Chesley Sullenberger III, "Sully" para los
amigos y el héroe de la semana, logró apoyar su avión el jueves pasado sobre las
heladas aguas del Hudson neoyorkino y le salvó la vida a 150 personas. ¿Tendrán
los Kirchner la misma sangre fría para pilotar la situación política y económica
de la Argentina, con el menor costo político para sus habitantes, en este año
tan especial, que se presenta en los papeles como una combinación casi maléfica
de recesión en ciernes y elecciones a la vista?
La unión de factores no es de la mejor para encarar lo que se
viene de ahora en más hasta, al menos, el mes de octubre y ya se observan en el
panel de control muchas luces encendidas de un color algo más que amarillo, por
muchas dificultades que han comenzado a hacerse evidentes en la primera parte
del año, con lo cual la respuesta a este crucial interrogante habrá de
develarse, a más tardar, en un par de meses.
Con mucho de picardía política, aunque sin que la falte razón
como test para evaluar la gestión, Ricardo López Murphy sostiene que por
entonces se verá de modo primordial si todo lo que se construyó bajo el paraguas
del controvertido modelo productivo kirchnerista basado en el consumo resiste el
cimbronazo, sobre todo cuando el problema del empleo se agudice, lo que para
él es el verdadero talón de Aquiles de la situación.
En este aspecto, la reacción del Gobierno no dista demasiado
de lo que ha sido la marca registrada del período K, un discurso ideológico que
privilegia la acción del Estado como equilibrador, pero con un marcado
sesgo voluntarista que aniquila la misma, porque todo tiende a diluirse después
del envión inicial, cuando se comprueba que no se puede tapar el Sol con las
manos.
Mientras en España han quedado "parados" un millón doscientas
mil personas durante el último año, quienes gozan de un seguro que los protege
durante dos años y mientras las empresas industriales en Brasil señalan que van
a reducir personal en enero (achicamiento que además impactará en el empleo en
la Argentina, por menores compras a proveedores locales), aquí el ministro de
Trabajo, Carlos Tomada acaba de decir que, pese a que el mundo suma desempleo,
en la Argentina no se destruyen puestos de trabajo y pone como ejemplos lo que
está sucediendo en Siderar y Paraná Metal.
En ambos casos, el Gobierno está negociando, en un
ambiente de altísima tensión, que se mantenga el empleo de unas 4 mil personas.
En el primero, se haría con un enroque que puede implicar nada menos que la
digitación de obras publicas a favor del grupo Techint, para que éste recicle el
personal de la ex Somisa tomado para un emprendimiento que ya no se hará (la
construcción de un alto horno) porque el precio de la chapa en el mundo cayó a
valores que ahora no justifican la inversión y en el caso de la metalúrgica
santafesina, con compensaciones destinadas a mantener una planta que, según la
viceministra de Trabajo del gobierno socialista de Santa Fe, Alicia Ciciliani "o
ajusta o cierra".
No parece para nada descolgado que los funcionarios se tomen
todo el tiempo necesario en idear soluciones creativas, caso por caso, que
moderen el flagelo del desempleo, pero lo que resulta evidente es que no se
quiere avanzar por el camino más racional del seguro de desempleo que, si es
serio, implicará un costo fiscal importante que, al parecer, las cuentas
públicas hoy por hoy no aguantan. Así, se irán tratando los casos uno a uno,
hasta que, cuando comiencen a sumarse, se exteriorizará lo que ya muchas
empresas saben: que el Gobierno ha prohibido los despidos, algo que será una
vez más —como toda prohibición— una receta destinada al fracaso. Esta, la de
la desocupación, parece ser la turbulencia mayor a la que habrá de verse
sometido el matrimonio presidencial, en tiempos en que, para estabilizar la
nave, 2009 lo somete a una doble dificultad, lo que le angosta notoriamente el
desfiladero. La primera, deriva de la menor actividad económica global y de la
caída de precios internacionales, situación que, es probable, recorte de modo
decisivo el ingreso de divisas a la Argentina, lo que le quitará combustible a
la recaudación y cierta capacidad de atender los vencimientos de la deuda, más
allá de que se piensan hacer con fondos públicos generosos aportes en obras
hacia provincias y municipios para asegurarse el favor electoral.
El factor clave será la administración de los recursos, ya
que no habrá plata para todo, en tiempos en que la vaca lechera de la ANSeS, el
penúltimo manotazo de la Administración para hacerse de fondos, corre el riesgo
de secarse. En este punto, es conocida la capacidad y la pasión de Néstor
Kirchner por mantener las cuentas en azul, pero es justo recordar que el ex
presidente siempre se manejó en tiempos de vacas gordas y que ahora se verá si
tiene realmente uña de guitarrero o si la sacrifica en el altar de las
apetencias electorales.
El segundo problema es una cuestión de confianza, aunque
externa a la Presidenta y su esposo, ya que ambos presentan mucho desgaste y el
humor social contra ellos tiende a avinagrarse cada vez más. El punto es saber
si con dinero y cambios en algunas posturas que se venían sosteniendo desde hace
años, hay margen y tiempo para convencer a los desencantados del kirchnerismo y
si las obras, sobre todo en el Conurbano, le darán la base electoral que
necesita el oficialismo para no perder las mayorías legislativas que hoy le
permiten gobernar con extrema tranquilidad.
Entre esos virajes, que los analistas propios califican de
"adaptación" a la realidad y los opositores variación de posturas en el aire,
como un panqueque, hay cuatro situaciones similares en cuanto a cambios de
estrategia que tienen plena vigencia por estos días, todas al parecer nacidas
del cerebro de Néstor Kirchner, con miras a octubre: el acercamiento a
posturas más centristas dentro del PJ (Reutemann), la restitución de los pasos
fronterizos con el Uruguay, alguna flexibilidad en el conflicto con el campo,
conflicto que ahora potencia la sequía y el sinceramiento de las tarifas de
servicios públicos. En el caso del santafesino, llamó mucho la atención que
desde la cercanía de Néstor Kirchner hayan salido a darle un abrazo de oso al
senador, cuando se dejó trascender que la candidatura de Carlos Reutemann había
sido arreglada en Olivos. Una fuente con despacho en la Casa Rosada le dijo a
DyN en la semana que fue el propio ex presidente quien "ha hablado con él y le
dijo que largara, para complicar a (el gobernador de Santa Fe, Hermes) Binner.
Estuvo todo coordinado", confidenció. Estas declaraciones cayeron en su entorno
como una bomba y sumado a que las encuestas siguen dando favorito al socialismo,
parece que le han bajado un poco las revoluciones al ex piloto de F1.
Por el lado de Botnia y el Uruguay, Kirchner ha dicho en la
semana que él "nunca" apoyó los cortes, aunque hay testimonios, sobre todo el
del discurso en Gualeguaychú del 5 de mayo de 2006, cuando señaló efectivamente
que no estaba de acuerdo con los mismos, que demuestran que, al menos, los
alentó, más allá de haberlos tolerado: "Por eso les digo: racionalidad, fuerza,
coraje, la República Argentina en su rica pluralidad y diversidad está con
ustedes".
En este tema, y para avalar los nuevos vientos de la política
interna, la Cancillería tuvo que tragarse otro sapo durante la semana. Nada
menos que el INTI argentino se preocupó por dar a conocer un Informe en el que
se dice que Botnia no ha contaminado hasta ahora, lo que seguramente será
agregado por Uruguay al expediente en La Haya, por lo que bien podría predecirse
el resultado del litigio. Igualmente, el Gobierno ha tenido la suerte que los
asambleístas se han cocinado en su propia salsa, tras haberse empeñado en un
obstinado reclamo sin objetivos y que hoy quedan unos pocos revoltosos
idealistas, sin tanto apoyo popular como antaño, con lo que es más que probable
que muy pronto se termine con el ominoso corte de la ruta internacional.
El tercer cambio de rumbo es el más difícil de sostener
porque del otro lado hay un sector muy dolorido, el campo, con una problemática
que le agrega la sequía, que el Gobierno —cosas de la caja flaca— no parece
dispuesto a atender de modo directo. Algunas informaciones le adjudican los
acercamientos a la operatividad de Julio De Vido, aunque también fue notorio el
cambio de actitud del gobernador bonaerense, Daniel Scioli. Claro está que del
otro lado hay dirigentes duros de roer, con pretensiones electorales muchos de
ellos, quienes interpretan la bronca de las bases por todo lo que los ha hecho
sufrir el kirchnerismo. De allí que buscarán obtener del Gobierno todo lo que
puedan, pero seguirán con sus reclamos, denunciarán cada vez que una medida les
parezca "unilateral", como las últimas que dio a conocer la Presidenta y
seguirán diciendo desde las rutas que ahora el Gobierno quiere justificar sus
malas políticas con la seca campestre. Por último está el tarifazo de luz, que
castiga más a los que consumen más y no a los que ganan más y que aparece todo
de una vez después de haberse mantenido pisado el resorte durante un lustro, a
la manera de procedimiento bien grosero en su diseño que debería calificarse
mejor como un impuestazo, ya que ni un centavo de los aumentos de las tarifas
irá a parar ni a las distribuidoras para compensarlas y para que inviertan más
en redes, ni a las generadoras para achicar la deuda que el Estado tiene con
ellas ni a los transportistas. El dinero irá al Fisco, en cuanto a que los
aumentos generan más IVA y otros impuestos y esencialmente a los Fondos
Fiduciarios de donde salían los subsidios, una caja que está por fuera del
Presupuesto, lo que revela el carácter impositivo de la medida y que los
manotazos no se terminan.
Igualmente, se califiquen como se califiquen todos estos
cambios de rumbo, lo que está claro es que no está mal para un gobernante ser
pragmático, aunque en la determinación que se necesita para comandar un avión y
llegar a destino con su pasaje sano y salvo, los Kirchner deberían tomar en
cuenta que tanto zigzag tampoco es gratis en términos de opinión pública.
Hugo Grimaldi