El fin de semana sorprendió, cerca del
cierre de las ediciones de los diarios y de los noticieros, con el incidente de
una bomba de características aún no determinadas para la prensa y que muchos se
apresuraron en decir que se trataba de "gas mostaza". Lo cual es de dudar por la
siguiente explicación: Las mostazas nitrogenadas fueron producidas en los años
1920 y 1930 como potenciales armas químicas de guerra. Son agentes vesicantes (o
que producen ampollas) parecidos a las mostazas azufradas. Las mostazas
nitrogenadas vienen en diferentes formas que pueden oler a pescado, a moho,
jabón o frutas. Pueden estar en forma líquida de textura oleosa, en forma de
vapor (la forma gaseosa de un líquido) o en forma sólida. Las mostazas
nitrogenadas se encuentran en estado líquido a una temperatura ambiente normal
de 70ºF (21ºC).
La explicación más lógica es que se halla tratado de
elementos muchos más actúales y que países como México comercializan en
cantidades industriales para el control de motines de las diferentes policías
del mundo, ya que su efecto irritativo es transitorio y ataca a las mucosas
sin provocar daño permanente alguno más allá que irritabilidad por un espacio no
prolongado más que lo suficiente para producir la distracción requerida.
En segundo lugar, en el día de la fecha se empezó a comparar
este hecho con uno producido en Colombia a lo cual me parece aventurado y poco
conducente a la resolución del problema que nos sorprende y nos preocupa como
sociedad y fundamentalmente a los profesionales de la seguridad,
Es espantoso pensar que los manuales de procedimiento de
los shoppings permitan que el personal de las empresas transportadoras de
caudales ingrese a sus instalaciones con personal armado hasta un piso donde hay
más de 3.000 almas indefensas ante las balas que no tienen nombre ni apellido.
Habiendo hoy ejemplos como compañías de supermercados/
cadenas de farmacias/ estaciones de servicio y otras de menor cuantía de un
shopping o de un mal que tienen una puerta de servicio blindada que da a la
calle y que en la que el camión minimiza al máximo el riesgo de vereda,
priorizando el bien general al bien particular.
Me pregunto como especialista diplomado en Alta Dirección
de Seguridad por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid y cursante
para actualizarme de la Tecnicatura Superior de Seguridad Urbana y Portuaria
dada por la Universidad Tecnológica Nacional —y después de haber trabajado por
más de dos décadas en la seguridad pública y privada. como Director Técnico de
agencias de seguridad privada—, ¿cuándo nos vamos a poner los pantalones largos
para poder evitar llorar la perdida de policías probos como el capitán post
mortem Aldo Garrido con quien cada que me encontraba en la calle Belgrano
donde charlábamos acerca de la degradación de las costumbres sociales y nos
lamentábamos que todo tiempo policial pasado fue mejor y el que me conocía por
haber trabajado circunstancialmente con mi padre y conmigo, pensábamos
ilusamente que iba a mejorar?
Esto no va a mejorar para ningún candidato que sea electo el
domingo 28 de junio, mientras en sus cabezas no se pongan la idea fija de que,
pase el Gobierno de turno que pase, las medidas en Seguridad, Educación y
Justicia deben ser congruentes, sustentables en el tiempo; y que no importa
quién gobierne se deben respetar los parámetros básico en una sociedad moderna:
1) Confianza a las fuerzas de seguridad.
2) Castigo a los miembros infieles de las mismas.
3) Independencia del poder judicial del mediatismo de
las causas.
4) Pena social ética y de prisión de aquellos en las manos de
los cuales fueron depositadas las armas de la Nación para defender la vida y las
instituciones.
5) Recuperar el orgullo de ser funcionario del Estado.
Por esto que si la sociedad presiona a los políticos y a las
instituciones para dejarnos de tomar medidas de seguridad
espasmódicas que permitan responder a la satisfacción de la tranquilidad efímera
de unos minutos de la gente hasta el próximo hecho resonante estaremos en el
camino de lo correcto para en algunos años con el apoyo de fuertes políticas
educativas y de inclusión de encontrar la tranquilidad que tanto ansiamos. Pero
deberemos guardar el luto de todo lo que perdimos en aquellas familias diezmadas
por la irresponsabilidad de aquellos que nos dejaron llegar a este estado de
cosas.
Alberto Weckesser
Experto en seguridad
Especial para Tribuna de periodistas