Hay algo que flota en el ambiente, que no
encaja en el orden natural de las cosas, mas allá de los aciertos y desaciertos
que puede cometer un gobierno, cualquiera él sea (aun este, de los más nefastos
de la historia nacional).
Posiblemente sea esa lucha acérrima del poder contra el campo
argentino, o la apariencia de tal, que tiene lo que parece un enfrentamiento con
ribetes de delirio contra la producción agropecuaria. Sin embargo, en su
esencia, esa guerra no es el fruto de una ceguera, de empecinamiento caprichoso
o de prejuicios ideológicos llevados al extremo. Muy por el contrario, parece
ser efecto de un plan estratégico llevado hasta sus últimas consecuencias, con
una causa final: provocar la transferencia de los bienes de producción
agropecuaria a nuevas manos.
Hay una suerte de axioma sociológico y político: "los idiotas
no llegan a la Presidencia", salvo, por cierto, cuando un idiota es elegido por
serlo, para que no ejerza el poder, sino por interpósitas personas: "los vivos"
que llevaron al idiota. Claro, a veces, el cálculo resulta erróneo, como
aconteció con Claudio, emperador de Roma, un brillante que se hacía pasar por
idiota y accedió, ¡y de qué manera!, a la cúspide imperial, a costa de los que
resultaron los verdaderos idiotas.
Se podrá ser inteligente o no, se podrá o no ser culto o
instruido, apto o inepto, eficiente o ineficiente, honesto o deshonesto. Pero
quien accede a la presidencia no es idiota. Sentada esta premisa, hay algo que
no cierra en el titular del poder político en la Argentina, que no condice con
la premisa. Su ataque constante al campo, a niveles tan absurdos que han dejado
un tendal en todos los rubros (carne, leche, granos, etc.): pérdida de mercados
internacionales, baja estrepitosa de rentabilidad, reducción del capital de
trabajo, pérdida de capacidad productiva y contributiva legítima, pérdida de
poder adquisitivo, desocupación, cierre de establecimientos y de fábricas
vinculadas con el agro, etc. Los etcétera llenarían páginas.
Hasta ahora, los analistas, vinculados al agro o
independientes, economistas, académicos, periodistas o políticos, han atribuido
esta terquedad anticampo a diversas variantes: empecinamiento; a Kirchner no
le gusta perder ni dar el brazo a torcer; odio a la gente de campo; tozudez
patológica; prejuicios ideológicos; resentimiento social. Esas causas, a
esta altura de los acontecimientos, sólo podrían valer en un idiota y el
presidente y/o la presidenta no lo son. Nadie en su sano juicio dilapida un
capital político ni expone a su partido a sufrir una fuerte derrota electoral
por esas causas. Esto obliga a reflexionar fríamente y a evaluar los datos que
poseemos. La suerte del país y de sus habitantes va en ello.
Kirchner se recibió de abogado en la Universidad Nacional de
La Plata, carrera que cursó en plena lucha antiterrorista. El plan de estudios
tenía unas 25 materias y sufrió reiterados aplazos, por lo que su concurrencia a
las mesas examinadoras, clásicas fuentes de detención de guerrilleros, fue
constante. Jamás fue molestado Néstor Kirchner ni tampoco Cristina Fernández,
pues su vinculación o compromiso con la guerrilla eran nulos. De allí que su
actual postura es impostura. Egresado, Kirchner se inició en Río Gallegos como
abogado de prestamistas. Le fue bien y a poco se hizo, a su vez, prestamista.
Así, sacó a remate bienes de deudores, que adquirió cuando podía, y aprendió a
"presionar" a gente con dificultades económicas, ya que resultaba posible
quedarse con su patrimonio.
Ya con dinero, llegó a la gobernación de Santa Cruz, luego de
incursionar por la intendencia de Río Gallegos. Al frente del gobierno de la
provincia, le tocó el triunfo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
un juicio contra el Estado nacional por reconocimiento y cobro de regalías
petroleras. Por consejo del ministro Domingo Cavallo, invirtió el dinero de la
provincia en acciones de YPF, de fuerte suba en el mercado, con lo cual Santa
Cruz se hizo de unos $ 1.200 millones, equivalentes a igual valor nominal de
dólares estadunidenses, cuyos movimientos permanecen en absoluta oscuridad.
Sin embargo, un día aparecieron en una cuenta unos 525
millones de dólares, que oficialmente se declararon como de Santa Cruz. Lo
curioso es que aparecieron luego de que Kirchner llevara dos años y medio en la
presidencia de la Nación. ¿Imposiciones originarias de Santa Cruz? ¿Desvío de
fondos reservados de origen federal? Las otras curiosidades son: A) ¿Dónde están
los demás fondos, pues aparecieron unos 525 millones de dólares y nada se supo
del resto hasta llegar, sólo por capital, a los 1.200 millones de dólares? B)
¿Dónde están y a cuánto ascienden las rentas que produjeron a lo largo de los
varios años de su colocación los U$S 1.200 millones? ¿Cuáles fueron los
movimientos, uno por uno y día por día, de esos fondos colocados en entidades
financieras del exterior?
Los rumores y las suposiciones, que a falta de pruebas
concretas por su inexplicable ocultamiento se transforman en indicios, sugieren
parte del motivo de ocultar los movimientos. Cuando Eduardo Duhalde vio la
posibilidad de derrotar a Carlos Menem en su intento de re-reelección, buscó
alternativas, dicen que con subasta incluida, lo que, en la Argentina, no
resultaría una rareza. Así descartó a Reutemann y a De la Sota, ambos
curiosamente silentes, y se encontró con un gobernador con dinero y sin
escrúpulos (¿U$S 100 millones? ¿Más? ¿Verdad o mentira?) Sólo un peritaje
profundo e integral del movimiento de los fondos de Santa Cruz permitiría
confirmar, rectificar o desmentir el rumor sobre el hecho y su monto. Quizás sea
este uno de los motivos de tanto secreto acerca de datos que debieran ser
públicos, como lo hubiera sido en un Estado de derecho.
Cualquiera sea el motivo por el que Duhalde optó por Kirchner,
el caso es que Carlos Menem abandonó la contienda y así fue,
inconstitucionalmente, por falta de mayoría y de 2ª y obligada vuelta,
consagrado presidente de la Nación Néstor Kirchner, a quien no molestó Eduardo
Duhalde, quien se apartó del ruedo casi por completo. Una excentricidad ante el
regalo político de la presidencia a un minoritario proveniente de una provincia
sin relieve sustancial. Salvo, claro está, que tal acceso no haya sido un
"regalo." ¡Qué bueno sería el conocimiento integral del movimiento de los
fondos de Santa Cruz!
No nos dejemos tentar y prosigamos con el análisis frío,
aunque hierva la sangre con su desarrollo. Ya en la presidencia, con sigilo,
Kirchner llevó adelante su estrategia de enriquecimiento, de tanto éxito en
Santa Cruz: presión y mas presión sobre distintos sectores y hacerse parte de
las fuentes de producción, que son las que generan los grandes ingresos.
Adjudicaciones de obra pública a amigos y desplazamiento de empresas que no lo
son. Reemplazo en el capital de las empresas adjudicatarias de obra pública, de
quienes no son amigos por quienes lo son. Si no hay reemplazo, no hay obra
pública. Adjudicación de concesiones de juego a amigos, con garantía de
imponentes ganancias y de cuasi monopolio. Copamiento de las empresas
generadoras de energía eléctrica. Copamiento de empresas vinculadas con la
producción de otros tipos de energía (caso último es la inserción de capital K
en YPF). También Techint parece haber sido puesta en el objetivo de Kirchner,
con la invalorable colaboración de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, con la
expropiación de Sidor.
Tampoco el transporte permaneció ajeno, a juzgar por Buquebus
y la pretensión de hacer de su presunto propietario socio en varias jugadas en
pos de la hegemonía económica del capital Kirchner. No es de extrañar que
asistamos a un proceso de privatización parcial o total de Aerolíneas, una vez
concretada la famosa expropiación en danza. ¿La excusa? Evitar el embargo de los
aviones que ingresen al patrimonio de Aerolíneas, en cuanto aterricen en
cualquier aeropuerto del exterior, dada su confusión con el Estado Nacional,
hoy, quizá, el mayor deudor soberano en default de la Tierra.
Los medios masivos de comunicación tampoco escaparon a la
gran "redada", articulada en este caso con el manipuleo de las concesiones, de
las adjudicaciones de ondas y del manejo de la publicidad del Estado y de todo
aquello influenciable por el Estado, sea este nacional, provincial o comunal,
que a todos los ámbitos llega el brazo corruptor desde el vértice de la pirámide
de mando.
Inversiones inmobiliarias de elevado rango. ¿Algunas de Puerto Madero?
Imaginar que las distribuciones de favores que dan pie a
súbitas riquezas imparables no son parte de una participación societaria es
ingenuo.
En síntesis: pareciera que Néstor Kirchner conduce o
participa de un gigantesco pool presente en todas las fuentes de producción en
la Argentina. ¿Realmente en todas? No. Falta la que quizá sea la más importante:
el agro. El campo argentino y todo lo que se mueve a su alrededor. Hacia él
avanza el tentáculo poderoso de quien busca sentar allí sus reales de modo
contundente. Lo espantoso es que lo hace con la complicidad consciente o
inconsciente, por dolo o por culpa, de gobernadores, intendentes, legisladores
nacionales y provinciales, periodistas, empresarios, gremialistas y dirigentes
de todo tipo, incapaces de reacción ante este pulpo que todo lo absorbe, sin mas
límite que el que le marca su propia conveniencia.
En la misma ruta que le marcó su experiencia santacruceña, se
dio a la presión ilimitada sobre los productores agropecuarios, sean estos
propietarios, arrendatarios, pooles de siembra y cualquiera sea el marco de su
producción: leche, carne, granos, frutas, hortalizas, etc. Como la presión se
ejerce a través de altísimos y desaforados impuestos, sumados a fuertes
limitaciones de comercialización, con prohibición, real o virtual, de
exportaciones y otras maniobras, nadie vinculado a la producción agropecuaria
queda fuera del horror de la destrucción patrimonial. Los efectos ferozmente
dañinos para el país no importan, la pérdida de mercados tampoco. Sólo importa
aquello que se busca con ahínco: fundir al campo. Llevar a los productores a la
insolvencia absoluta, a aquella de la que no se sale si no se vende, y mal, la
fuente de producción, el campo y lo a él relacionado.
Ya con el campo exhausto, o en camino de serlo, se puso en
movimiento la otra pinza, la que permita la transferencia de las propiedades, de
las maquinarias, de los animales y las herramientas, de los frigoríficos y de
las fábricas de maquinaria rural, de aceiteras, de lo que es, en definitiva, la
producción agropecuaria. Esa otra pinza se llama capitales de adquisición.
Así nació el blanqueo de capitales, que no hay que
confundir con "moratoria impositiva". Es absolutamente diferente.
El 22 de diciembre último, se promulgó la ley nacional
26.476, cuyo título III está dedicado al blanqueo de capitales existentes en el
país o en el exterior, cualquiera haya sido la fecha de compra de las tenencias
y el origen de los fondos con que fueron adquiridas. Esto implica legitimar la
constitución de un gigantesco fondo, con capitales propios de quienes los
blanqueen, o con capitales de terceros que los blanqueen a nombre de otros, o en
sociedad con otros. La ley posibilita un rastrillaje de fondos que circulan en
el mercado internacional, fiscalmente no declarados, o declarados fiscalmente y
dados en mutuo o en cualquier tipo de sociedad o asociación, a personas
jurídicas o de existencia visible, nacionales o extranjeras, que podrán volcarse
a la adquisición masiva de bienes rurales argentinos (campos, maquinaria,
animales, construcciones, silos, rodados, frigoríficos, fábricas de maquinaria
rural, etc.). A los efectos de este análisis, son de destacar los incisos a) y
e) de la ley 26.476.
El inciso a) grava con un impuesto del 8% los bienes
radicados en el exterior y tenencia de moneda extranjera y divisas en el
exterior que no se transfieran al país. Sean valores propios de quien los
declare o de propiedad de terceros asociados o que den en préstamo o en otro
tipo de contrato al declarante. Baste con que se declaren de alguien que es el
que tributará ese 8%. Esos valores quedarán en el exterior el tiempo necesario
para esperar su inversión en la adquisición de bienes vinculados con la
producción agropecuaria, lo que sucederá a medida que los productores vendan, a
valor de liquidación, sus bienes.
En definitiva: un enorme fondo a la espera de momentos de
zarpazos. ¿El precio? 8% de impuesto, que se compensará con la utilidad feroz
derivada de comprar con esos fondos bienes muy valiosos a precio de remate.
Otras tributaciones se compensarán con las rentas del fondo mientras permanezca
en el exterior, que también irán amortizando ese 8% de impuesto inicial.
El inciso e) grava con el 1% de impuesto a los mismos bienes
en el exterior, siempre que se ingresen al país y se destinen, entre otros, a
financiamiento de obras de infraestructura, inversiones inmobiliarias,
agroganaderas o de servicios.
¿Cuál es la diferencia entre los dos incisos? Que en el
segundo caso el blanqueo y la individualización de su destino deben
exteriorizarse en un lapso de 6 meses a contar desde el siguiente al de la
publicación de la reglamentación de la ley, plazo que vencerá, aproximadamente,
en septiembre de 2009. O sea que, para pagar sólo el 1%, habría que
individualizar la inversión antes de finalizar septiembre de 2009, en tanto que
el fondo agazapado sin límite de tiempo de inversión se blanquea, pero su
inversión se hará a medida que aparezcan las víctimas o las grandes
oportunidades negociales a lo largo del tiempo.
Viene al caso recordar una operación de adquisición hostil
del capital accionario de una gran empresa de Estados Unidos, allá por
1985/1986, conducida por Werner Michael Blumentahl, un prestigioso ex secretario
del Tesoro del gobierno de "Jimmy" Carter, que había dejado su cargo en 1979, y
que antes se había desempeñado como subsecretario adjunto de Estado para Asuntos
Económicos en el gobierno de John F. Kennedy. Ya en la actividad privada, desde
la presidencia de Burroughs, con sigilo, se lanzó a armar un gigantesco fondo,
con préstamos otorgados por las principales instituciones financieras, que
orilló los 2.500 millones de dólares. Blumentahl, en nombre de Burroughs, lanzó
una oferta masiva de adquisición hostil, a precio superior al de cotización en
el mercado, de las acciones representativas del capital social de Sperry
Corporation, uno de los grupos empresarios mas acreditados y fuertes de los
Estados Unidos, el mismo que fabricaba el instrumental de las naves espaciales.
El presidente de Sperry, de pesca en Bahamas, se enteró por los diarios de la
oferta hostil, pero ya era tarde, pues, para desbaratar el operativo, se
requería de un fondo de similar envergadura, y constituirlo llevaba tiempo.
Burroughs se hizo del control de Sperry y el negocio culminó en el nacimiento de
Unysis Corp., producto de la fusión Burroughs-Sperry, la segunda empresa en
dimensión, de computación, de los Estados Unidos, luego de IBM. Claro que la
operación, paradigmática de adquisición hostil, se hizo con adecuación a la ley,
sin intervención del Estado, sin negociado en el medio, a precio superior al de
mercado y sin la presión irresistible del poder político asfixiando en procura
de la venta.
Un fondo gigantesco, el fondo K, es el que parece haberse
lanzado para su constitución, de modo que su injerencia en todas las fuentes de
producción sea definitiva y definitoria. Por cierto que en la constitución
del fondo no participarán solamente capitales espurios originados en negociados
hechos en la Argentina, o en evasiones fiscales. Habrá capitales de
diferente origen, ralea y nacionalidad. Esto que parece de cienciaficción
explica lo que, a ojos serios pero ingenuos, se califica de tozudez,
resentimiento, prejuicios ideológicos, ignorancia, adjetivaciones con asidero
hasta llegado cierto límite, traspuesto el cual nos adentraríamos en la idiotez
del presidente Kirchner. ¿La tiene?
Monseñor Fulton Sheen o el cardenal Francis Spellman, uno de
los dos, expresó que, si algo tiene pico de pato, vuela como pato y tiene
graznido de pato, es pato. Desde estudiante, Kirchner tenía el sobrenombre de
"Pulpo". En honor a la verdad, abraza como pulpo, abarca como pulpo, aprieta y
devora como pulpo, por lo que es un pulpo y el sobrenombre no es tal, sino su
nombre de especie.
El drama es que su víctima es de color azul y blanco, con un
sol en el centro.
Alberto Robredo