A sólo diez días de las elecciones
legislativas, la dirigencia política dio claras muestras de su ineptitud para
entender el mensaje que encerró la votación.
El resultado de los comicios puede traducirse como un llamado
de atención al gobierno de Cristina Fernández para que corrija algunas
decisiones y nombres; y un aval a la oposición para que construya una
alternativa de poder. Ninguno lo atendió, hasta ahora.
El gobierno del matrimonio Kirchner recurrió a la misma
estrategia que adoptaron otras administraciones, cuando se vieron cercadas por
la oposición en elecciones legislativas: cerrarse sobre sí mismo, con un
gabinete de leales, sin ceder espacio alguno.
Así, la designación de Aníbal Fernández, en la estratégica
Jefatura de Gabinete, refleja el triunfo de los "leales" sobre los "reformistas",
tal la carta de presentación con la que llegó Sergio Massa al gobierno, pero que
terminó diluido por el disciplinamiento de Néstor Kirchner.
La única "corrección" que parece fluir por las paredes de la
residencia de Olivos es acerca de la decisión preelectoral de Kirchner de
aferrarse al aparato justicialista, que finalmente no pudo darle un triunfo en
la provincia de Buenos Aires.
"La idea de que el PJ aseguraba una victoria en la provincia
quedó desvirtuada", reflexionaba un dirigente kirchnerista.
Ese clima lleva al santacruceño a repensar el armado del
kirchnerismo. Tras su renuncia al PJ, el ex presidente querría subrayar sus
coincidencias con otros sectores, mas cercanos a la centroizquierda, y
despojarse del aparato peronista. Sabe que, mas allá de los dichos de Pino
Solanas y Martín Sabattella, en el Congreso Nacional puede llegar a votar en
sintonía con ese sector. Además, Kirchner cree que cuando en 2011 haya que
discutir en función de dos modelos, indefectiblemente la centroizquierda estaría
de su lado, y no con los Macri o De Narváez.
La oposición, en tanto, no encuentra el sendero que la
lleve a la construcción de una alternativa. El Acuerdo Cívico y Social es, por
ahora, la enunciación de una buena intención desde un atril. Pero en la
cotidianeidad política, no tiene peso ni presencia.
En efecto, en el Congreso nacional existen tres bloques
como el radicalismo, el Partido Socialista y la Coalición Cívica. Pero hasta el
momento, ni siquiera han dado señales de conformar un interbloque. Puertas
adentro, Elisa Carrió se llamó a silencio, enmudecida por lo que muchos creen es
su marginación de la carrera presidencial tras el mal resultado en la Capital;
un Hermes Binner que intenta digerir la ajustada derrota a manos de Carlos
Reutemann, mientras se prepara las elecciones provinciales; y un Julio Cobos que
no pierde su tiempo y ya unió fuerzas con el radicalismo.
La reunión que Cobos mantuvo en las últimas horas con la
cúpula radical, desde Gerardo Morales hasta el Coti Nosiglia, ubica al actual
vicepresidente en una inmejorable situación. No obstante Cobos contó sus planes
y ratificó la necesidad de un espacio con el socialismo, un sector del
peronismo, la Coalición Cívica e independientes, si es que se quiere llegar al
poder en 2011.
Un peldaño mas abajo se sitúa Mauricio Macri, que no sabe
cómo consolidar una proyección nacional, sin tener presencia en la mayoría de
los distritos. La suerte de Macri está atada al futuro del PJ. Un peronismo
dividido, favorece al jefe de gobierno porteño para establecer una alianza como
lo hizo con De Narváez.
Mientras, Eduardo Duhalde intenta sacar rédito de un
justicialismo acéfalo y en deliberación permanente. Difícil es predecir si el ex
presidente aún tiene un lugar reservado en el partido.
Walter Schmidt
DyN