A pesar de que en la madrugada del 29 de
junio el Presidente "de facto" afirmaba haber perdido por “poquito” y su consorte
—ocupante del cargo de “presidenta virtual”— trataba de explicar que habían
triunfado, la “única verdad” les demostraba lo contrario.
Fueron elecciones legislativas en las que pusieron en disputa senadores y
diputados, así como un jugador en el casino apuesta fuerte sus fichas.
Todo buen jugador sabe que para salir “hecho”, al menos, no debe perder lo
apostado. En buen romance, si cuando se retira tiene la misma cantidad de dinero
que cuando entró, podría considerarse ganador.
El oficialismo se quedó con una veintena de diputados menos y unos cuantos
senadores del Frente para la Victoria no lograron ser electos.
No hay mucho para discutir : el gobierno sufrió una derrota contundente.
No obstante ello, el matrimonio gobernante parece no haber tomado nota de la
situación por la que atraviesan.
El Presidente "de facto" abdicó el cargo de jefe máximo de su partido a favor del pseudopríncipe heredero, sin importarle que a éste último también le alcanzaban
las generales de la ley en cuanto a la derrota.
Como era de esperarse, al motonauta le comenzaron a llover misiles de sectores
propios y ajenos.
Y en este punto es donde quiero hacer notar cuál es la estrategia que intenta
desplegar el matrimonio presidencial.
Advertidos que el gobernador de la provincia de Buenos Aires no pudo apaciguar
las aguas, designaron a José Luis Gioja y a Jorge Capitanich como sus nuevos-viejos
espadachines.
Estos tendrán la misión de imponer el siguiente discurso: “falta mucho para el
2011, ahora hay que gobernar y en el futuro se llevarán adelante elecciones
internas abiertas para decidir quien será nuestro candidato”.
La consigna es ganar tiempo para que el Presidente "de facto" no pase al
ostracismo y tenga chances de volver por sus fueros.
Presten atención a ese discurso porque quienes lo ensayan son aliados
incondicionales del matrimonio presidencial.
En idéntico sentido la presidenta virtual ha convocado nuevamente —ya no se
cuántas veces lo hizo— al diálogo y a discutir en el Congreso un proyecto de
internas que el propio oficialismo dejó sin efecto hace apenas un tiempo atrás.
Que el tiempo pase. Ese es el objetivo. Para ello utilizarán todos los distractivos
que sean necesarios a tal fin.
Para evitar eso, el peronismo debería bajar del pedestal a quienes fueron
derrotados y aún a aquellos que habiendo ganado se encontraban claramente
embanderados con la impronta kirchnerista.
La oposición, a su vez, necesita coincidir en una agenda común que pugne por
dejar sin efecto los superpoderes y aniquilar definitivamente la actual
coparticipación, creando un sistema federal de tributación en el que cada
municipio en forma autónoma recaude sus impuestos y luego coparticipe un
porcentaje acotado a la provincia y otro menor al gobierno nacional, porque esa
es la base de un verdadero federalismo.
La inacción de los pares del justicialismo y/o de la oposición permitirá que el
oficialismo siga gobernando como si el 28 de junio de 2009 hubiese desaparecido
del calendario y por ende intentará borrarlo de la memoria de los habitantes de
nuestra nación.
Dr. Osvaldo José Capasso