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NERUDA EN NUEVA YORK

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    El  más grande poeta materialista de la historia y quizás quien más le haya cantado al amor en la poesía contemporánea, Pablo Neruda, Nefatalí Reyes Basoalto, entra en majestad de su gloria en la Americas Society de Nueva York, para recibir el homenaje de escritores, académicos  y críticos norteamericanos, por su intensa vida literaria, en  el año del centenario de su natalicio.
    Los ensayos superan con creces su basta obra y muchos dicen, con el célebre verso vallejiano, “todavía”, y el vate de Isla Negra sigue sumando adeptos y detractores, como lo hizo durante toda su vida, con su característico calmado oleaje de poeta del Sur.
    No es casualidad que en la mochila del Che Guevara en Bolivia se encontrara el Canto General de Neruda, que el senador John Forbes Kerry declarara en una reciente entrevista que era admirador del poeta chileno, que sea el  poeta extranjero más traducido en la historia de Estados Unidos y que su segundo libro, editado en 1924 a los 20 años de edad, Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada, haya superado largamente los 10 millones de ejemplares vendido.
    A los 19 años de edad, cuando editó su primer poemario, Crepusculario, la crítica chilena dijo: ”Pablo Neruda se pone a la cabeza de una generación literaria que encierra promesas fecundas para nuestro medio intelectual rutinario y atrasado”
    Palabras certeras, inequívocas, Neruda  llenaría casi medio siglo del siglo más brillante de la poesía chilena, latinoamericana, y él se erigiría en figura primerísima a nivel mundial. Ese folletín amoroso, poesía carnal, sublime, dolida, real, pegajosa, universal, que son los 20 Poemas de amor, siguen reencantando a hombres y mujeres sin distancias, ni geografías, ni fronteras, ni tiempos, principio d toda gran poesía: perdurar en los sentimientos de los lectores.
    Es allí donde Neruda, el autor de Residencia en la tierra, Odas elementales, Memorial de Isla Negra, Cantos ceremoniales, se instala con pasión en la gente común y corriente, y abre el velo de su poesía.
   
Su centenario se conmemora en más de 50 ciudades del mundo, desde su natal pueblito de la zona central de Chile, Parral, a la China, pero su poesía estará también Nueva York, París Madrid, Praga, México, Buenos Aires, Moscú, Barcelona, Santiago, San Juan y muchas otras ciudades en el límite de la imaginación.
  
La Gran Manzana festejará a Neruda los días 25 y 26 de marzo, en la Americas Society, ubicada en 680 Park Avenue, esquina calle 68 de Manhattan, con la participación de poetas y de sus más recientes traductores de su obra, Estravagario, entre ellos Marjorie Agosín, Martín Espada, Soledad Fariña y Alastair Reid.
  
En el segundo día se presentarán traducciones de la poesía de Neruda, incluyendo The Poetry of Pablo Neruda (La poesía de Pablo Neruda), editado por el ensayista y académico Ilán Stavans y publicado por Farrar, Straus, and Giroux. 

   Los panelistas analizarán la influencia de Neruda en la poesía norteamericana y latinoamericana, y muchos se sorprenderán, porque el vate de Isla Negra, es de los poetas más influyentes de la nueva poesía estadounidense, según comentó recientemente Ilán Stavans.

    Neruda se reconoce en Walt Whitman, patriarca de la poesía norteamericana, Quevedo, en los simbolistas franceses, y su poesía da un golpe de timón para el resto de su vida, en medio de la Guerra Civil Española, el acontecimiento que marcó su futura trayectoria de hombre público y poeta. España en el Corazón, le abriría las nuevas alamedas a su poesía, y el se transformaría en un protagonista  de la vida política y social de Chile, exiliado después y siempre discutido. Al Oeste de Colorado River/hay un sitio que amo./acudo con todo lo que palpitando/transcurre en mí, con todo lo que fui, lo que soy, los que sostengo. en mi./Hay unas altas piedras rojas, el aire/salvaje de mil manos/las hizo edificadas estructuras, dice Neruda en su poema de Canto General, “Que despierte el leñador”.
   
Desde un inicio del poema, Neruda declara su amor por las tierras de Norte América, pero no se trata sólo de un recorrido apasionado que hace  el propio poeta por su territorio, sino que se hace representar por su pueblo, sus héroes y está retratada la gran nación. (“América Extendida como la piel de un búfalo...)
   
Por tan discutido durante décadas y su poesía, indudablemente nueva, renovadora, universal, Neruda recibiría con atraso el Premio Nobel en 1971 y moriría a menos de dos semanas después del golpe militar en Chile del 11 de septiembre de 1973.

    Su ya reconocida figura, se ha convertido en un icono insuperable en Chile, venerado, acremente criticado, amado y odiado, Neruda nunca supo de términos medios, hombre de continuos comienzos, festejaba la vida a cada paso que daba, desde Isla Negra, en sus viajes por el mundo, cuando recorría Chile como candidato a la presidencia de la república, y siempre quiso que su poesía entrara a la casa más humilde de la accidentada geografía chilena.
   
Él decía que había escrito un sólo largo poema, quizás como la superficie de Chile, el albatros con que alguna vez comparó a ese país austral, el remo de la Mistral, el largo pétalo nerudiado: Oh Chile, largo pétalo/ de mar y vino y nieve/ ay cuándo, ay cuándo y cuándo/ ay cuándo me encontraré contigo.
  
Su poesía es ancha, pero no ajena, una gran ciudad, mar, tierra, sobre todo volcán telúrico, el Sur del poema se llama Neruda.

Rolando Gabrielli

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