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¿Es honesto Rafael Bielsa?

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LA OTRA CAMPANA DEL CASO SIEMENS
LA OTRA CAMPANA DEL CASO SIEMENS

Algunas veces las medias verdades, o verdades a medias, terminan por acrecentar la injusticia o deforman la realidad hasta convertirla en algo peor que una mentira.

 

Este es el caso de la publicación del diario Clarín del domingo 21 de diciembre de 2008, referida a "Las coimas de Siemens por el contrato de los DNI".

En este “pretendido informe” se trasluce una clara intención del grupo Clarín en el “relanzamiento de un hombre de la casa” como lo es Rafael Bielsa, ladero e incondicional amigo de Eduardo Van Der Kooy.

“Carlitos cruzamos el desierto” me dijo Rafael en el almuerzo con el cual estrenaba el agradable salón comedor de la Sigen como Síndico General de la Nación, cuando levantamos la copa en aquel primer almuerzo. Era todo un símbolo: Rafael y yo a solas, con un menú frugal como el de la mayoría de las veces, pero en la Sigen, dueños de todas las herramientas y posibilidades para combatir la corrupción estructural, esa enfermedad económica política e institucional que había consumido centenares de horas de nuestras charlas, y que durante todo el menemismo nos había traído tantos desencuentros con diferentes funcionarios e incluso algunas recientes diferencias entre nosotros, por mis reproches continuos a su reciente relación laboral con Hugo Pifarré director del Banco de la Provincia de Buenos Aires, —de quien Rafael fuera asesor— principal mentor y responsable junto con el Diputado Rodolfo Frigeri del vaciamiento de la citada entidad bancaria.

Ambos estábamos conscientes de las limitaciones que tendríamos por la presión de los políticos. "No podemos entrar como elefante en un bazar", concluimos; pero tampoco dejar pasar las cosas que produjeran daño al país, todo lo que sea corrupción es dañino por mínimo que sea, pero existen nichos que los políticos consideran "derecho adquirido" y están instalados entre los usos y costumbres. Eso, en una primera etapa, es imposible de controlar, es como pretender que los policías paguen las pizzas.

La parte difícil es la que comienza ahora. "Sabés que van a comenzar a aparecer amigos iluminados, que tienen a su vez algún amigo dueño de algún expediente demorado o a dictaminar", le comenté casi como si estuviera hablando con un chico de la secundaria; tampoco yo era un “gurú”, simplemente repasaba en voz alta el manual básico de la política argentina: más cargo = más posibilidades de coima = más presión.

Tal como lo marcaba la lógica, apenas normalizada la agenda, cuando todavía flotaba en el ambiente el clima de felicitaciones, visitas protocolares y deseos de éxito, hizo su aparición Rodolfo Galimberti, a quien Rafael me presentó como si se tratara del legendario Ernesto “Che“ Guevara, para dejar satisfecho al amigo común. De mi parte simulé no conocerlo —estimo que Rodolfo hizo lo propio—, ya que en 1974 ambos nos habíamos encontrado en varias oportunidades en un taller mecánico de la Av. Pedro Goyena, propiedad de la UOM, donde el caudillo metalúrgico hizo blindar por Cholo Pereyra un Ford Farline V8 que le obsequiara después de amenazarlo de muerte.

A pesar de concurrir a las viviendas que Rafael habitara durante los últimos nueve o diez años, no menos de dos o tres veces por semana, nunca había visto a Rodolfo ni atendido ni escuchado llamadas telefónicas que ratificaran los dichos de Rafael relacionados a una antigua amistad, sólo supe de algún encuentro ocasional en los últimos meses dado que ambos vivían en el mismo edificio y compartían lugares comunes.

En menos de tres meses Rodolfo era de la casa, en todo momento, intentó —y lo logró— poner distancia entre Rafael y yo. Entraba por la cochera de la calle Reconquista aún viniendo sin auto, para no quedar registrado en la recepción.

Después de la investigación por el manejo de los fondos de la SIDE que le costara el cargo a Fernando de Santibañez, nuestra relación se tensó aún más. "Carlitos, ¿qué querés, que nos peleemos con todo el mundo?", repetía como una letanía Rafael Bielsa cada vez que le comentaba por hechos de corrupción de los cuales llovía información como si se tratara del diluvio universal.

Los “amigos” me presentaron a Cacho, un individuo bastante mayor, digamos unos 70 años, de origen israelí, vinculado al Mossad, según pude averiguar y ratificado por sus propios dichos. “Este hombre conoce a fondo la ingeniería financiera del contrato de Siemens”, aseguraban quienes me lo presentaron, no era de extrañar, según pude comprobar, Cacho, había participado de muchas reuniones de la “Mesa Chica” con Carlos Corach, el ex presidente Carlos Menem & compañía; no era rara su actitud, sino lógica por tratarse de un “herido del sistema”.

Me comentó pormenores de las irregularidades de dicho contrato, de la renegociación que se estaba llevando a cabo del mismo y que, en ese momento, el expediente se encontraba para ser revisado por la Sigen. Confieso que esa era la primera noticia que tenía yo de ese asunto, ya que para nadie de la casa ese expediente tenía mayor relevancia.

Cacho me pidió si podía ojearlo, consulte acerca del paradero de aquel expediente, y lo llevé a mi oficina, el experto tomó nota, me anotó algunos números de folio en un papel y me pidió si podía facilitarle copia de esas páginas —no más de diez— accedí mediante compromiso de mi interlocutor de la más absoluta reserva del asunto, y haciendo garantes a quienes lo habían presentado, le entregué las copias requeridas y se fue.

Habían pasado no más de cinco días, cuando Cacho volvió a visitarme, me dijo que tenía muy avanzado el asunto, me pidió volver a mirar el expediente anotó tres o cuatro cosas en una hoja de papel y se retiró. Al otro día, minutos antes del mediodía, volvió a presentarse en mi oficina, me pidió si podía hablar con Rafael, le pedí que me esperara algunos minutos; fui al despacho del Síndico le comenté muy por arriba casi en forma intrascendente de que se trataba y me dijo “tráelo que lo escucho 5 minutos porque tengo que comenzar una reunión” .

“Simpático el petiso”, acotó Rafael cuando nos quedamos solos —Cacho no superaba el metro sesenta y cinco ni los 60 kilos— ¿Te parece creíble? Absolutamente le respondí. “Conoce del tema como nadie y no tengo dudas que participó en la confección del contrato”, sin comentar el origen de la relación, en la reunión el visitante se había limitado a brindar un precario informe in voce ya que se trató de un encuentro express.

Al día siguiente, alcancé a Rafael aquellas hojas a las que Cacho denominó “la hoja de ruta”; allí estaban plasmados los detalles de los “hallazgos” que detectara en el expediente. Para el Síndico era como tener en su mano una granada activada, no había manera de dar curso favorable a ese expediente, estaba apretado por todos lados, las presiones de parte de los ministros de economía, interior y de presidencia eran muchas. Por otro lado, yo había prometido a Rafael hacer público los detalles de aquel robo calificado que pretendía cometer la clase política.

A pocos días de mi planteo, el 28 de diciembre de 2000, al salir de mi casa para dirigirme a Sigen, fui atacado por dos individuos, quienes casi sin mediar palabra, estando yo de espaldas, mientras abría la puerta del auto. Sólo escuche "¿Sos Morán, el de la Sigen?", y sin esperar respuesta me tiraron al suelo de un tremendo empujón y me golpearon a voluntad.

“Debe ser el marido de alguna de las mujeres con las que vos te involucrás”, ensayó Bielsa a manera de reproche, como defensa, cuando por la tarde, después de realizar la denuncia policial y las primeras curas, me presenté en Sigen. Él sabía muy bien que yo no estaba para nada mezclado con mujeres casadas ni nada que se le parezca, sólo intentaba desviar mi atención centrada en Rodolfo Galimberti & Cía., su nuevo amigo y socio muy afecto a ese tipo de “soluciones”. Mi reproche no se hizo esperar: “vos por un llamado telefónico que te hicieron movilizás toda la justicia y a mí me estropean y ni siquiera levantás el teléfono”.

Para mí quedaba claro el origen de la golpiza. “Voy a averiguar quién fue”, vociferó Rafael ante mi sugerencia más que fundada. Al día siguiente, cuando llegué a la oficina, me hizo llamar por su secretaria y en pocos minutos estábamos reunidos, “Hablé con Coti y me dijo 'decile a tu amigo que no se queje porque todavía no le pasó nada'". Por supuesto que nunca creí en aquel supuesto mensaje de Nosiglia, Rafael quiso hacerme creer que era una consecuencia de mi trabajo en el tema De Santibañez cuando en realidad estaba tratando de ponerme en caja por el tema del contrato Siemens. Para mí estaba todo muy claro. A menos de 48 horas de aquel ataque, el día 30 de diciembre volvía a mi casa, y mientras circulaba por la Av. General Paz, fui encerrado en forma violenta y amenazado —armas de grueso calibre incluidas— por los ocupantes de un Peugeot 405, por supuesto entendí lo inútil que sería hacer público aquel nuevo incidente.

Comenzamos el nuevo año y todo era tensión en la Sigen. Aunque la parte técnica no era de mi incumbencia, no podía dejar de enterarme los pormenores del contrato Siemens; por un lado, el gobierno alemán que presionaba, los ministros del gabinete al borde de un ataque de nervios, la empresa que se negaba sistemáticamente a abrir los costos, todo era muy confuso. De ninguna manera la empresa podía dar a conocer los costos por la sencilla razón que existían muy a la vista, motivos más que sobrados para la anulación sin más trámites, quedaba mas que evidenciado que aquel contrato solo pudo llegar hasta aquellas instancias por coimas multimillonarias en un país sin justicia y la corrupción de la mayoría de sus funcionarios. Por eso, en una oportunidad en la que Rafael Bielsa estaba aterrorizado ante la posibilidad de una denuncia en una corte internacional, con la candidez de quien no tiene compromisos con la corrupción ensayé una solución bien de barrio. Aunque no poseíamos la confirmación de la empresa, pero por el informe de Cacho, sabíamos que Siemens había cotizado U$D 186.000.000 —ciento ochenta y seis millones de dólares— por los software que teóricamente había importado, según aseguraba nuestro informante, aquella importación nunca había existido. Por lo tanto, la solución al problema era mucho más sencilla de lo que parecía: si verdaderamente todo se hubiera hecho en forma correcta, la compañía tendría que haber pagado algo más de U$D 60.000.000 a la DGI en concepto de aranceles de importación, caso contrario, estaría incursa en los delitos de contrabando e intento de estafa. Claro, esta vía es por demás expeditiva y concreta pero no se podía aplicar por la cantidad y jerarquía de los políticos argentinos además de los empresarios de la alemana Siemens implicados en el asunto.

Lo curioso de todo esto, es que se lo presenta Rafael Bielsa como un funcionario honesto y arrojado, cuando la realidad nos indica que, si este hubiera publicitado debidamente los términos del contrato, la corrupción estructural la trama política y empresaria habría quedado al descubierto, identificados los funcionarios infieles, la empresa y el gobierno alemán hubieran tenido que ofrecer disculpas, en lugar de acudir como victimas a los tribunales internacionales e incluso obtener un fallo favorable contra nuestro país. Tampoco hubiera tenido que ser la justicia americana quien siete años mas tarde, descubriera que Siemens era una empresa corrupta y coimera.

Es innegable entonces que, reconociendo la capacidad intelectual de Rafael Bielsa, también debemos aceptar que se trata de un individuo muy comprometido con “el sistema”, lo que explica claramente algunos cuasi misterios, como su permanencia en el poder a pesar de los cambios de signos políticos e ideológicos y su inmunidad judicial.

En cuanto a la inmunidad judicial, queda claramente demostrada, sobre todo para Clarín, dado que en el mes de octubre del corriente año, en una conferencia debate brindada por tres fiscales en el “Auditorio Clarín” reproché públicamente —ante un auditorio bastante numeroso y calificado— al fiscal Dr. Manuel Garrido el hecho concreto de haber “cajoneado” una denuncia de Septiembre de 2005 donde pruebas mediante, denuncié al canciller de varios delitos graves, esta denuncia como tantas otras, esperan en un cajón del escritorio de algún burócrata corrupto su fecha de prescripción.  

 

Carlos Morán Hidalgo
DNI 7.836.240
Especial para Tribuna de Periodistas

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. hola carlos, mandame un email para hablar de la causa en eeuu. somos querellantes por la causa mercedes-benz. mi tel 15 53767533 gaby weber

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