El ex presidente Néstor Kirchner dejó en
claro en las últimas horas que su virtud no son las relaciones exteriores, lo
que además complica el relacionamiento de la Argentina con la región y con el
mundo.
"Ser un país digno no significa creerse autosuficiente",
reflexionaba un histórico diplomático de carrera que supo servir a distintos
gobiernos desde el retorno a la democracia.
Esa frase tal vez defina la imagen de la política exterior
del kirchnerismo.
Kirchner probablemente sufra la baja de su nominación
para la Secretaría General de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) debido
a otro problema: la relación con Uruguay.
Cristina Fernández no logró sepultar uno de los conflictos
más importantes que la Argentina ha tenido con Uruguay por la instalación de la
pastera Botnia. La intransigencia de Kirchner y de Tabaré Vázquez no sólo dañó
la relación entre ambos sino el histórico vínculo entre ambos pueblos. A tal
punto que —algo muy raro, años atrás— Uruguay fue el único país que se opuso a
la candidatura de Kirchner a la UNASUR.
Si bien en la Cumbre del Mercosur en Costa do Sauipe, Brasil,
se decidió postergar la designación del Secretario General, lo cierto es que
refleja la falta de consenso y si Uruguay mantiene su posición, significará
que en abril el organismo buscará otro candidato que reemplace a Kirchner, que
bien podría ser, según trascendidos, el chileno Ricardo Lagos.
No obstante, no sólo Uruguay se opone sino que en privado,
otros países observan que Kirchner no es el dirigente indicado para presidir un
organismo regional que debe hacer de las buenas relaciones y la diplomacia una
premisa.
Prueba de ello es cómo manejo el ex presidente un nuevo roce
con el gobierno de los Estados Unidos. Con la creencia de que republicanos y
demócratas son peronistas y radicales, el ex mandatario cuestionó duramente a la
Casa Blanca y al actual embajador de Estados Unidos en el país, Anthony Wayne,
pensando en que la administración de Barack Obama no tiene nada que ver con la
etapa Bush. Lo que desconoce es que cualquier crítica hacia Estados Unidos, es
leída de igual manera por el oficialismo o la oposición norteamericana.
El informe del Departamento de Estado norteamericano,
aconsejando a la Argentina escuchar los reclamos de bonistas y empresas con
juicios en el CIADI, en otra época hubiera merecido la convocatoria al embajador
de EE.UU para manifestar su discrepancia. Pero la utilización de ese problema
diplomático, para el discurso de barricada, nada tiene que ver con el lenguaje
de la diplomacia.
"Estaba muy enojado con estos muchachos del Departamento de
Estado, yo le iba a dedicar un párrafo, pero señor embajador, quiero ser leal,
ha sido rápido de reflejos, no me dio tiempo, usted dijo que ha sido un invento
de la prensa", afirmó Kirchner anoche en un acto en La Plata.
Y para no quedar en empate con los Estados Unidos, les
advirtió: "Ustedes tienen más problemas que nosotros con los blanqueos y el
narcotráfico, construyeron ciudades enteras con ello".
Así como años atrás el desconocimiento del protocolo del
entonces presidente casi genera un conflicto diplomático con el gobierno de
Corea del Sur, esta vez, la confusión entre política doméstica y política
internacional, va cerrando a la Argentina las puertas de la comunidad mundial.
Walter Schmidt