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Superstición a la velocidad de la luz

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DE HORÓSCOPOS Y ESTUPIDEZ HUMANA
DE HORÓSCOPOS Y ESTUPIDEZ HUMANA

    Vivimos en un mundo tan civilizado como paradójico. Un mundo en el que la información ha pasado en sólo cien años de viajar a la velocidad de un caballo a la velocidad de la luz.

 

    La dicotomía entre civilización y retraso está dada justamente por la velocidad brindada por la tecnología y la calidad de la información transmitida.

    La pregunta es ¿De qué nos sirve la velocidad de la luz, la inmediatez absoluta e instantánea si el contenido de los mensajes es a veces  precario y poco valioso?

    Mucha de la información transmitida no ha evolucionado tanto como la tecnología. En un mundo tan complejo y veloz a veces nos pasa desapercibida, por ejemplo, la cantidad de superstición que manejamos a diario.

    Si entro a la página de Internet de cualquier portal importante, ya sea MSN o Terra, por nombrar solo dos ejemplos entre cientos, voy a encontrar, al mismo tiempo que noticias, notas de salud, algo de ciencia y una infaltable columna de astrología, a veces con variantes que van desde los signos tradicionales que se utilizan en occidente a los horóscopos chinos o aztecas.

    ¿Alguien se ha percatado de esta paradoja?. Utilizamos el medio más moderno, la cúspide de la tecnificación del siglo 20, para leer mensajes que nos llegan desde los arcones de la superstición de los pueblos antiguos.

    La astrología ha sido puesta a prueba muchas veces y nunca ha salido airosa de los análisis críticos que la enfrentan con la lógica y los hechos concretos. No es mi intención reproducir aquí las numerosas pruebas en su contra.  Pero son muchas.

    Sin embargo, el negocio que se mueve alrededor de los horóscopos es fuerte (sobre todo en los medios gráficos). Muchas de las más importantes librerías de las ciudades tiene una sección entera dedicada a la astrología y los resultados derivados de esto saltan a la vista.

    Si somos estrictos con nuestra observación, nos daremos cuenta de que esta superstición astrológica pocas veces es tomada en serio incluso por sus lectores mas asiduos. No así por los que lucran a través de ella. Pero le pregunto:

    ¿Conoce usted a alguna persona que realmente se deje guiar seriamente por los consejos o “predicciones” de los astrólogos?. La respuesta es la misma que podría darse a esta pregunta: ¿Conoce usted a alguna persona (seria y coherente) que haya sido raptada por extraterrestres o participe de algún culto satánico? Dentro de la cordura, las respuestas serán en su inmensa mayoría negativas. ¿Qué persona que se considere coherente dejaría de ver a su pareja o evitaría cerrar un trato de negocios porque su horóscopo del día se lo aconseja?

    Esto deriva en otra interrogación: Si nadie les hace caso y su eficacia está comprobadamente negada ¿Por qué se siguen publicando estas columnas de astrología tanto en Internet como en diarios y revistas?

    Lo primero que habría que observar es, mas allá de la calidad de las publicaciones, el público a las que van dirigidas.

    Es obvio que National Geographic, por dar un ejemplo, no va a incluir nunca una sección de astrología. La ciencia no deja lugar para la superstición.  En cambio, las publicaciones de información general o del espectáculo o del corazón, leídas por adolescentes o amas de casa aburridas, están plagadas de artículos que llevan como títulos por ejemplo: “Descubre con que signo eres compatible para hacer el amor” o “Encuentra a tu hombre ideal según su signo”.
    Podríamos decir, a grandes rasgos, que se produce una especie de círculo vicioso. Por ejemplo, las adolescentes leen su horóscopo porque no se les ofrece otra cosa para leer, esto hace que su nivel de exigencia intelectual no vaya mas allá del propio horóscopo.
    Pero no debemos perder las esperanzas, porque salvo excepciones, los adolescentes tampoco tomarán demasiado en serio los consejos de los astros. Lo que ocurre es que se produce una relación muy intensa e intrigante entre la necesidad ansiosa de las jóvenes por saber que ocurrirá con sus amoríos (por ejemplo) y la información que se pretende dar en esas columnas.
    No deja de ser muy deshonesto que nuestros jóvenes pongan sus ilusiones o busquen respuestas en caprichos de algún redactor que ha pasado de la sección “recetas de cocina” a “ astrología”, para luego pasar a redactar alguna nota superficial de espectáculos.
    Pero reitero, confío en que hay una especie de escepticismo nato que hará que estos adolescentes terminen guiándose por otra cosa (el consejo de alguna amigo tal vez o de los padres), que no sea la “predicción” (que nunca es tal) de algún horóscopo.
    Cuestionar el contenido de Internet es algo que no está a mi alcance. Si de eso se trata, me preocupan más los sitios de pornografía infantil o de nazismo. Pero la superstición viene derivada directamente de la ignorancia y como parte del circulo vicioso insinuado arriba, engendra aún más ignorancia.
    Las estrellas no están en un mismo plano, jamás podrían formar figuras en el cielo (si quisiéramos imaginarlas como lo hicieron los antiguos) al estilo “una los puntos”. Mucho menos estas figuras que representan dioses o figuras mitológicas que dan nombres a las constelaciones pueden influir en nuestro carácter y futuro si alguno de los planetas del sistema solar está “alineado” con ellas (visto desde la tierra por supuesto) en el momento de nacer la persona.
    No existe ninguna “energía misteriosa” transmitida por los planetas que nos influencia y mucho menos que nos haga compatibles o no a otras personas nacidas en otros meses. Aún así, si los planetas nos influencian, ¿Cómo lo hacen entonces los asteroides o los cometas e incluso las estrellas lejanas?
   
¿No resulta limitante y prejuicioso pensar que una doceava parte de la gente del planeta está teniendo hoy el mismo tipo de día? ¿No resulta fantasioso pensar que hay solo doce tipologías de personas en el mundo? ¿Cómo puede ser que hermanos gemelos nacidos el mismo día con diferencias de un minuto, bajo el mismo signo tengan caracteres y destinos tan diferentes? ¿Por qué la influencia astral comienza a partir del nacimiento? ¿Por qué no a partir de la concepción? ¿Acaso el vientre de la madre es una protección contra la influencia energética de los planetas? ¿Cuál es el horóscopo correcto: el chino, el maya, el azteca, el occidental tradicional? ¿El de tal libro o revista o el del astrólogo de mi barrio? Todos interrogantes que esperan respuestas coherentes.
    Sin embargo lo más misterioso de la astrología es cómo una superstición tan milenaria ha podido abrirse paso hasta nuestros días.
    Pero, como sabemos bien, cuando hay un negocio de por medio, en este mundo, todo es posible. Incluso que el planeta Júpiter pueda influir sobre si hoy me conviene o no discutir con mi pareja la futura mudanza.

Martin Gianola

 

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