La nuevas tecnologías que se comenzaron a
aplicar a la información y la educación a fines de los '80 en la Argentina, y
que hoy representan un tráfico incontrolable en contenidos y sitios en la red,
representan aún un interrogante para la enseñanza y los docentes acerca de sus
consecuencias y objetivos.
Más allá de la aparición del libro hace 3.000 años
considerado una revolución en su momento, las nuevas tecnologías aparecieron en
aulas y hogares con las promesas de "universalizar el acceso a la educación y
los conocimientos" y "achicar las brechas sociales y económicas" entre los
ciudadanos, especialmente niños y jóvenes en etapa de formación.
Directivos y docentes no pueden responder con claridad hacia
dónde vamos, a casi 20 años de la llegada de los ordenadores o PC's, del trabajo
con softwares educativos en escuelas y universidades, de la aparición del correo
electrónico, el intercambio de datos, el aprendizaje virtual desde el hogar
hacia cualquier punto del mundo y la apertura libre de contenidos, asignaturas y
datos personales en la red.
Hoy lo que nadie discute es que las nuevas tecnologías
definen las economías de los países, es decir califican su grado de desarrollo y
el de las personas por su acceso o exclusión.
El rector de la Universidad de Salamanca José Ramón
Alonso pronosticó que en siglo actual "vamos a una educación digital, más
abierta a todos y con clases por teléfono móvil" y opinó que en dos años "todos
los rectores estarán en el Facebook", la red de comunicación social en Internet.
Alonso, doctor en Biología, unos de los conductores de la
universidad española con ocho siglos de existencia, en su disertación en la 35
Feria del Libro de Buenos Aires sobre "Del pergamino a la Web" pudo describir
las nuevas reglas de entre estudiantes y universidades, entre empresas y centros
de estudios, entre profesores y directivos, pero no pudo contestar hacia dónde
vamos.
"Habrán asignaturas, ejercicios y tesis disponibles en la web
para todos los estudiantes, sitios gratuitos de contenidos y canales de
televisión educativos y bibliotecas digitales con libros y documentos históricos
y contemporáneos, a disposición de docentes e investigadores", describió.
Las clases serán más breves, algunas se darán teléfonos
móviles, habrán más ejercicios y juegos, para no aburrirse e interactuar.
Sin embargo, en este presente no muy lejano para Argentina
muchos pedagogos aún debaten y analizan las consecuencias de la explosión de
tecnologías y el cambio en las relaciones en la educación y los hogares.
El sociólogo Luis Quevedo sostuvo días pasados en la Feria
del Libro en respuesta a los miedos de los docentes de que los chicos se
instalen en un "mundo virtual", "con compañeros y situaciones irreales", afirmó
que "el libro fue también una nueva tecnología, que revolucionó la sociedad y el
modo de dictar las clases" cómo más tarde lo fueron "la radio y la televisión".
Sin embargo, para Quevedo "los libros, las novelas de
televisión y el radioteatro también nos introdujeron a mundos de ficción y eso
no fue pernicioso".
¿Cuál sería entonces el uso positivo de las tecnologías
para la educación?. Para los especialistas, estas herramientas "no educan,
informan y distribuyen abiertamente conocimientos, algunos sin control", y por
ello deberían utilizarse "con sentido crítico de las mismas". Para el doctor en
Educación Mariano Palamidessi, en la enseñanza "la ola de incorporación de
tecnologías se superpone con debilitamiento de las creencias y las fuerzas que
impulsaron la utopía de la escolarización universal, el desencantamiento
generalizado que atraviesa la tarea pedagógica, antes tan sagrada y plena de
sentidos, y la sensación de impotencia de los docentes frente al poder cultural
del mercado".
"Para revisar las formas y las razones de integración de las
tecnologías en las escuelas necesitamos comprender la convivencia actual del
sentimiento de que algo sagrado que debe ser preservado se está destruyendo (la
educación pública, el espacio protegido de la infancia, la especificidad de lo
escolar), con la poderosa promesa de una verdadera revolución educacional
motorizada por las tecnologías", subrayó.
El congreso de editores que reunió a más de 8.000
profesionales del libro en la Feria, también expresó su preocupación por la
competencia del papel con los nuevos soportes y el futuro de los libros ante la
aparición de los e-books (libros digitales), que valga la aclaración que cerca
del 90 por ciento de la población aún no les encuentra utilidad.
Laura Hojman