El anuncio oficial sacudió la modorra del
viernes 13 poco después del mediodía. El adelantamiento de las elecciones
legislativas, inicialmente pautadas para el próximo octubre, para el más cercano
domingo 28 de junio, removió el avispero vernáculo y hizo trinar hasta los
tuétanos a la corporación política como nunca antes.
Emulando a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher
en abril de 1982, cuando el lunes 5 de ese mes resolvió enviar a los mares del
Sur la tremenda y punitiva Task Force con el objetivo único de retomar el
archipiélago malvinense, el matrimonio morganático gobernante resolvió de un
plumazo quemar las naves y presentar una ultima y quizá, definitiva batalla.
Pero lo peor del caso es que esta decisión, a todas luces
pensada a medias y decidida la soledad del bunker de Olivos, para nada condice
con lo expresado hace escasos momentos en Rawson (Chubut) por la Presidenta
Cristina F de K, que es la única alternativa posible para convocar al diálogo
intersectorial, sino un manotazo de ahogado para evitar el más que previsible
marasmo social antes del décimo mes de este agitado 2009.
Es que ya nadie se sorprende por el elevado grado de
descontento entre el grueso del pueblo argentino, más que harto de que lo
maltraten desde arriba y de sufrir a diario los coletazos de la asesina
inseguridad que para nada es una mera sensación.
Ambos saben que tiene los tiempos contados, y dolorosamente
cayeron en la cuenta el anterior domingo cuando en Catamarca perdieron por un
margen del 10%. A pesar de los turbios e inútiles fuegos de artificio de la
escasa prensa adicta, aún sangran por la herida y este es el motivo esencial
de semejante salto hacia adelante.
Demudados por semejante revelación, el grueso de los
analistas siguen atrancados de la mandíbula, sobrepasados por esta dosis de
realismo cuasi mágico al cual nos tienen sometidos los K desde hace 5
largos años.
Y lo que queda en el medio de semejante delirio, es inferir y
responder cabalmente que tamaña solución no encierra un salto hacia el vacío,
que se vislumbra abajo pero sin red de contención.
Fernando Paolella