El juego de la política se manifiesta por
estas horas en un gran escenario y el "Gran Cuñado" de Marcelo Tinelli ha
quedado a la altura de un poroto, al lado de la realidad. En tiempos
electorales, quizás como nunca, la verdad se mezcla con la ficción y las
máscaras se suceden y encubren por un rato lo que ocurre en verdad, hasta que
caiga el telón, el próximo 28 de junio. Todo por aquí, nada por allá... nada es
como parece.
Conveniencias, amistades de ocasión, fidelidades que se
rompen, peleas en sordina, traiciones presentes y futuras y sobreentendidos,
muchos sobreentendidos, con las candidaturas testimoniales en el rol estelar.
Igual que en el teatro, los protagonistas de la política,
oficialistas y opositores de todo pelaje y color, hoy representan fielmente su
papel sobre las tablas, estudiado, marcado y medido, haciéndole ver a los
espectadores lo que estos creen observar, tal la sutileza del engaño actoral.
Todo un arte que necesita de la complicidad del público para funcionar.
¿Qué se observa sobre el escenario? A esta altura de la
función, probablemente una farsa, con ritmo de caricaturesco vodeville,
con puertas que se abren y se cierran, mientras entran y salen personajes.
Cobos que la mira de reojo a Carrió y ésta a Stolbizer y a
los radicales que resisten en sordina a Prat Gay, Ocaña que se queda afuera de
las listas y quizás del ministerio de Salud, aunque Aníbal Fernández la defienda
contra las embestidas de Moyano, Reutemann que juega al misterio sobre su
cercanía con Kirchner y ataca a Binner con frases desproporcionadas, De Narváez
que no muestra a Solá para esconder a Duhalde, Michetti que hace campaña sola,
mientras Macri habla de una "transición ordenada" y el kirchnerismo en tropel,
con Scioli a la cabeza, que niega a muerte que sus legisladores no vayan a
asumir, para que a ningún juez se le ocurra impugnar las candidaturas antes de
tiempo. Y en materia de actuaciones, hay que consignar a una estrella de fuste,
ya que en el lanzamiento de los legisladores bonaerenses que se hizo el jueves
en el Teatro Argentino de La Plata, lo más delirante fue que la única candidata
que se dice actriz y que dice que no entiende nada de política (Nacha Guevara)
asegura que saldrá al toro y que asumirá un papel para el que ella sabe no está
preparada. Además, en ese mismo escenario, fue notable la capacidad de
adaptación de Néstor Kirchner, otro de los grandes protagonistas de la noche,
para bajar decibeles en el tono de su discurso. En un profesional del atril, no
sonaron muy convincentes sus casi susurros, pero al menos el ex presidente
intentó darle a la platea lo que cree que la platea quiere, para sumarle facetas
histriónicas a sus caminatas por el Conurbano, con caricias a los bebés
incluidas. Cosas de las encuestas.
También la política local e internacional fue abordada en
apariciones públicas por Cristina Fernández de Kirchner y por Hugo Chávez. En
el caso del venezolano también con una gran dosis de show, sobre todo en la
presentación que hicieron los presidentes ante la prensa. Lo de Cristina
tuvo un plano de actuación también, ya que se dificulta creer que una persona
tan bien informada y mejor dotada intelectualmente, como es el caso de la
Presidenta. pueda ser engañada por algún colaborador, aunque éste se llame
Guillermo Moreno.
El punto fue que en medio de una respuesta sobre el nivel de
actividad, Cristina intentó defender con gran convicción la más grande ficción
montada en la Argentina desde enero de 2007, el desguace profesional del INDEC y
la demolición del sistema de estadísticas en el que debería basarse la toma de
decisiones públicas y privadas. Como ocurre habitualmente en estos casos, la
culpa parece que ha sido de los demás y sobre todo de la prensa, ya que, según
la Presidenta, "si el Indice (de Precios) no responde a las expectativas
mediáticas que normalmente siempre se crean previamente desde consultoras
privadas o desde otros sectores de poder, entonces se lo critica".
Una vez más, la molestia desde lo más alto del poder hacia
los medios y hacia el tenor de algunas preguntas de los periodistas —que Chávez
festejó porque él no la va con chiquitas con la prensa en su país y así lo dijo—
se manifestó en paralelo con el ataque que sufrieron en la semana algunas
receptorías de terceros que levantan avisos clasificados para el diario "Clarín"
y con los bloqueos organizados por el gremio de camioneros contra cooperativas
distribuidoras de diarios, situaciones que denunciaron no sólo ADEPA, sino
también la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que describió las mismas como
"una actitud hostil", en "un clima de intolerancia" contra algunos medios de
comunicación.
En la misma rueda de prensa, Cristina además le dio su aval
indirecto a los Indices de Crecimiento que también mide el INDEC, ya que
señaló que la Argentina no seguirá creciendo a "tasas chinas", pero que el nivel
de actividad seguirá siendo positivo, debido al comportamiento del comercio
exterior y del consumo: "yo entiendo que vamos a seguir creciendo en la
Argentina y que de ninguna manera vamos a entrar en recesión", señaló. La
afirmación va del todo a contramano de lo que marcan casi todos los consultores
privados, algunos inclusive que ya hablan de recesión casi en su tercer
trimestre y aún de las mediciones sectoriales de la propia Unión Industrial
Argentina que señalan una gran merma productiva. El problema es que con
diagnósticos errados que partan de estadísticas tan poco confiables no es
posible encarar la terapia correcta que permita armar un programa creíble de
mediano plazo y que estas afirmaciones presidenciales plagadas de voluntarismo
le ponen una cuota más de incertidumbre a una eventual salida de la crisis y a
las decisiones que deberán tomarse a partir de julio, cuando las marquesinas
electorales se hayan apagado.
Mientras tanto, el inefable Moreno también fue
protagonista durante la semana desde otros dos ángulos diametralmente opuestos.
En el primero actuó en las sombras, ya que una patota de sindicalistas de UPCN
que él prohíja en la secretaría de Comercio y en el INDEC, corrió a cascotazos y
a palazos, revolver en ristre, a un grupo de peones de limpieza que habían
bajado de tres destartalados colectivos color naranja, frente al edificio que
ocupa el secretario, en plena Diagonal Sur. La otra actividad fue totalmente
diferente, ya que se convirtió en el CEO de la rebautizada Papelera Quilmes, la
ex Massuh que tomó el Estado para evitar la pérdida de 600 puestos de trabajo,
en una negociación nada transparente que dejó muchas dudas. A veces, no queda
muy claro si las dudas que suscitan estos negocios están en lo pecaminoso que a
priori suenan estos procedimientos o en la fruición que tienen los funcionarios
por esconder todo tras bambalinas, lo que potencia la curiosidad.
En la misma onda de oscurantismo había estado hasta ahora la
ANSeS hasta que en la semana, su titular, Amado Boudou se presentó
sorpresivamente en el Congreso para ponerse a disposición de la Comisión
Bicameral que se reunió seis meses después de que se han sucedido las
inversiones, para controlar ex post los movimientos que hace el Gobierno con los
fondos de los jubilados. Boudou aseguró que mandará listados, montos de
inversiones, destinos, tasas de interés y otros detalles y prometió explicar el
sentido social de las mismas.
Por el lado de Chávez, el venezolano viajó al Sur con la
Presidenta y su esposo para pasar un fin de semana de descanso en El Calafate,
aunque se descuentan charlas políticas de todo tipo que algunas fuentes
diplomáticas señalaron en la semana que especialmente tendrán que ver con la
percepción de que el presidente Barack Obama se parece demasiado a George W.
Bush y que ya ha mostrado preferencia por Brasil, Chile, Colombia y Perú. "Si
bien ambos son de partidos distintos, los dos son norteamericanos y esa
identidad es lo que defienden, así como la continuidad de políticas que hagan al
bienestar de los ciudadanos de ese país", le dijo a DyN un ex embajador en los
EE.UU. "Todo lo demás sobre un viraje de Obama hacia posturas más progresistas
es pura imaginación de los Kirchner y de Chávez", añadió.
En la conferencia de prensa, Chávez se mostró escéptico y
dijo que "por su frutos" conocerá a Obama y que aún tiene esperanzas de que se
convierta en "el primer presidente socialista de los Estados Unidos".
También expresó que todavía "no cambió nada" y que "lo cierto es que a nosotros
nos siguen apuntando". En cambio, Cristina, quien en la semana se había
declarado contenta de "sintonizar" con Obama, estuvo algo más contemplativa que
el bolivariano y apenas reiteró que ha sido "bueno, positivo" reunirse con él en
Trinidad y Tobago, aunque casi como con culpa o para no desagradar al visitante,
aclaró que "lo cual no significa que por eso no pueda reunirme con otros
mandatarios o compartir con otros mandatarios opiniones diferentes, respecto de
otras cuestiones".
No obstante, las definiciones públicas de la presidenta
argentina llegaron en una semana en que la Administración estadounidense fue
poco amable con la Argentina, en su carácter de deudor consuetudinario. Por un
lado, la secretaria de Estado, Hillary Clinton se comprometió en una carta
pública a avalar el reclamo de los holdouts y, por otro, el titular del Tesoro,
Timothy Geithner advirtió que no habrá flexibilidad crediticia para los países
en incumplimiento de obligaciones.
Sin embargo, nada le dolió más a los Kirchner como la
designación del chileno Arturo Valenzuela en reemplazo de Thomas Shannon, como
secretario de Estado adjunto para la región. Es que Valenzuela, quien
habitualmente dice que "la Argentina es un enigma para los EE.UU.", ha sido uno
de los difusores más acérrimos del Consenso de Washington. Otro tanto ocurrió
con Shannon en materia de decepciones, ya que el único funcionario al que se lo
consideraba "amigo" se despidió con una crítica durísima hacia la Argentina,
ahora que se descubrió que la contracumbre de Mar del Plata fue arreglada de
antemano por enviados oficiales argentinos a Cuba. Telón lento.
Hugo Grimaldi