"... y además tengo encuestas", advirtió
el jueves pasado un funcionario de primera línea del Gobierno en su Despacho de
una casi solitaria Casa Rosada, para justificar la embestida final contra la
jubilación privada, lo que el Gobierno ha considerado como una victoria política
de primer orden. Antes, había señalado convencido que "no, no es así..." cuando
dos periodistas de Agencia DyN le manifestaron, en una conversación
informal, que se percibía cierto malhumor social por la medida.
Arriba de su mesa se apilaban referencias numéricas sobre
el apoyo de la sociedad (59%) a la estatización de los ahorros previsionales
"incluidas las de algunos que no trabajan para nosotros", lo que estaría
explicando por qué el Gobierno cruzó sin angustias el Rubicón de la
contrarreforma previsional.
Desde la manipulación de la opinión pública, haberle
transferido la responsabilidad del mal manejo de inversiones y del cobro de
altas comisiones a las AFJP y que todos lo repitieran como loros sin tener en
claro que todas las decisiones normativas corrían por cuenta del contralor
estatal de la Superintendencia, ha sido un logro que merecería comenzar a
circular en los libros de texto de comunicación. Tampoco lo aclararon las
Administradoras, pero esto no es una novedad porque, sospechosamente, se
rindieron antes de pelear y sólo miraron sus propios patrimonios, al menos dos
de ellas que les depositaron fondos de los jubilados a sus bancos-dueños, algo
que prohíbe la reglamentación, por lo que van a ser querelladas.
Más allá de lo técnico, también el funcionario se arriesgó a
decir "vamos a conseguir 46 votos" y no se equivocaba, ya que la aprobación
senatorial que terminó con las AFJP esa misma noche le devolvió a Cristina
Fernández el manejo pleno del Congreso, perdido cuando no logró que se aprobara
la Resolución 125, lo que la primera familia vivía desde entonces como un
baldón.
Las puertas del ala presidencial estaban esa tarde
convenientemente cerradas, a lo sumo después de haber sido incensadas para sacar
toda referencia al aura de Julio Cobos, quien había estado por allí durante
la mañana en ausencia de la Presidenta, quien promediaba por entonces su
inexplicable gira comercial por cuatro países del norte de África. Más allá de
la anécdota sobre la momia de Tutankamon y sus tesoros, que el progresismo cree
que fue usada mediáticamente por la derecha vernácula para tildar de irrelevante
la visita, no está mal el calificativo de inexplicable para enmarcarla, ya que
la Argentina, que se empeña con lógica en abrir mercados jugando la figura de su
máxima autoridad en la movida, se ha cansado durante los últimos meses de
cerrarlos de a uno en uno, con decisiones de recorte de exportaciones sobre
carnes, granos y lácteos tomadas por la misma Presidenta, que marchan a
contramano de las promesas que suelen hacerse en estas ocasiones.
Igualmente, cuando Cristina vuelva a sentarse en su despacho
el lunes, tendrá por delante varios temas críticos que resolver, como por
ejemplo, firmar los decretos reglamentarios de traspasos de fondos jubilatorios
a la ANSeS y también las modalidades de inversión que sustentarán el proyecto
"keynesiano y peronista" (Néstor dixit) de apoyo a la obra pública y de estímulo
a las actividades industriales, para que ayuden a detener el floreciente
desempleo. Este tema es hoy la gran preocupación del Gobierno y de ella daban fe
las planillas que tenía también sobre su mesa el funcionario, en las que se
hacía un seguimiento de la situación laboral, fábrica por fábrica, en la
industria automotriz.
En materia fiscal, Cristina estará en condiciones de dar
buenas noticias, ya que con el dinero del nuevo superávit que surge del aumento
de fondos de la seguridad social, la semana próxima se hará el lanzamiento de un
plan de infraestructura por unos $ 8 mil millones en 2009, que ahora
mostrará un redireccionamiento del gasto hacia obras menores en envergadura,
pero que cubren necesidades sociales y que, además, tienen un rédito electoral
más seguro que el tren bala, por ejemplo. Así, la mano del estado nacional
llegará a las intendencias con fondos frescos para pavimentos, cloacas y
desagües pluviales, junto con promesas de más escuelas y viviendas.
Por el lado de la inducción de una mayor competitividad de
las industrias se habla de medidas por el lado de menores retenciones y mayores
reintegros que compensarían el dólar a $ 3,30 que la UIA dice que no alcanza
para exportar y, además, refuerzos arancelarios y paraarancelarios para trabar
importaciones. Aunque los empresarios saben que la idea del Gobierno es
arrancarles un compromiso de no ejecutar despidos, para quitarle a la CGT un
motivo de disgusto, aprovecharán la volada para pedir acceso al crédito más
sencillo y más barato.
Para redondear el paquete, probablemente también se envíe en
la semana al Congreso un proyecto de ley para elevar los valores de todas las
categorías del monotributo y, esto ya es especulación gremial, para eliminar o
moderar la llamada "tablita" de Machinea que castiga con alícuotas diferenciales
de impuesto a las Ganancias a los sueldos mayores, otra de las banderas que
agita habitualmente Hugo Moyano. Otra grave misión le aguarda a la Presidenta
apenas llegue, ya que debe tomar una decisión para ver si quiere o no encauzar
desde lo diplomático la decisión de avanzar en la expropiación de Aerolíneas
Argentinas. En su ausencia, mucho se agitó el avispero y hubo avances legales
con más ruido mediático que efectivo y declaraciones inconvenientes de ambas
partes, de Marsans y de funcionarios del gobierno argentino, en una
suerte de peligroso minué que está enrareciendo demasiado la relación bilateral
comercial con España, bastante ajada por cierto y sólo sostenida por la
necesidad de ese país de no menguar el protagonismo que tiene en América latina.
Por ejemplo, el secretario de Transporte, Ricardo Jaime ha dicho en estos días
que el Gobierno "hará cumplir la Ley", antes que el Acta-Acuerdo que él mismo
firmó y que la Presidenta anunció a mediados de julio. Allí, se hablaba de un
tercer tasador, de esta manera y ésta es la carta que los españoles van a jugar:
"en caso de existir diferencias entre las valuaciones que se efectúen y/o de no
arribarse de otro modo a un acuerdo de los precios de ambos paquetes
accionarios, se solicitará una tercera valuación de una entidad imparcial,
nacional o extranjera, de prestigio internacional, especializada en compraventas
y/o valoraciones de empresas internacionales del sector, cuya valuación será
final y definitiva para las partes".
Es sabido que la Presidenta y su par español, José Luis
Rodríguez Zapatero hablaron a solas del tema en El Salvador hace dos semanas,
pero las versiones difieren, según sea quien cuenta lo dicho entre ellos. Para
el gobierno nacional, ya estaría todo resuelto con España, porque aducen que
Zapatero habría dado la venia para avanzar, debido a que el Grupo Marsans
también tiene sus problemas legales en la Madre Patria y a favor de que se
respete al resto de las empresas de ese país: "matalos, pero que no se hable de
los gallegos esto o estotro", afirman que dijo el socialista. Por su parte,
uno de los directores por Interinvest (Marsans), Jorge Molina acaba de
referir que espera que Cristina le "ponga freno a los funcionarios", en obvia
referencia a Jaime, quien el viernes logró un amparo de un juez (que no es
el del concurso) para colocar un "veedor" oficial, en realidad un perito
contador de la nómina del fuero administrativo, sin manejo de la empresa para
que elabore informes periódicos para el juzgado, algo que fue vendido por el
Gobierno como la presencia de un "interventor", camino a la expropiación.
Pero Molina fue más allá, ya que interesadamente tocó el
aspecto diplomático y refirió que ambos presidentes acordaron llegar a una
solución "amigable" y dijo que cree que la negociación se va encauzar, ya que
"la Presidenta va a tomar cartas en el asunto, porque es una persona muy
inteligente" y no va a "tirar una relación de muchos años entre los gobiernos".
Lo cierto es que con todos estos cruces de opiniones y
declaraciones, la Cancillería española está que arde y ya ha mandado a decir, a
través de la prensa, que confía "en una solución negociada" y que ambos
ejecutivos "están en contacto", afirmación que no ha tenido correlato todavía en
el Palacio San Martín. La diplomacia de ese país acaba de avisar también que los
gobiernos "no pueden incumplir", porque si hay incumplimientos de contratos eso
"tiene siempre un coste", a la corta o a la larga.
El mal humor y la preocupación de España por el desaguisado
es tan grande que tampoco pudo Marsans eludir la furia del gobierno de Zapatero,
ya que se dijo en Madrid y se repitió en Buenos Aires, que el gobierno español
"se manifiesta por su propias voces". En rigor, no se animan a decir cómo va a
terminar la situación ni quieren especular sobre cómo va a reaccionar la
Presidenta. "Confiamos", es la palabra que más se escucha en Moncloa.
Todo este gravísimo ruido alrededor de Aerolíneas, el fin de las AFJP, la
irrupción de Néstor Kirchner en el escenario junto a Moyano y hasta el corte a
la Autopista Illía, interpretado como un nuevo ataque a Mauricio Macri
orquestado por el gobierno nacional, deprimió durante la semana a los hombres de
negocios, lo que se reflejó en caídas de acciones y bonos, mucho más que la
media global, con un mínimo sustento en el volumen operado.
Hoy, la sensación que tienen los habitantes de la City es que
todo lo que toca el ex presidente se destruye. Le han perdido la confianza y en
general sueñan con que el Gobierno se lleve una lección en las urnas, la mejor
de las encuestas. Ya pasaron los tiempos de las vacas gordas, cuando el viento
de la economía soplaba a favor y los empresarios rendían pleitesías. La apatía
actual tiene como sustento la sensación de que se está ingresando en un período
de bajo nivel de actividad, lo que Kirchner tratará de revertir, según su credo,
con la presencia dinamizadora del Estado.
Sin embargo, pese a un lento pero constante desgajamiento del
kirchnerismo, que ahora aceleró la salida de Felipe Solá, la confianza de los
funcionarios cercanos al poder está intacta y evalúan que tienen mucho para
crecer de aquí a octubre del año que viene. Hoy le calculan un piso de 35%, que
en elecciones legislativas "debería significar mantener la misma cantidad de
bancas que tenemos ahora", pronostican con mucha seguridad y también con
encuestas arriba de la mesa.
Hugo Grimaldi