La ex suegra del manager de Callejeros, Diego Argañaraz, comprometió hoy seriamente a la banda de rock en su presunta responsabilidad por la tragedia de Cromañón, ya que dijo que minimizaban las advertencias sobre los riesgos de la utilización de pirotecnia.
"Yoli" Mangiaroni, una de cuyas hijas —pareja de Argañaraz— murió en Cromañón, dijo hoy ante el tribunal oral número 24 que su ex yerno no tomaba en cuenta los reclamos que se le formulaban.
"No pasa nada, está todo controlado. Dejalos que son chicos y a ellos les gusta", solía replicar Argañaraz, según narró su ex suegra.
Visiblemente distanciada de su ex pariente político, el relato de la mujer osciló entre las lágrimas de dolor y las expresiones cerca del enojo por lo que ocurrió el 30 de diciembre de 2004 en Cromañón.
Mangiaroni describió a Argañaraz, uno de los imputados en el juicio, como un hombre "poderoso", que "chasqueaba los dedos y tenía a dos o tres de seguridad a su alrededor".
Así subrayó que Callejeros "tenía gente de seguridad" propia, que se identificaba con remeras que se confeccionaban en el local "Locuras", donde también se vendían entradas para los conciertos de la banda.
La mujer recordó que un responsable de "Locuras", a quien identificó y probablemente sea convocado como testigo por el tribunal, también les había advertido a los integrantes de la banda sobre los riesgos que conllevaban los fuegos artificiales en los recitales.
De uno de esos conciertos, el realizado a mediados de 2004 en el microestadio de Obras Sanitarias, el propio padre de Argañaraz —por entonces su consuegro— se retiró alarmado por la utilización de fuegos artificiales.
"Están todos locos", evocó Mangiaroni que le dijo su ex pariente.
"Yo, a veces, acompañaba a mi hija a los recitales porque tenía miedo de que pasara algo. Mi yerno no le hacía caso a nadie", resumió.
El juicio oral por la tragedia de la discoteca continuará por la tarde con la declaración de más testigos.
Mario Poliak