El lenguaje ayuda a transmitir ideas y
cuando se lo malversa o se lo instrumenta tapa lo que debería revelar o
descubrir.
Una situación contradictoria se origina cuando una premisa
sostenida por un sector o individuo es arrebatado o enarbolado por otro u otros
quién o quienes llegan a la mezquindad de criticar lo que ayer sostenían pero
cambiando el contenido del concepto.
Eso pasa cuando se invoca el packaging para oponerse
al contenido
Del superávit fiscal a "hacer caja"
Durante décadas el superávit fiscal fue uno de los caballitos
de batalla que enarbolaron los propagandistas liberales y neoliberales.
Llamativamente o no, los gobiernos que integraron los que lo sostenían el
superávit como un sacramento, muy ocasionalmente cumplieron con ese objetivo. El
déficit fue cubierto, según las épocas, con emisión monetaria o endeudamiento.
El gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández han hecho
de esta bandera ortodoxa un principio de cumplimiento imprescindible. Desde
una mirada más profunda, es imprescindible analizar cómo se llega a alcanzar el
superávit para lo cual es fundamental analizar la progresividad o regresividad
del sistema impositivo. Pero no es este aspecto más analítico lo que provoca
este comentario.
Es que cuando lo levanta un gobierno al que sectores del
establishment atacan y otros consienten a regañadientes a pesar de los
beneficios obtenidos, usando como ariete demoledor la mayoría de los medios, los
sostenedores teóricos del superávit fiscal lo reducen al peyorativo “ hacer
caja”. Y esa denominación insinúa subliminal o abiertamente desde una
apropiación personal, un manejo discrecional o su utilización exclusivamente
para campañas políticas. No es que no pueda haber distorsiones, y de hecho las
hay y muchas veces groseras, pero en el afán opositor y desde un enfoque
realizado desde la antipolítica, se denigra el fortalecimiento de las reservas
en medio de una crisis planetaria.
De ahí que el lenguaje es usado para convertir lo que se
considera positivo y deseable en algo delictuoso y deleznable. Entre ellos se
encuentran muchos que sostienen que el dolor de cabeza se soluciona con una
decapitación y los que predican que una hemorragia se compensa con una
extracción de sangre.
“Se roban todo. Banda de ladrones”
Los dos últimos gobiernos no se han caracterizado por su
propensión al diálogo con la oposición. Una tendencia a "ningunearla" y en el
mejor de los casos convocarla para que aprueben la decisión ya tomada.
Pero la oposición fragmentada, sin rumbo y expresando lo peor
del pasado, actúa como si estuviera obligada a sostener lo contrario de lo que
propone el gobierno aunque concrete en algunas ocasiones... lo que la misma
oposición propone, adoptando una orientación más cerca del diván psicoanalítico
que del análisis político. Por eso resulta sorprendente que los sostenedores
históricos más entusiastas de honrar el pago de la deuda, de pronto como émulos
del Movimiento Socialista de los Trabajadores, se quejan de la obtención
de los fondos destinados a hacerlo posible bajo la acusación de “ hacer caja”.
Los entusiastas de las privatizaciones como el PRO, de
pronto se transforman en pseudo trotskistas en el caso de la estatización de
Aerolíneas Argentinas en manos españolas y corren por izquierda cerrando
el paso a un retorno al ámbito privado. El ARI ampliado, es decir la
Coalición Cívica, que sostuvo la eliminación de las AFJP, se opone cuando se
concreta, bajo el argumento propio de una señora de barrio norte porque “ Se
roban todo. No dejaremos los fondos en manos de una banda de ladrones” El
desarrollo coherente de este razonamiento de su pirotécnica líder sería proponer
la desobediencia fiscal ya que lo que se recauda en ese concepto y es manejado
por “la banda de ladrones” es superior a los fondos transferidos de
capitalización privada.
“Confiscación de fondos”
La peregrina idea que los fondos previsionales son
equivalentes a una cuenta corriente bancaria, cuyo titular puede retirarlo al
momento de jubilarse constituye una de las tantas falsedades perpetradas con un
uso discrecional del lenguaje.
Es simplemente el origen de una renta vitalicia o un
prorrateo de esos fondos fijado hasta su agotamiento. De ahí que si se
garantiza, como mínimo, la misma prestación monetaria al pasar al Estado, la
palabra confiscación tiene el mismo estruendo que las exageraciones habituales
del lenguaje de los columnistas del diario La Nación: “El pago de
18.500 millones de dólares por los bonos que vencen el año próximo sigue siendo
una dificultad para los Kirchner.
Ellos suponen que con los fondos incautados a los
trabajadores se evitará un nuevo default (...) Kirchner se encargará, con
su BANADE, de vengar esas distorsiones del mercado…..Kirchner quiere financiar
con su banco dos fideicomisos” Carlos Pagni, diario La Nación 10-11-2008.
Obsérvese que el pago de la deuda no es un problema
nacional sino de los Kirchner y si se crea un Banco como el BANADE, no será un
banco estatal sino de Kirchner.
Esto que pasa desapercibido, es nada menos que sustituir
el sujeto, país, Estado por una o dos personas. Esto sí que es un uso hegemónico
y falso del lenguaje. Una confiscación ideológica de la palabra.
Caos-anarquía-no se puede salir
Cualquier movilero tiene un solo adjetivo para describir un
problema de tránsito: caos.
Su uso puede describir un pequeño atascamiento, una
movilización o un choque en cadena. Puede ser la consecuencia de un auto mal
estacionado o de un piquete.
El lenguaje dinamitero se llena de grandilocuencia. Cuando el
caos de tránsito movilero se traslada a los analistas políticos para describir
los conflictos de una sociedad que se exterioriza en las calles lo definen como
anarquía. Los “progre”, políticamente correctos, se pronuncian en contra de
todos los cortes de rutas, aunque suelen ensañarse con las vinculadas a la
pobreza y mantuvieron, en general, distancia o apoyo cómplice con el lock-out,
con un corte de rutas inédito por su profundidad y permanencia en el tiempo.
El caos de tránsito trasladado a los hechos delictivos queda
acotado, restringido, a la acepción más limitada de la inseguridad. Es indudable
que existe inseguridad en una sociedad atravesada por la desigualdad. Pero a
pesar de ello, los hechos delictivos tienen porcentajes muy menores a San Pablo,
Río de Janeiro Caracas o Méjico. Y hay mucho más posibilidades de morir en
un accidente de tránsito que por un homicidio. Aunque no se conoce aún ninguna
manifestación en contra de los fabricantes de automóviles.
Sí se conoce, en cambio, personas charlando entusiastamente
en un bar de la Recoleta o detrás de un cerco perimetral que bajan al lenguaje
la potenciación de los miedos afirmando: “Ya no se puede salir a la calle”.
Ni hablar del uso de los títulos de los diarios o de los
canales de noticias con un estruendo que no se compadece con el desarrollo de la
noticia. En medio de quiebras de bancos en EE.UU y en otros países del primer
mundo, de la posibilidad que corran la misma suerte emblemas del capitalismo
norteamericano como Ford, General Motors y Chrysler, la
estatización de los fondos provisionales en nuestro país, le arrancó a Joaquín
Morales Solá un título en tapa de La Nación del viernes 21-11: “Una
despedida del mundo”. O es habitual titular en Clarín: “Se desploman las
ventas” y debajo se informa que cayeron por primera vez en un lustro un 9%.
“El respeto de la constitución”
Ricardo López Murphy sostiene que un programa político es
aplicar la Constitución. Mauricio Macri suele mencionarla e invoca su respeto,
pero sus legisladores le solicitan al vicepresidente, en ejercicio provisorio de
la Presidencia, que vete la ley de la estatización integral de las jubilaciones
aprobada en el Congreso. Parece que el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, poco propenso a la lectura, no ha leído el artículo 14 bis y por eso
propone seguir violándolo: “El Estado otorgará los beneficios de la seguridad
social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.”
Si el vicepresidente siguiera esta propuesta que desechó,
hubiera consumado un virtual golpe de Estado. A su rescate fue
involuntariamente, como un elefante en un bazar, el ex presidente, que en un
chiste de dudoso gusto, se atribuyó exclusivamente la designación del
vicepresidente, esmerilando gratuitamente la autoridad presidencial.
Con relación al economista, autodenominado el Bulldog,
tal vez porque es un hombre de FIEL, virtud atribuida a los perros, resulta
inimaginable que estuviera dispuesto a aplicar esta parte del artículo 14 bis:
“Jornada limitada, participación de los trabajadores en las ganancias de las
empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección”.
Algunas incongruencias del lenguaje gubernamental
El Gobierno no se priva de competir con la oposición en
pirotecnia ideológica e incongruencias varias. Apenas algunas de un largo
muestrario.
Las prórrogas de contratos petroleros o la alevosa entrega
de la minería envueltas en un discurso nacional y popular. Con escarapela
puesta, el veto de la ley de protección de glaciares como “compensación” a los
legisladores mineros que votaron a favor de la estatización de las jubilaciones.
Sostener la participación y tomar decisiones entre tres, en una alarmante
política de enclaustramiento.
Hablar de transparencia y desarticular los organismos de
control. Incrementar en su momento correctamente las retenciones agropecuarias,
con el legítimo propósito de fortalecer las reservas justificando falsamente
sobre la marcha la decisión de destinar los fondos a la construcción de
escuelas, hospitales y caminos.
La ideología del lenguaje
Desmontar las frases, descubrir el otro lado de las palabras,
desarticular su carga pirotécnica, sacarle el envoltorio para descubrir su
contenido, observar lo que descubren y lo que ocultan, es un camino para
interpretar textos o discursos políticos. Para que la palabra siga siendo un
arma cargada de futuro. Sin necesidad de encerrar en cada una de ella una bomba
molotov, una carga de dinamita. Y sobre todo su alto contenido de incongruencias
y mentiras.
Hugo Presman