El ex presidente y ahora candidato a
diputado nacional, Néstor Kirchner decidió hablar por radio y tuvo que admitir
la crisis en la que está metida la Argentina, "impensada" a su juicio, debido a
la coyuntura global, aunque no le dedicó ni una sola parrafada de autocrítica al
capítulo nacional de la misma. Tampoco se lo preguntaron.
Fue una referencia similar a aquella otra famosa frase de su
esposa cuando dijo "... y entonces vino el mundo", en tiempos del "efecto jazz".
Para Kirchner, cualquier lectura que se haga sobre su
gestión o a la de Cristina Fernández o sobre las consecuencias del modelo que
ambos defienden que transite por los carriles de la crítica y que le llegue a
través de la prensa, pasa a ser un comentario opositor. "Es como si de
repente hubiera dos países, el país que aparece mediáticamente anunciando lo mal
que nos va a ir a los argentinos y el país real, el de todos los días", había
graficado el concepto la Presidenta.
"Hay algunos medios que en lugar de ser independientes están
ideologizados. La mayor oposición nuestra es mediática", precisó 24 horas
después su esposo, para hacer blanco en el enemigo a vencer, ya no más el campo
ni el FMI, sino el periodismo, rival de fuste en la lucha épica entre los malos
y los buenos, entre "ellos" y "nosotros".
En ningún razonamiento oficial cabe, por ejemplo, que la
prensa actúa como actúa en función de su pensamiento crítico. Para no afrontar
la pelea desde el ángulo de las ideas se prefiere apuntar al cliché de la
defensa que hacen los medios de la "libertad de empresa", como si las empresas
no pudieran defender sus intereses y como si los ciudadanos lectores, escuchas y
televidentes estuviesen impedidos de darse cuenta y de elegir.
Lo más disociado de la situación es que Kirchner-candidato
sabe que hoy, pese al discurso confrontativo con una parte de ella, en tiempos
electorales necesita de la prensa, quizás como nunca antes desde aquel
políticamente glorioso 2003. Por ese motivo, es que ha decidido surfear entre su
hígado y su cerebro, para salir a difundir lo que piensa, después de tanto
silencio acumulado, que ha sido interpretado como un recóndito desprecio hacia
los medios.
De allí, que habrá acercamientos varios desde ahora hasta el
día de la elección, casi como los que tuvo Cristina en los últimos días de su
campaña. Para algunos pragmatismo puro y para otros oportunismo, lo cierto es
que si se analiza el esfuerzo de Kirchner por agradar mediáticamente se pueden
sacar dos conclusiones. La primera, obvia, es que no todo debe estar
demasiado bien en materia de encuestas para obligarlo a cambiar la modalidad,
atril mediante, de "comunicación directa con el pueblo".
Y en segunda instancia, se llega a la conclusión de que si
Kirchner ha empezado a pagar por el pito más de lo que éste vale según su
concepto, aún no debe haber mamado a pleno aquella famosa frase de Juan Perón
sobre los medios: "en 1946 teníamos todos los diarios en contra y ganamos; en
1955, los teníamos todos a favor y nos echaron". Hombre de poca fe.
Hugo Grimaldi