El semicalvo ministro de Economía Roberto Lavagna trataba de comer, y de paso seguir siendo amable ante las preguntas cada vez más insidiosas de la diva televisiva Mirtha Legrand. El tema en cuestión era la relación entre Argentina y el FMI, corrían los invernales días de agosto del año pasado y la anfitriona disfrutaba como el titular de hacienda reculaba cada vez más contra las cuerdas. “No hay compromiso para la suba de tarifas”, alegó el ministro pero la diva no se dio por convencida. “Pero ministro, nada es barato en la Argentina considerando lo que gana el argentino promedio”, retrucó la diva y el ministro trató de zafar aludiendo que “hubo 18 meses sin aumento de tarifas, pero las empresas privatizadas son insaciables”. Ante esa afirmación, la mega diva no se echó atrás. Lo observó de cabo a rabo, sonrió para la tribuna y disparó: “Pero se viene, eh. Yo estoy segura, ministro.”
Al día siguiente, los titulares de las insaciables trinaron a los cuatro puntos cardinales. “Lavagna busca dejar mal paradas a las empresas ante los usuarios, pero no tiene en cuenta que con los ingresos actuales no se pueden encarar las inversiones mínimas que se requieren para ampliar los servicios”, le salieron al cruce como un solo hombre al semicalvo funcionario. Y para peor, el FMI saldría posteriormente a darles la razón y reclamó el urgente aumento de tarifas al “transgresor” Néstor Kirchner.
Dimes y diretes
En la edición matutina de Clarín, la Fundación para el Desarrollo Eléctrico (Fundelec) advirtió que “la capacidad operativa del sector –que lleva más de cinco años sin recibir nuevas inversiones- no se encuentra en condiciones de atender el aumento de la demanda prevista para el corto plazo”. O sea en buen romance, que las encargadas de suministrar el necesario fluido eléctrico recurrirán a los cortes programados o no para paliar esta situación de crisis. Las mismas empresas que, durante el derroche de pizza y champán del menemato, tuvieron una ganancia record de 450 millones de dólares. ¿Adónde fue a parar esa guita, en lugar de invertirla en el urgente mejoramiento del suministro eléctrico?. A engrosar las arcas privadas de las casas matrices, de cajón. Y el oficialismo, a pesar de haberlo cacareado, cajoneó durante la temporada estival el proyecto de atrasar la hora y ahorrar energía eléctrica.
“No van a tener suerte los hombres del FMI, porque no me van a doblar la mano”, vociferaba el Dr.K mientras que las eléctricas cortaban la luz cuando se les ocurría, y los bonistas extranjeros fruncían la cara ante la propuesta de Lavagna de quita de la deuda externa del 75%. La primavera le cedía el paso al verano, que sin duda se auguraba como candente. “Ya no nos corren más, ni con el Fondo ni con los amigos del Fondo”, declaró frente a efervorizados partidarios en La Matanza que clamaban “ni un mango al FMI”. Así alentado, le dijo a quien lo quiso escuchar que le iba a “ganar por nocaut” al Primate Bush en la Cumbre de Monterrey, pero volvió trasquilado. Poco tiempo después, se resolvía aumentar la luz y el gas a empresas e industrias, y las asociaciones de defensa de los usuarios pusieron el grito en el cielo porque cayeron en la cuenta de lo que se venía.
Cuando vino una nueva misión del FMI en febrero, Lavagna disparó en cámara: “El gobierno no está dispuesto a asumir los errores de Wall Street”, mientras se aprestaba a negociar con los buitres bajo la mesa. Ante el reclamo insistente de Anita la verdugo Krueger de que el país se ponga, el Dr.K replicaba: “El país crece un poco y ya se lo quieren llevar”. “Fuerza, presi. No pagar al Fondo con el hambre del pueblo”, puntualizaba la resucitada JP en diversas paredes porteñas.
Pero al final, como se puntualizó oportunamente en este sitio, el Dr.K pagó 3150 palos verdes y las banderas de la patria justa, libre y soberana volvieron al desván de los trastos viejos.
Entonces, sólo faltaba la frutilla de la torta, que era indudablemente el siempre negado aumento de tarifas. “Respecto de los aumentos de tarifas, un paso clave en restablecer la viabilidad de las concesiones de energía no reguladas se ha dado a mediados de febrero del 2004, con el anuncio de un aumento en las tarifas cobradas a nivel de usuarios industriales de electricidad y gas natural, y para gas líquido utilizado por el transporte de pasajeros”, dice el capítulo dedicado a la readecuación de tarifas de las compañías de servicios públicos.
“Los aumentos estarán en el rango de 10 a 35% y serán aplicados retroactivamente al 1º de febrero en el caso de la electricidad. Para gas, los incrementos se harán efectivos a partir de mayo, después de las audiencias públicas”, especifica el texto consensuado con el FMI y que tendrá tratamiento por parte del directorio del organismo el próximo lunes 22, fecha en que se hará público el documento anticipado esta mañana por el matutino Infobae.
La carta lleva consignada la firma del ministro Lavagna, del presidente del Banco Central, Alfonso Prat Gay y del secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen.
Respecto al marco regulatorio para el sector que originó fuertes, según lo expuesto en la carta de intención, el nuevo proyecto de ley será enviado al Congreso e implicará un respaldo a las privatizaciones. La fecha esta fijada para el 2do. semestre de este año.
“El marco regulatorio será formulado de una manera completamente consistente con las concesiones renegociadas, apoyando la participación del sector privado en la provisión de los servicios públicos y también nuestro objetivo de proteger a los consumidores de bajos recursos”, cita el matutino” , según consignó un despacho de Urgente 24.
Si esto se da como es puntualizado arriba, seguramente a los paros decretados por el personal de sanidad encuadrado en ATE, le seguirán otras entidades con medidas similares pues este nuevo ataque al bolsillo resentirá grandemente la precaria alianza entre sectores de la clase media, piqueteros rentados y el oficialismo.