Sus biógrafos
y amigos aquí en la tierra, su viuda, María Kodama, han rechazado la veracidad
de la carta de Jorge Luis Borges donde supuestamente felicita al presidente
mexicano Gustavo Díaz Ordaz por la matanza de varios centenares de estudiantes,
el 2 de octubre de 1968, en la Plaza de la Tres Culturas, Tlatelolco, en el D.F.
La opinión pública está
a la espera que se edite la carta o el telegrama, cuya denuncia recoge el
periódico La Reforma de México, luego que la directora de análisis histórica
de la fiscalía, María de los Ángeles
Magdaleno Cárdenas, hurgando bajo la correspondencia del tenebroso Díaz Ordaz,
se encontrara con un mensaje de Borges que le felicitaba por el asesinato de los
estudiantes.
Información recién llegada de los teletipos, incluye en ese
mensaje al los escritores también
argentinos Bioy Casares, amigo de Borges, y Manuel Peyrou.
¿Borges nos sigue ficcionando o nos cuenta la verdadera
historia? En octubre del 68, cuando Díaz Ordaz con su cara de sapo del pantano,
cazaba estudiantes en la gran plaza mexicana con sus francotiradores, París
revolucionaba al mundo, la juventud pedía asaltar el cielo, la imaginación al
poder, cambiar la vida se escribía en grandes rótulos en las paredes
francesas, pidamos lo imposible, en fin, el sueño. La Revolución de Mayo del
68 ya había jugado sus cartas y quizás Borges no se enteró en el Mar del
Plata, de esa corriente social que paralizó las conciencias conservadoras de su
tiempo.
María Esther Vásquez, amiga, biógrafa, admiradora y
viceversa de JLB, negó de plano la veracidad de la misiva azteca. Borges nunca
tuvo militancia política, y Adolfito Bioy, no se comprometió con nada ni con
nadie, dijo la ensayista.
Pero Borges hubo un tiempo largo que se pronunciaba hasta de
las moscas y no lo censuramos, pero en verdad no vivió a ajeno a lo que el
mundo hacía a su alrededor.
Se insiste que Borges nunca tuvo actividad política, pero
habló hasta por los codos de muchos temas relacionados con la política, lo que
nos parece normal para un escritor, porque está inmerso en la vida social.
María Kodama, su abogado Fernando Soto y María Esther Vásquez
debieran leer el discurso borgiano, el día que el presidente de Chile, el
general Augusto Pinochet, dispuso condecorarlo, mientras en Estocolmo,
consideraban ese acto como una provocación contra los derechos humanos. Borges
se mostró partidario por la clara espada pinochetiana y no la furtiva dinamita
de Alfred Nobel, el padre del premio sueco.
No se necesita militancia, carnet, para decir algunas cosas o
señalar de que lado estamos.
La literatura, la obra de Borges, no necesita de estos
pergaminos. Se equivocó muchas veces y fue ciego de verdad en política, en
opinión de muchos. Más allá de los ciegos andenes de su destino, están sus
Ficciones verdaderas, Borges felizmente. Prohibido, prohibir fue la consigna de
Mayo del 68, Remember Borges. John Lennon cantaba: “A working class hero is
something to be”, ‘vale la pena ser héroe de la clase obrera’ Los obreros
y la juventud universitaria había
sacudido el mundo más allá de los falsos espejos: 10 millones de obreros
hicieron hervir la gran olla social durante tres semanas.
Lo que el gobierno mexicano debe hacer es editar las pruebas.
Es todo.
Rolando Gabrielli