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No hay Gaza para tanta sangre

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LA IMPERDONABLE MASACRE CONTRA LOS PALESTINOS
LA IMPERDONABLE MASACRE CONTRA LOS PALESTINOS

Las imágenes contrastan con el d

 

    Las imágenes contrastan con el discurso del gobierno israelí. Como una película en que el texto es la contracara de la imagen. Niños palestinos que miran sus figuras en un charco de sangre. Y una voz que dice:"No queremos la guerra, lo hacemos por nuestra seguridad" Una mano pequeña atrapada bajo los escombros. El locutor que lee: " No estamos contra el pueblo palestino, estamos contra los terroristas de Hamas." Familias enteras asesinadas. El texto sonoro que dice: "Fuimos pacientes hasta ahora. Los terroristas no dejan de tirarnos cohetes". Bombardeos a mezquitas, hospitales, escuelas, Organizaciones de Naciones Unidas. El justificativo: " Los terroristas usan a los civiles como escudos. Disparan sus cohetes desde hospitales" Aseveraciones humanitarias: " Antes de bombardearlos les avisamos que abandonen sus casas porque esa zona será atacada". Luego, por reiterados y sospechosos errores, se arrojan misiles sobre centros de refugiados. Bombas de fósforo para sacar a los defensores, siempre catalogados de terroristas, de los túneles. Escenas de un patetismo que subleva. El operativo tiene un nombre explícito y mortuorio: Plomo Fundido.

   El arte a veces refleja una realidad con prescindencia del tiempo en que un clásico fue escrito. Shakespeare le hace decir a Ariel, el personaje de su obra La Tempestad : "El infierno no existe, todos los demonios están aquí". 

    En Israel, una sociedad que siempre supo tener voces razonables para entender que el conflicto es fundamentalmente político y no militar, ahora se silencian o se pasan a la vocinglería bélica. Están considerando lógico que la solución pasa por bombardear a los palestinos. No sólo están cambiando de bando. Están enterrando sus sueños y sus utopías. Carlos Marx, entre sus numerosos aportes, dejó una frase que deberían recordar: "Un pueblo que oprime a otro, no merece ser libre". Y que se traduce actualmente en la certera expresión que los palestinos son " Los judíos de los judíos". Una sentencia que hiere hasta lo más profundo al humanismo judío.



Respondiendo falacias

    El periodismo habla de guerra. Extraña guerra. Entre el quinto o sexto ejército del planeta y un pueblo, sin ejército ni aviación, que eligió en elecciones irreprochables, según todos los testimonios, a sus representantes. Es cierto: el elegido, Hamas, no acepta la existencia del Estado de Israel. Posiblemente sea una carta que piense jugar en las mesa de negociaciones. Pero lo reconoce de hecho al haber negociado y establecido una pausa bélica de seis meses establecida en junio con la mediación de Egipto y que venció el 19 de diciembre. Ambas partes se imputan violaciones a la tregua. De paso no es ocioso señalar que Hamas fue alentado desde Israel, en su momento, para esmerilar a Al Fatah.
    Un caso parecido a lo que sucedió EE.UU con Saddam Husein en Irak a quien propulsó como contrapeso de Khomeini en Irán y que posteriormente derivo en una guerra prolongada entre Iran- Irak. Posteriormente lo transformó infundadamente en cómplice en el atentado a las Torres Gemelas y lo invadió con el conocido argumento de ser poseedor de armas de destrucción masiva.
    La corrupción del partido creado por Yasser Arafat, (laico) la intensa acción social de sus adversarios en uno de los lugares más pobres del planeta, y el gueto que crea Israel en la zona, explican el triunfo de Hamas (Islámico).
    Pero vayamos al meollo de la cuestión. La creación de un Estado Palestino. En Gaza, Israel fija las entradas y las salidas. Secuestra a 34 parlamentarios palestinos y los aloja en las cárceles israelíes. Se atribuye la potestad de intentar determinar quién debe ser el representante de los palestinos. Y después se sorprende que en esos 356 kilómetros cuadrados asolados por la desesperación y la miseria, donde se hacinan un millón y medio de personas, los representantes se radicalicen y arrojen los cohetes, de una eficacia reducida, pero extremadamente molestos, y que irritan lógicamente al millón de israelíes directamente afectados.
    Según estadísticas de algunas fuentes confiables, esos cohetes rudimentarios han producido en los últimos diez años alrededor de veinte muertos en los alrededores de Gaza. Las represalias han cobrado miles de muertos. Una relación muy parecida a la que se lleva acumulada en esta pretendida guerra, una simple cacería, donde hay, hasta ahora, 1203 muertos palestinos, un 40% de mujeres y niños, cinco mil heridos, la mayor parte menores de 18 años, contra 13 muertos israelíes, de los cuales nueves son militares, cuatro habrían muerto por fuego propio, otros cuatro civiles por misiles palestinos. Sin hacer comparaciones, simplemente a los efectos ilustrativos, parece la cacería de los militares argentinos, después del 24 de marzo, en la pretendida guerra contra la subversión. Y la proporción de las víctimas también parece una remake de las Fosas Ardeatinas. En palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano: "…en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
    Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas."
    Pero aceptemos por un momento que todos los argumentos israelíes son ciertos. La solución que proponen es amedrentar a los palestinos y asesinar a sus representantes. Cualquiera que tenga conocimientos históricos, sabe que las guerrillas son muy dificultosas para los ejércitos regulares. Hasta el mismísimo Napoleón lo comprobó en el siglo XIX en España. Sólo es sencillo destruirla cuando no cuenta con el apoyo de la población. La idea de desmoralizar al pueblo para que rechace a los guerrilleros es una idea contra-natura. Suponer, como ya lo intentaron en el Líbano, que las bombas harán virar la opinión de los bombardeados que reconocerán como sus liberadores a quienes los matan, es de un infantilismo indigno. Además, aunque coronen con "éxito" el asesinato de la mayoría de los dirigentes del Hamas, sólo se habrá conseguido una tregua transitoria. Es fácil predecir que surgirán dirigentes más radicalizados que harán añorar al Hamas, como ahora le resultan para los israelíes, como mucho más amigables, los dirigentes herederos de Arafat.
    Otra aseveración es que los palestinos ponen en peligro la existencia del Estado de Israel, argumento tan consistente como el que Cuba atentaba significativamente la seguridad de EE.UU.
    La afirmación carece del menor asidero, en este contexto. Más allá del odio que provoque en los palestinos las tropelías del ejército israelí, como los atentados suicidas producen en los israelíes, existe imposibilidad práctica. Contradictoriamente, si pone en peligro la existencia del Estado de Israel, la política suicida que ha emprendido, que sólo puede conducir a una radicalización de las posiciones en países del mundo árabe, hoy neutrales, y que suelen invocar hipócritamente el llamado "problema palestino", pero que ven con buenos ojos su acotamiento por métodos drásticos.
    A su vez no resulta casualidad que la ofensiva israelí se de en un marco de elecciones, con una sociedad que apoya en forma abrumadora los ataques masivos identificados como represalias, en donde los candidatos se posicionan más favorablemente en forma proporcional a la mayor dureza que exhiban y concreten. Es también posible que los bombardeos demenciales se inscriban en la duda que supone el arribo de Obama a la presidencia norteamericana y la posibilidad, difícil de aventurar, pero poco probable, de cambios en la tradicional política norteamericana de apoyo incondicional a Israel. El planteo sería un escenario de hechos consumados y a lo que Obama no le quede otra alternativa que convalidar.
    Para darle mayor incertidumbre a la situación, concluye también el mandato de Mahmud Abbas (Abu Mazen) que preside el territorio palestino de Cisjordania.
    En la medida que no hay guerra, no hay crímenes de guerra. Si hay un símil de gueto y hay crímenes de lesa humanidad. Y esa es una calificación lo suficientemente dura y precisa para obviar falsas equiparaciones como la de nazismo y genocidio. Si es cierto que la solución militar, prolongada en el tiempo, sólo puede tener "éxito" con un genocidio, como lo expresó el escritor peruano Mario Vargas Llosa.


Voces minoritarias en Israel
   
    Gideon Levy escribió en el diario Haaretz de Tel Aviv, con el título "El matón del barrio" : "Israel se ha embarcado en otra funesta e innecesaria guerra. El 16 de julio de 2006, cuatro días después del comienzo de la Segunda Guerra del Líbano, escribí: "En todos los barrios hay uno, un matón que habla a los gritos y al que no se lo debe provocar haciéndolo enojar… No es que el matón no tenga motivos. Pero cuando reacciona, ¡qué reacción la suya!".Dos años y medio después, estas palabras se pueden repetir, para nuestro horror, sin que haya que cambiar una coma. En el lapso de unas pocas horas, un sábado por la tarde, las Fuerzas de Defensa israelíes sembraron la muerte y la destrucción en una escalada tal que los cohetes Qassam, que cayeron sobre Israel, nunca alcanzaron en todos estos años, y la operación "Plomo fundido" recién está en pañales.
    Una vez más, las respuestas violentas de Israel, aun en el caso de que haya una justificación, son totalmente desproporcionadas: rebasan todos los límites que imponen los principios de humanidad y moralidad, y violan abiertamente la ley internacional.
    Lo que empezó el sábado 27 en Gaza no es otra cosa que un crimen de guerra y la expresión inequívoca de la insensatez de un país. Amarga ironía de la historia: un gobierno que emprendió una guerra fútil dos meses después de haber asumido el poder -hoy casi todo el mundo lo reconoce- se embarca en otra guerra fatídica dos meses antes de la conclusión de su mandato…. Las Fuerzas de Defensa israelíes desencadenaron una guerra…La sangre correrá como agua. Gaza, la ciudad de los refugiados, sitiada y empobrecida, será la que pague el precio más alto. Pero también sangre nuestra será innecesariamente derramada. En ese sentido, Israel está probando que no hay conexión alguna entre sus declaraciones públicas a favor de la paz y su conducta claramente beligerante.
    Israel también está probando que no ha aprendido las lecciones de la guerra anterior. Una vez más, esta guerra fue precedida por un diálogo público espantosamente uniforme en el que se oyó una sola voz: la de los que exhortaban a atacar, destruir, reducir al hambre y matar, es decir, la de los que incitaban reiteradamente a cometer crímenes de guerra.
    Una vez más, los comentaristas se sentaron en los estudios de televisión y glorificaron a los aviones de combate que bombardearon las comisarías en las que trabajan los funcionarios responsables de mantener el orden en las calles. Una vez más, se pronunciaron enfáticamente contra la moderación y a favor de redoblar los ataques. Una vez más, los periodistas describieron las imágenes de la casa destruida en la ciudad israelí Netivot como "una situación difícil". Una vez más, tuvimos el descaro de quejarnos de cómo el mundo estaba transmitiendo las imágenes de lo que estaba ocurriendo en Gaza. Y, una vez más, necesitaremos esperar unos días hasta que una voz alternativa finalmente se alce desde las sombras, la voz de la moral y la prudencia. Dentro de una o dos semanas, los mismos iluminados que exhortaban a dar golpe tras golpe competirán entre ellos a ver quién criticó más esta guerra. Y, una vez más, será desastrosamente tarde.
    Las imágenes que inundaron las pantallas de la televisión en todo el mundo mostraron un desfile de cadáveres y heridos cargados y descargados de los portaequipajes de los autos particulares que los transportaban al único hospital de Gaza que merece el nombre de tal. Tal vez necesitemos recordar una vez más que estamos tratando con una desdichada y golpeada franja de tierra habitada en su mayor parte por hijos de refugiados que han soportado tribulaciones inhumanas.
    Durante dos años y medio han sido enjaulados y condenados al ostracismo por el mundo entero.
    La corriente de pensamiento que afirma que mediante la guerra ganaremos nuevos aliados en la Franja , que maltratar a sus habitantes y matar a sus hijos los hará tomar conciencia, y que una operación militar será suficiente para hacer caer un régimen atrincherado para así reemplazarlo con otro que tendrá una actitud más amistosa con nosotros sólo expresa una visión disparatada de la situación.
    Hezbollah no resultó debilitada tras la Segunda Guerra del Líbano, al contrario. Hamas no resultará debilitada debido a la guerra de Gaza, al contrario. En poco tiempo más, después de que termine el desfile de cadáveres y heridos, arribaremos, como ocurrió después del Líbano, a un nuevo cese del fuego que será exactamente igual al que podría haber sido alcanzado sin esta guerra superflua.
    Mientras tanto, dejemos que las Fuerzas de Defensa de Israel triunfen, como dicen ellos. Héroes contra débiles, el sábado 27 bombardearon docenas de blancos desde el aire, y las fotografías que registran la sangre y el fuego no hacen sino mostrarles a los israelíes, a los árabes y al mundo entero que la fuerza del matón del barrio no ha amenguado. Cuando el matón está hecho una furia y anda destrozándolo todo a su paso no hay quién lo pare."
    En otra nota bajo el título: "Nuestros aviadores no volvieron sanos y salvos, dice entre otras cosas: ""No diferenciaron, y no podían diferenciar, entre alguien del Hamás y una niña, entre un agente de tránsito y un disparador de kassam, entre un depósito de municiones y un consultorio médico, entre el primer piso y el segundo en un edificio habitado por decena de niños. Según los informes, la mitad de los muertos fueron civiles inocentes. No podemos "quejarnos" de la puntería de los pilotos, no puede ser distinto cuando el arma es un avión y el blanco una franja de tierra donde los habitantes viven tan aglomerados. Nuestros excelentes aviadores son ahora héroes sobre los débiles: sin otra aviación que se le oponga, sin ninguna estructura defensiva contra ellos, bombardean y bombardean sin que nadie los moleste, como si estuviesen en vuelos de maniobras.
    Es difícil saber lo que les pasa por la cabeza, qué ocurre en sus corazones. Dudo que sea relevante. Se los juzga por sus actos. De todas maneras, desde una altura de miles de pies el cuadro se ve aséptico, como las manchas de tinta del test Rorschach: apuntar al objetivo, apretar el botón y ¡hop! se levanta una nube de humo negro. Otra vez dieron en el blanco. Ninguno de ellos ve la consecuencia de sus actos con sus propios ojos, ni antes ni después, sólo desde la altura del avión. Seguramente penetrados por los cuentos de terror sobre Gaza −nunca estuvieron allí− como si no existieran allí un millón y medio de personas que sólo quieren vivir con un mínimo de dignidad. Gaza, en la que hay jóvenes como ellos, con semejantes sueños humanos: estudiar, trabajar, formar una familia, aunque no tienen ninguna posibilidad de concretar, con o sin bombas"
    Ury Avnery, político y periodista israelí, en su nota: " Israel está multiplicando por mil a Hamas" escribe: " En realidad el cese del fuego no fue violado porque no había verdadero cese del fuego. El requisito principal para que haya cese del fuego en la Franja de Gaza debe ser la apertura de los pasos fronterizos. No puede haber vida en Gaza sin un flujo regular de los suministros más elementales. Pero los pasos en cuestión no han estado abiertos, salvo unas horas y muy de vez en cuando. El bloqueo por tierra y aire que afecta a un millón y medio de seres humanos es un acto de guerra de la misma magnitud que un bombardeo o un ataque con cohetes. El bloqueo paraliza la vida en la Franja de Gaza: elimina la mayoría de las fuentes de trabajo, coloca a cientos de miles de personas al borde del hambre, impide el funcionamiento de la mayoría de los hospitales, deteriora el abastecimiento de la energía eléctrica y el agua. Los que decidieron cerrar los pasos fronterizos, con el pretexto que fuese, sabían que no puede haber un verdadero cese de fuego en esas condiciones. Esa es la cuestión principal. Luego se produjeron pequeñas provocaciones destinadas a empujar a Hamas a reaccionar. Lo cierto es que, después de varias pequeñas acciones de ese tipo, en la que resultaron muertos combatientes de Hamas, la represalia de Hamas lanzando masivamente cohetes sobre territorio israelí no se hizo esperar y, quien lo hubiera dicho, el cese del fuego quedó en el olvido. Todo el mundo le echó la culpa a Hamas. ¿Cuál era el objetivo? Tzipi Livni lo anunció abiertamente: liquidar el gobierno de Hamas en Gaza. Los Qassams sólo sirvieron de pretexto. La guerra de Gaza es una réplica casi exacta de la Segunda Guerra del Líbano. El concepto estratégico es el mismo: aterrorizar a la población civil mediante incesantes ataques aéreos sembrando muerte y destrucción. Eso no entraña el menor peligro para nuestros pilotos, porque los palestinos no cuentan con armas de defensa antiaérea. La especulación: si se destruye toda la infraestructura necesaria para la vida cotidiana en la Franja y sobreviene la anarquía total, la población se sublevará y derrocará al régimen de Hamas. Entonces, Mahmoud Abbas regresará a Gaza en ancas de los tanques israelíes. Esta guerra está escrita en el muro: Israel está perdiendo la oportunidad histórica de hacer la paz con el nacionalismo secular árabe. Mañana, puede tener que enfrentarse con un mundo árabe uniformemente fundamentalista, con un Hamas multiplicado por mil" En palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos….. Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina…… Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.
    No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva…. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho….. Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales…..el que ha legalizado la tortura de prisioneros.
    ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? ……. Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.
    La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena."
    La misma aseveración realiza la escritora francesa Viviane Forrester en su último libro "El crimen occidental". Es un didáctico ensayo en el que entre otras cosas escribe: "A los ojos de las grandes potencias, esos mismos judíos, tratados por ella y sus países como parias, se convertían, una vez alejados, en occidentales, blancos superiores a los "indígenas" y, por la misma razón, poseían derechos naturales sobre ellos. Sobre todo cuando el sionismo, íntimamente ligado a Occidente, de donde descendía, esperaba, según Max Nordeau, "extender hasta el Éufrates los límites morales de Europa. Expresado con una fórmula muy bella, muy eficaz, pero de lo más inexacta: "Una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra…..Pero aunque su superficie no estaba catalogada como una nación, Palestina estaba realmente poblada, realmente habitada y realmente adaptada a una población que se fusionaba con ella……No se trata de poner en duda, y menos en tela de juicio, la irreversibilidad evidente de la nación, del Estado de Israel. La existencia de Israel, es, como Palestina, sagrada, irrevocable.
    Recordemos que si bien los judíos tenían con Occidente el más grave de los litigios, no habían tenido ninguno con anterioridad con el pueblo de Palestina, ni este con ellos. Ni a propósito de la tierra de Palestina, que no les fue arrebatada por los árabes ni fueron ellos tampoco quienes los expulsaron dos mil años antes, sino los romanos".
    El Director de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA Alejandro Kaufman escribe en Página 12 del 18 de enero: "La palabra árabe "naqba"(catástrofe) con que los palestinos designan la creación del Estado de Israel tendrá que quedar definitivamente incorporada a la historia y a la memoria judías. Por lo menos una versión de la memoria y de la historia judías exigirá la presencia de la naqba en los registros de la memoria de la Shoa. Un error corriente que se ha venido cometiendo es haber creído tantos, israelíes y judíos y no israelíes, que la supervivencia de la Shoá justificaba la existencia del Estado de Israel. No la justificaba ni la justifica. La explica, pero explica también la brutalidad de que es capaz el brazo armado de ese Estado. Lo que en cambio resulta increíble es que tantas buenas conciencias, tantas almas bellas, puedan pensar que haber sobrevivido a la Shoá es aleccionador de bondad, de buen corazón, como si la Shoá hubiese sido un gran experimento moral edificante, en el que el sufrimiento habría vuelto bondadosos a los sobrevivientes. Y es que el sufrimiento, la humillación, abren el camino en espiral a nuevos sufrimientos y humillaciones. Que las víctimas pueden convertirse en victimarios, aunque no sea una ley cíclica de la condición humana, forma parte privilegiada de las posibilidades indeterminadas del alma. Entonces, negarle a Israel el reconocimiento, amenazarla con la desaparición, asediarla y acosarla con violencia, son formas seguras de provocar la brutalización más extrema. Es lo que está ocurriendo en estos días, y no disminuye en un ápice la criminalidad de las acciones israelíes, ni es razón para asignar una mayor responsabilidad a sus enemigos.
    No puede haber paz en el Medio Oriente si los israelíes y el conjunto del pueblo judío no comprenden (como muchos no lo hacen) que los palestinos han sufrido injusta e indeciblemente como consecuencia de la instauración del Estado de Israel y que han sido exiliados y masacrados.
    No puede haber paz en el Medio Oriente si los palestinos no comprenden (como muchos no lo hacen) a los israelíes judíos como un pueblo que volvió del exilio y sobrevivió al exterminio"


No hay Gaza para tanta sangre

    No hay gasa para tanta sangre. Donde la "z" del lugar geográfico se trueca por la "s" del apósito para parar hemorragias o para tratar de cicatrizar una herida. Una gasa ideal es la que protege de modo oclusivo toda la superficie lesionada y además lo hace de forma cómoda para los pacientes.
    El escritor argentino Orlando Barone, en pocas líneas, ha reflejado lo que seguramente esta nota no ha podido sintetizar. El título: Paren a Israel. Dice así: "Sí, paren a Israel en nombre de los judíos. En nombre de su larga historia de sacrificio y heroísmo. Del gueto de Varsovia, de Treblinka, de Ana Frank y de Hannah Arendt. De aquellos que humedecieron el desierto sacándose saliva de la boca. Párenlo para que pueda pensar. Para que pueda darse cuenta. Y para que no hunda todavía más a la condición humana. A la suya. Paren a Israel antes de que bombardee jardines de infantes, maternidades, orfanatos, asilos de ancianos y hospitales para inválidos. Y de que ametralle ataúdes cerrados y dinamite las tumbas del cementerio de Gaza y extermine hasta la última mariposa del desierto. Párenlo en nombre de Jesucristo, de Maimónides, de Einstein, de Freud y de Marx; en nombre de Spinoza, de Martin Buber, de Kafka, de Arthur Miller, de Woody Allen y de Jonas Salk; de Mahler, de Gershwin, de Baremboin y de Chagall. Y en nombre de los muertos en la Embajada de Israel en la Argentina , y de los muertos de la Amia y de los muertos por la represión. Paren a Israel.
    ¿Qué necesidad hay de esperar que el número de masacrados civiles sume tal cantidad que entre en el libro Guiness de récords? ¿A qué esperar a que Israel se suicide? ¿O a que sus propias bombas destruyan su historia y hagan que estalle el alma que le queda? Sálvenlo aunque no quiera.
    ¿Cómo se salva a un adicto obligándolo a ser asistido de su miseria? Atándolo a la camilla de enfermo para que no pueda hacerse daño a si mismo.
    Ya Israel ha dado rienda suelta a su narcisismo bélico. Ya ha demostrado cuánto vale en la guerra, qué poder tiene, cuánto daño puede causar. Párenlo en nombre de la estrella de David. Y de los judíos, de los islámicos de los católicos, de los protestantes, de los evangélicos, de los budistas, de los agnósticos, de los paganos y de los ateos. Y en nombre de los seres por nacer en Israel y en Palestina y en el último confín del mundo. Párenlo."
    Para los que cuestionan la identidad judía de quienes no adherimos a ninguna religión y nos sentimos libres de criticar las políticas de cualquier estado, vale reproducir algunos párrafos de la nota que la periodista argentina de origen judío, Hinde Pomeraniec escribió en Clarín respondiendo a otra de Sergio Danishewsky de la redacción del mismo diario. Después de explicar su familia y la educación judía que recibió, escribió: "Todo este detalle biográfico, Sergio, es para aclarar que no tengo ningún conflicto irresuelto con mi identidad cuando cuestiono las políticas guerreras del gobierno israelí: sería difícil salirme de mi propia historia. En mi firmamento judío brillan Baruj Spinoza, Martin Buber y la resistencia del gueto de Varsovia comandada por Mordejai Anielewicz. No me parece cuestionable creer en la paz y en el progreso si eso significa plantarme frente al opresor, aunque se trate de mi padre. No voy a dejar de ser judía por quedarme del lado de las madres que sufren por sus cientos de chicos muertos en una cacería desenfrenada. Más miedo me da pensar en dejar de sentir como un ser humano, y eso sí que sería un verdadero conflicto de identidad."

 

Hugo Presman

 

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