurridos hasta ahora, del denominado mes petiso. En los que el kirchnerismo pugna en todos los frentes buscando un lugar bajo el encrespado mar de la política nacional. Y evidentemente, las jornadas que vendrán también estarán dentro de estas posibilidades, ya que el Dr.K ha elegido como blanco predilecto de su artillería verbal a los voraces acreedores externos y a los personeros del Bloque Piquetero Nacional.
Pero los primeros son los que, según la corporación mediática nacional, más lo desvelan porque a todas luces constituyen la única oposición real de su intento de proyecto hegemónico.
Esto no se le pasó al analista político del matutino de la Noble Ernestina, Eduardo van der Kooy, quien en su habitual columna dominical sostuvo que "ya no quedan dudas de que en el plano interno los piqueteros han pasado a ser el grano molesto que le salió al Gobierno en sus nueve meses de gestión.
Conviene ser precisos. No se habla, de ningún modo, de todas las organizaciones de aquel tipo sino de los grupos donde la necesidad política se ha colocado claramente por encima de la necesidad social.
Es cierto que la protesta del jueves estuvo enmarcada por el pedido de reposición de planes de Jefas y Jefes de Hogar que el Gobierno comenzó a restringir. Pero dentro del paisaje de gestos y demandas callejeras fue posible descubrir de todo, incluso extravagancias: resonó el repudio al FMI y al pago de la deuda, las críticas al ALCA y a la reforma laboral y hasta el cuestionamiento al Código Contravencional porteño.
Las molestias para el Gobierno son, en efecto, variadas. Los piquetes como los de la última semana trastornan el humor colectivo proclive en esta hora a acompañar al Gobierno. Desafían también, de manera constante, el principio de autoridad que debe emanar de cualquier poder. Hacen uso de un espacio público —la calle— que en otros tiempos fue siempre patrimonio peronista.
El fenómeno perdura además —amén del caldo de la crisis— por el vacío político e institucional que caracteriza a la Argentina luego de la debacle de 2001 y de la precaria salida electoral. La oposición está quieta y desconcertada y aquellos sectores, entonces, se animan a atribuirse una calidad de representación que no poseen".
Ante estos puntos de vista, se amerita realizar un necesario análisis. Este grano molesto no le salió al gobierno kirchnerista, sino que es el lógico emergente de décadas de políticas económicas de ajuste y recesión. Estos "grupos donde la necesidad política se ha colocado claramente por encima de la necesidad social", se han afincado en terrenos donde el punteraje peronista sentaba sus reales y paulatinamente se retiró luego de la debacle del 2001. Y no es cierto que dejaran de lado la necesidad social, porque en barriadas humildes han triplicado lo realizado por el clientelismo de las mermadas huestes justicialistas. Por es cierto que la calle fue otrora patrimonio de ellos, pero gracias al menemismo esto se acabó.
Actualmente, como se puntualizó el año pasado en este sitio, la doctrina fundada por Juan Perón a mediados de los 40 es el mascarón de proa de un barco fantasma. Navío tripulado por impresentables caudillos y caudilletes provinciales de la talla de Solá, Romero, Reutemann, Rodríguez Saá, Juárez y siguen las firmas. En definitiva, aquellos que jamás se fueron porque están atornillados a sus mullidos sillones. Si para el escriba de Clarín los integrantes del Bloque Piquetero Nacional "se animan a atribuirse una calidad de representación que no poseen", que les cabe a estos impresentables, ignorantes concientes del que se vayan todos que, lejos de estar perimido, puede retornar en cualquier momento montado en los futuros traspiés del kirchnerismo.
"El Presidente no se contenta, sin embargo, sólo con las batallas dialécticas en apariencia ganadas. Peronista, al fin, nunca termina de aceptar que la calle se pueda convertir, con exclusividad, en una herramienta de otros durante el tiempo de su historia. Degusta con sabor rancio la imposibilidad de exhibir ante los ojos de la sociedad el alto consenso que comunican las encuestas.
Esa frustración le despierta el deseo de atropellar muchas veces sus propias palabras y promesas. Kirchner ha dicho hasta el cansancio que se propone depurar las viejas prácticas políticas, las mañas oxidadas, pero no hizo casi nada para frenar la movilización que el peronismo bonaerense anuncia para el primer día de marzo, cuando se abran las sesiones ordinarias del Congreso". El consenso del que habla el escriba bien puede estar dibujado, y se disiparía eventualmente como humo cuando el FMI insista sobre el aumento de tarifas públicas, y la administración pinguinesca tenga que hacer saludo uno.
Tirando letra
Dentro del kirchnerismo, pululan los funcionarios especialistas en tirarle letra a la corporación mediática nacional. Uno de ellos es el ministro del Interior, Aníbal Fernández, que sostuvo que si los piqueteros denominados "duros" accedieran al gobierno serían "profundamente autoritarios" y agregó que no están en esa posición "porque no los votan ni los perros". "Los piqueteros siempre fueron un emergente de la realidad social, pero los que hoy están en la calle, los que se denominan duros se manejan con una política autoritaria por lo cual si fueran gobierno serían profundamente autoritarios", afirmó Fernández en el programa televisivo La Cornisa.
En esa línea de crítica, el ministro del Interior insistió que los representantes de las agrupaciones piqueteras no acceden al gobierno porque a la hora de las elecciones "no los vota ni los perros". Fernández señaló que con las "actitudes autoritarias" los piqueteros "duros" se refleja "impidiendo trabajar, no dejando ir a los chicos a la escuela y no permitiendo que un 'viejo' se pueda ir a tomar la presión. Usan métodos extorsivos, con dos menús: uno buscando extorsionar al Estado pidiendo más para que el gobierno deje de dar los dar los beneficios, cosa que no vamos a hacer".
Lo que omite deliberadamente Fernández, es que la administración de la que él es parte integrante le otorgó a los piqueteros buenos "la suma de 150 millones de pesos que mediante la suspicacia de un llamado "Plan Techo y Trabajo" y otro "Plan de Viviendas Populares y Generación de Empleo", el Gobierno deja en manos de una denominada Coordinadora Nacional de Organizaciones Sociales en Defensa de la Soberanía, la Cultura y el Patrimonio Público coordinada por Angel Oga (Presidente de Aprotax) e integrada entre otras casualmente por la FTV-CTA. Capital, CCC Mesa Federal, Habitat Internacional Comitte (Hic Arg.) Asociación de Obreros Desocupados de Santa Fe, Asociaciones Mutuales, Cooperativas, Delegados de Villas Miserias, Estamentos Universitarios, Centros de Estudiantes, Instituto de Tierra y Vivienda; organizaciones a las cuales como si todo esto fuera poco el Gobierno Nacional tanto como el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, día tras día tras día les cede hectáreas y hectáreas de terrenos, incluidos los de la Costanera". Como bien se dice, divide y reinarás.
Pero ojo que esta política netamente neoconservadora, encierra un efecto bumerang que a la larga podría ser fatal incluso para sus mismos detentadores. Si el poder es un viaje de ida, puede destruir y devorar fácilmente a aquellos que no lo poseen pero están plenamente convencidos de lo contrario.
Fernando Paolella