El tema salarial se instaló nuevamente en
el centro del escenario laboral, pero hay otras cuestiones que demandan una
resolución contemporánea.
Por ejemplo, la desocupación, la pobreza, el empleo en negro
y los accidentes de trabajo son otros importantes frentes abiertos que
involucran a millones de personas y también al Estado.
El desempleo, según las últimas estadísticas del Gobierno,
estaría situado en el 7,3 por ciento, lo que significaría una baja respecto al
7,8 de la medición anterior.
Esa cifra podría considerarse aceptable, contemplando los
valores históricos aquí y en otros países y lo que está ocurriendo con la
economía local y global. El desempleo cero en realidad en estos tiempos no
existe.
Pero el problema tiene otras aristas, como la calidad de los
trabajos, que ha caído de manera singular en los últimos años. La precariedad
laboral y la mala paga son una constante en muchísimos casos y basta sólo con
hacer un rápido paneo, sobre todo en las grandes urbes.
Al respecto, los mayores niveles de desocupación, al menos
en el tercer trimestre de 2008, se dieron en el siempre convulsionado conurbano
bonaerense.
Por un lado, ello torna más complicado el panorama en el
superpoblado Gran Buenos Aires, y, por otro, denota que sigue multiplicándose la
migración interna, con la llegada de ciudadanos del interior y extranjeros en
busca de posibilidades o de zonas donde el poder adquisitivo suele ser superior
al de las regiones de tierra adentro o de países más pobres.
Lo mismo ocurre con la pobreza y la indigencia, para cuyo
cálculo se toman límites de ingresos cuestionables. Es cierto que hay que tener
en cuenta una línea de corte para separar los estamentos, pero ya está
comprobado que a esta altura los valores utilizados deberían actualizarse para
que no colisionen con la realidad.
El tema del empleo en negro es uno de los Talones de
Aquiles de la economía nacional. Ninguna comunidad puede prosperar cuando
casi cuatro de cada 10 trabajadores no están registrados.
Seguir explayándose sobre este flagelo ya se torna tedioso,
pero siempre es oportuno remarcar que los perjudicados son todos: empleados,
empleadores y el propio Fisco.
Empleo, pobreza y registración de trabajadores constituyen un
menú de problemas que dependen de la evolución de la economía, es cierto. Pero
un círculo virtuoso puede —o más bien debe— construirse destruyendo un círculo
vicioso, como es el caso de los flagelos que contaminan al mundo del trabajo.
Avanzar en esta misión significará borrar la teoría del "huevo o la gallina" o
la imagen del perro mordiéndose la cola, preñadas de una nociva resignación.
Otra cuestión sobre la que debe haber una solución rápida es
el nuevo régimen de accidentes de trabajo, donde en realidad la discusión está
pasando por un andarivel económico.
En el ámbito gubernamental están produciéndose reuniones
entre las autoridades oficiales, la CGT, los empleadores y la Unión de
Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (UART). Entre los puntos que generan
mayor fricción entre las partes se destacan el nivel del resarcimiento para el
caso de un siniestro laboral y la posibilidad de que el empleado pueda acudir a
la Justicia para reclamar una compensación mayor a la que estipule la ley (lo
que se dio en llamar 'doble vía').
Al respecto, se estaría conversando en torno a una base de
resarcimiento de alrededor de 250 mil pesos. Ello significaría al mismo tiempo
un avance para superar las discrepancias sobre el juicio en tribunales. Si la
cifra y la forma de pago ofrecidas al trabajador para cubrir un accidente son
satisfactorias, las partes estiman que automáticamente se desalentará la demanda
en los estrados.
Otro ítem que provocó largas discusiones fue el de los
accidentes "in itinere", que son los ocurridos en el trayecto del trabajador
desde su domicilio a su empleo y viceversa.
La fórmula analizada sería que el sector patronal debería
hacerse cargo si el siniestro ocurre, por ejemplo, en un vehículo de la empresa
—por ejemplo, un colectivo que traslada personal—, mientras que si sucede en un
transporte público o privado ajeno a la compañía, la responsabilidad sería de
quienes explotan esos medios.
La concreción de la reforma al régimen de siniestralidad
laboral deberá hacerse efectiva lo más rápido posible, ya sea para actualizar
algunos puntos que han quedado relegados, como para dar seguridad a las partes
involucradas en una cuestión que ha mostrado muchos avances en los últimos años
—especialmente en materia de prevención— pero continúa siendo una las aristas
más sensibles del mundo del trabajo.
Y en medio de aprontes y debates, hay lugar también para
el festejo. La semana que viene habría una comida en la CGT donde el agasajado
será el titular de la central sindical, Hugo Moyano.
El convite podría extenderse a Néstor Kirchner y Julio De
Vido, quienes junto con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner constituyen
desde hace más de un lustro una férrea alianza con el dirigente camionero.
En caso de asistencia perfecta, será una foto que ratificará
una vez más el camino común entre quienes tienen el poder en la Argentina. Y
aunque falte alguno, más allá de cualquier especulación circunstancial no habrá
dudas sobre la solidez de esa sociedad. Es que desde hace rato está elaborado el
menú político del Gobierno y Moyano, incluido el postre electoral que pretenden
saborear a fines de este año.
Luis Tarullo