"Jamás aceptaría pertenecer a un club que
admitiera como socio a alguien como yo", la célebre frase de Groucho Marx, hoy
resulta ampliamente aplicable a la Argentina, en relación a su membresía con el
Fondo Monetario Internacional. El único problema es que por estas horas, en
medio de un proceso eleccionario en el que el oficialismo se debate para ver
cómo salva la ropa, nadie podría en el Gobierno suscribir esa ironía desde una
perspectiva más seria, ya que la realidad se ha convertido para sus miembros en
un concierto de disimulos.
Por ejemplo, Carlos Fernández, el poco locuaz y casi
invisible ministro de Economía, se está comportando en Washington por estos días
como lo indica lo dicho por el genial cómico neoyorkino o, peor aún, como el
integrante de un consorcio que vive pateando todos los tableros, pero que
después protesta más que ninguno cuando el portero no le cambia el cuerito de la
canilla. A través de él, la Argentina está cumpliendo el rol del 'enfant
terrible', ya que se opone a rajatabla a cumplir con los Estatutos del FMI, el
club del que sigue siendo socio, que le imponen revisiones anuales a las cuentas
públicas, mientras le pega al organismo desde la letra del discurso por
instrucciones presidenciales pidiendo "mayor flexibilidad" en la provisión de
financiamiento. Si es una pose para quedar bien ante cierto público interno
al que se le vendió las maldades del otro Fondo Monetario, ya es malo hacerlo en
ese ámbito; aunque mucho peor es que se perciba que ha ido a la cueva del león
sólo para mojarle la oreja.
Ha dicho Fernández que pedir créditos sin condicionalidades
"no es un planteo utópico", que hay que discutirlo, aunque la verdad es otra: si
llega una misión del FMI, porque ésas son las reglas que la Argentina se niega a
cumplir, querrá verificar primero que nada las maquilladas estadísticas del
INDEC y está claro que así, como son ahora las cosas, nunca podrá pasar con
éxito esa prueba tan delicada. Quizás tampoco otras y esto es lo que ha llevado
a funcionarios del nuevo Fondo a decir que tienen una "visión poco nítida" de lo
que ocurre hoy en la economía argentina, por lo que las eventuales líneas de
crédito quedarían para mejor oportunidad. En medio de tanto ruido para consumo
interno y de molestias crecientes de los países proveedores de fondos, aunque
ahogado por las necesidades de financiamiento, está claro que el ministro está
pasando la gorra como el que más. Pese a tanto pataleo, lo que al menos aspira a
traerse, como si fuese algo automático, son los 2.500 millones de dólares que le
corresponden a la Argentina por el incremento que se ha hecho del capital del
organismo. Si hay pobreza, que no se note.
El mecanismo, lo que alguna vez se llamó "barrer debajo de la
alfombra", por otra parte una sutil forma de mentira y factor de desconfianza
que se ha vuelto como un boomerang contra quienes idearon la estrategia y siguen
persistiendo en el error, tuvo en la semana algunas réplicas bajo una versión
particular del arte de los ilusionistas: el "todo por aquí" y el "nada por
allá". El juego, que consiste en mostrar únicamente lo que se quiere mostrar, es
decir sólo medias verdades, durante estos días ha tenido manifestaciones
públicas en el caso del dengue, el debate sobre la inseguridad y la edad de
imputabilidad de los menores, las estadísticas productivas del INDEC y la
recepción que se le hizo a la CGT en la Casa Rosada, con promesas ocultas de
subsidios para las obras sociales, dinero que se comenzó a pagar, como un
bonus retributivo, al día siguiente de la reunión.
En el caso de la relación con Brasil, aunque allí hay en
juego cuestiones diplomáticas inevitables que naturalmente tienden a endulzar la
situación, la llegada del presidente Lula a Buenos Aires, sus reuniones con
Cristina Fernández y los discursos y respuestas a la prensa dados por ambos
presidentes, han mostrado varios lineamientos al menos ambiguos, lo que permite
inferir que no toda la verdad ha salido claramente a la luz. Quedó en claro, por
ejemplo, el acompañamiento argentino, aunque se notaron amplias divergencias no
explícitas en cuestiones de fondo, en relación a la idea de "vivir con lo
nuestro" que hoy tiene la Argentina, frente al liderazgo antiproteccionista que
encabeza el brasileño.
Hubo también ocultamiento rayano en lo delictivo en la
bochornosa irrupción de banderas similares en las tribunas de Boca y de River,
en ocasión del Clásico, ya que parece imposible que las dos hinchadas hayan
podido orquestar al unísono desde sus odios, consignas críticas contra el Grupo
Clarín y la televisación del fútbol sin que nadie, desde estructuras afines al
Gobierno, los haya apañado. El caso se hace más ruinoso para la imagen
gubernamental, porque la movida dejó en off side a diversas áreas interesadas en
aplacar la violencia y puso en tela de juicio la verdadera vocación oficial de
terminar con la poderosa industria que tienen montada los barras bravas,
campeones de los ingresos en las canchas por venta de drogas, "trapitos" de
estacionamiento y reventa de entradas y a sueldo de los políticos y gremialistas
que lo soliciten.
En cuanto a las maniobras para hacer y no parecer está el
caso de las candidaturas llamadas "testimoniales", el mejor ejemplo de un
invento argentino que lleva a un mayor deterioro institucional, sin incluir los
reparos morales que pueda generar el mecanismo. Según todo lo indica, Néstor
Kirchner no se conformaría con ser él mismo cabeza de la lista en la provincia
de Buenos Aires, sino que quiere el compromiso de todos los que le puedan
arrimar votos, en especial en el llamado Segundo Cordón del Conurbano,
intendentes, funcionarios, ministros nacionales, etc. Así de chico ha quedado el
territorio que hoy defiende el ex presidente, seguro de que en el interior de
Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y la Capital Federal, a dos meses de la
elección, resulta casi imposible revertir la derrota.
Este clima de bajoneo político por parte del oficialismo, le
ha dado alas a muchos sectores para sacar la cabeza, ya que algunos barruntan
que en nombre de las necesidades fiscales, que podrían agravarse por la
inversión eleccionaria, podrían ir por ellos. De allí, que no extrañe la reunión
del Grupo de los 7, donde banqueros, industriales, comerciantes, constructores,
financistas y hombres de campo volvieron a mostrarse sentados alrededor de la
misma mesa, para aguantar lo que se presente.
La preocupación giró en torno a que el Estado está nombrando
directores en las empresas, a partir de las acciones que heredó de las AFJP. En
el caso de Siderar, cubrió la vacante con el economista Aldo Ferrer, pero en el
Banco Macro puso a un hombre de Julio De Vido quien, por falta de idoneidad y
experiencia financiera, no debería pasar los filtros que el BCRA pone para
cubrir ese tipo de cargos. Se verá si es así o si alguien buscará encubrir las
carencias.
También los banqueros creen, y así lo dijeron sin tapujos,
que a la corta o la larga, el Estado apurará a las entidades para que presten
dinero a las empresas o para que ayuden a financiar los desequilibrios del
Estado. Por las dudas, este mismo fin de semana se dará a conocer una línea
crediticia de $ 5.000 millones de los bancos nacionales destinada a las Pymes, a
una tasa de 14% anual. Luego, si los clientes no toman esos créditos por los
temores que fueren, nadie podría reprocharle nada a los bancos. Al fin y al
cabo, razonan, lo mismo pasó con todas las líneas que promocionó el Gobierno con
cocinas, calefones, heladeras y automotores y esta última un fiasco por falta de
demanda. Otro ejemplo de los autoengaños a los que se someten las autoridades,
junto a su extraordinaria capacidad para agrandar en su contra cualquier
cuestión, ha quedado en evidencia con la escandalosa prohibición que sufrieron
ocho ex secretarios de Energía de los últimos gobiernos democráticos de dar a
conocer sus conclusiones sobre la problemática del sector. El Plan, una suerte
de Política de Estado de consenso para salir de la crisis, iba a ser presentado
en la Facultad de Ingeniería y se quedó en eso, porque sospechosamente el decano
descubrió, aún cuando ya había mandado todas las invitaciones del caso, que "no
se trataba de un debate", sino que como ya existía un documento, el acto se
convertía en una "tribuna" proselitista.
Inmediatamente, lo que iba a ser un tema de especialistas,
aunque francamente crítico para el área que comanda el ministro De Vido, ya que
involucra un diagnóstico ilevantable sobre su gestión, junto a la prevención de
que se perderá el autoabastecimiento, pasó a la primera plana de los diarios.
Aunque las ideas del documento no son tan diferentes que las tiene la actual
Administración en cuanto al rol del Estado, todos se enteraron de que había
habido en el medio un episodio de censura, que se le atribuyó al Gobierno en su
afán de tapar el Sol con las manos.
Todo este divorcio entre discurso y realidad, una constante
en el kirchnerismo, es algo que los medios suelen reflejar con crudeza. Esta
postura crítica hacia una táctica que, aunque tenga variantes, ya ha dejado de
sorprender porque hasta el menos avisado sabe como se plasma la jugada, ha
generado desde siempre tensiones en la relación con la prensa, lo que lleva
habitualmente al Gobierno a decir que enfrente tiene un contrapoder de carácter
político, al que define cada vez que puede con el peyorativo sambenito de
"medios de incomunicación".
"El periodismo es visto por una parte del gobierno como un
enemigo a derrotar", han dicho el viernes las empresas periodísticas nucleadas
en ADEPA para caracterizar el fenómeno, en el Informe semestral que produjo la
entidad. En el mismo, no se ahorraron párrafos críticos hacia toda la batería de
elementos que, habiendo partido del Gobierno, han provocado el "grave deterioro"
de la libertad de prensa en el país.
En cuanto a la lista de coacciones gubernamentales, los
editores detallaron la presión de la AFIP hacia los medios, aún desoyendo fallos
judiciales, la discusión intempestiva de la Ley de Radiodifusión, la
distribución a dedo de la publicidad oficial y la compra de medios "a través de
adláteres, el financiamiento de grupos adictos y la cooptación económica de
otros".
Este punto podría derivar, según ADEPA, en un peligroso
modelo de "centralización informativa", destinado a generar uniformidad de
pensamiento, lo que, a su vez, generaría "cambios políticos convulsivos" por
falta de "diálogo cotidiano", una advertencia que le cabe de modo directo a
algunos en el Gobierno, si las elecciones del 28 de junio salen al revés y se
prenden en una suerte de afán autodestituyente, el mismo que alguna vez
sobrevoló por los jardines de Olivos.
Hugo Grimaldi