En octubre del 2008 los Obispos de la
Conferencia Episcopal Uruguaya acudieron al Vaticano para la tradicional visita
"ad latina" y en alusión al debate sobre despenalización del aborto, el Papa
Benedicto XVI pidió que los uruguayos se comprometan de manera firme y clara con
la defensa de la vida. En esa misma ocasión el Papa ratificó la controvertida
encíclica Humae Vitae, creada por Pablo VI en el año 1968, la cual sostiene
que la abstinencia es el único método de control de la natalidad. La gracia
divina de los prelados vaticanos desconoce la realidad, no solo del Uruguay sino
del mundo, en este país cada 20 minutos se produce un aborto clandestino, y por supuesto no siempre en las mejores condiciones técnicas, todo está sujeto a
cuanto se pueda pagar. Esta realidad no la desconoce el presidente Vázquez,
todos sabemos de su gran talla de médico, por lo cual seguimos sin saber a
ciencia cierta cual es el motivo real para vetar la ley de despenalización del
aborto, vale decir el tema no le es ajeno y las razones por él esgrimidas dejan
atónitos a muchas personas del electorado progresista.
Por suerte en Uruguay, el gobierno de José Batlle y Ordoñez
supo separar a tiempo la Iglesia del Estado, sino fuera así en lugar de discutir
la despenalización del aborto estaríamos debatiendo hoy la ley de divorcio o la
secularización de los cementerios. Si el Papa Ratzinger insiste con la encíclica
"Humae Vitae" 41 años después de emitida, lo anteriormente dicho no sería de
nuestro asombro.
Ya en la antigua Grecia el aborto era considerado una
pràctica normal de regulación de la natalidad. Hipócrates no vacilaba en
aconsejar a las parteras acerca de abortivos y anticonceptivos. Sócrates habla
de "facilitar el aborto cuando la madre lo deseara".
En 1912, en el Congreso de Ginecología celebrado en Roma, los
médico declaran de "rigor" los abortos terapéuticos que se realizan con el fin
de salvar la vida de la madre o de su salud.
Santo Tomás, un ex libertino, adjetivó algunas cosas de este
mundo como "inmundas". En este mundo vivimos, ya sea como podemos o como nos
toca, pero resulta imprescindible analizar lo que resulta inmundo. Los
fundamentalistas católicos pueden llegar a sostener al sexo como inmundo. Hay
relaciones sexuales que pueden ser inmundas y abstinencias delictivas y
peligrosas. Veamos en la vecina orilla, más concretamente en la localidad de
Morón Provincia de Buenos Aires el juicio contra el cura Julia César Grassi por
pedofilia, y que tuvo como víctimas a 17 varones, las pulsiones
humanas no resultan fácil mantenerlas encorcetadas y pueden llegar a reventar de
la manera más cruel y despiadada cuanto más se quiere sepultarlas. Por supuesto y
como no podía ser de otra manera ningún jerarca de la Iglesia uruguaya emitió ni
un mísero pronunciamiento contra la causa del sacerdote salesiano Julio César
Grassi .
Para diversos psicoanalistas la abstinencia puede resultar la
peor de las perversiones, para la Iglesia Católica no hay ningún atenuante para
interrumpir el embarazo, máxime cuando se ve solo desde el punto de vista
religioso, ni siquiera la violación de un padrastro a una niña. Para los miembros
del Vaticano es muy fácil castigar el cuerpo ajeno. Les resulta moneda corriente
hablar del amor a la vida, cuando una niña violada o una mujer de escasos
recursos puede perder ésta ante una situación de este tipo. En resumidas cuentas
imparten normas de vida que ellos no viven.
El dilema está planteado: ¿Se continúa imponiendo por ley
una maternidad que no se quiere? ¿Se empuja a mujeres desesperadas al aborto
ilegal, clandestino, peligroso y hasta mortal? ¿o despenalizamos el aborto y se
salvan de la muerte un número importante de mujeres?. Lo cierto es que es hora
de no seguir castigando al cuerpo ajeno con argumentaciones y pronunciamientos
que no van de la mano con la triste realidad que nos toca vivir.
Santiago Tricánico
Bello artículo, y recordar además que es sumamente importante, para la mujer y los hijos, fundamentalmentel para mi en lo personal, que el embarazo debe ser deseado, y evitar así el abandono o aprovechamiento de los niños.