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LAS LUCHAS DENTRO DEL KIRCHNERISMO

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DIALOGO ENRARECIDO Y CONDICIONAMIENTO EN LA MARCHA DE LA ECONOMÍA
DIALOGO ENRARECIDO Y CONDICIONAMIENTO EN LA MARCHA DE LA ECONOMÍA

Hugo Grimaldi

    En las películas policiales, a menudo se muestra que un policía simpatiza con el sospechoso en los interrogatorios, busca comprenderlo y lo trata con amabilidad, mientras que su compañero lo intimida y humilla. Esta dinámica, que se conoce popularmente como "policía bueno/policía malo", es la hipótesis que plantean desde la crítica quienes analizan la sinceridad de procedimientos de Cristina y Néstor Kirchner, respectivamente, en relación al diálogo que propuso la Presidenta.
    Esos hípercríticos dicen que el prejuicio, en todo caso, está fundado en la historia del Gobierno, ya que han sido muchos lo anuncios enjundiosos que luego se diluyeron y suponen que ésta no debería ser la excepción. Los dirigentes rurales y Elisa Carrió están en esa línea dura y para ellos, los roles asumidos por el matrimonio son parte de una jugada para ganar tiempo y retomar la iniciativa política.
    Sin embargo, por más que el ex presidente ya mostró la hilacha en cuanto a ciertas actitudes tomadas tras las bambalinas, la mayor parte de la oposición ha consentido en acercarse al menos para ver qué pasa, aún con ciertos reparos que el propio Gobierno intentó moderar para mostrar así su sinceridad, al avenirse a rectificar algunas formas de la convocatoria. En todo caso, con menor o mayor dosis de cinismo y fruto también de su falta de organicidad, los opositores suponen que los Kirchner están jugando una grave interna de final abierto, con soldados alineados de uno y del otro lado, y que ellos podrían contribuir a moderarla o a sacar tajada.
    Planteadas así las cosas, la observación de los hechos muestra que, efectivamente, se registraron en la semana que pasó varias situaciones de procedimientos dispares, según quien las haya protagonizado y que, por lo tanto, las dudas sobre las motivaciones de la pareja gobernante han tenido algún correlato a la hora de la comprobación. Amado Boudou, la Mesa de Enlace y los gobernadores Daniel Scioli, Daniel Peralta y Mario Das Neves pueden dar fe de ello.
    Por el lugar que ahora ocupa, en medio de una grave crisis productiva con inflación, enormes dudas fiscales y falta de financiamiento que hubieran merecido un tratamiento de rápida ejecución, el caso más grave es el Boudou, porque evidentemente el nuevo ministro de Economía se la creyó y ya ha perdido dos semanas en aprontes. De estrecha relación con la presidenta, el ex jefe de la ANSeS fue quien le llevó a los Kirchner el año pasado el plan salvador de las finanzas públicas, a partir de la confiscación de los ahorros previsionales de quienes estaban atornillados en las AFJP, porque nada querían saber con el Estado.
    Pese a que sus antiguos amigos de la City le quitaron el saludo y a que le cuesta caminar por el barrio financiero, con la oportunidad que le había prometido la Presidenta el funcionario creyó tocar el cielo con las manos. Un mes antes de las elecciones ya se pavoneaba ante banqueros amigos sobre su futuro en el Palacio de Hacienda apenas se fuera el oscuro Carlos Fernández y recién asumido filtraba a la prensa su vocación de volver a los organismos internacionales.
    Néstor Kirchner, para muchos el verdadero ministro de Economía, le bajó el copete en una semana. No sea cosa que a Boudou se le ocurriera hacerse el ortodoxo, contra lo que él mismo piensa.
    Es verdad que al Gobierno le cuesta armar equipos, ya que no se caracteriza por disponer de demasiada materia gris en materia económica. Pero también es cierto que a Boudou le falló la brújula por derecha y por izquierda. No pudo remover a Guillermo Moreno en Comercio, tuvo que quedarse con Juan Carlos Pezoa en Hacienda, quien responde a Kirchner de modo directo y no logró poner a alguien de su confianza, porque nadie se le anima a un puesto vacío de contenido, en el área de Financiamiento, ya que algunos de los referentes en los que él había pensado para rodearse así de cierta credibilidad e intentar convencer al mundo de que las cosas habían cambiado en la Argentina, le dijeron que no de inmediato.
    Entonces intentó sumar a Juan Guiñazú, su amigo marplatense de siempre, en la secretaría de Política Económica primero o en Legal y Técnica, la dependencia que debe cuidarle las espaldas, ya que allí se cocina lo que luego deben firmar los ministros. Tampoco pudo.
    A la primera de ellas, irá finalmente Roberto Feletti, hoy hombre de Julio de Vido y lo de Guiñazú seguramente no prosperará por la actuación en la Armada de su padre, un ex capitán de navío acusado de 430 delitos de lesa humanidad, de los cuáles tiene imputaciones con procesamiento en 115 casos y prisión preventiva domiciliaria, debido a su edad, en 53 de ellos. Como dicen a menudo en el corazón del poder, "con los derechos humanos no se jode".
    Pero además, La Cámpora, la agrupación que comanda Máximo Kirchner, hijo de la Presidenta, ha señalado que más allá del pasado de un familiar tan directo, del que no debería hacerse cargo estríctamente, Guiñazú en persona participó el año pasado de las marchas del campo que se hicieron en la zona. Por último, las mismas usinas kirchneristas acusan a Boudou de haber militado junto a Guiñazú y al actual presidente del Concejo Deliberante de General Pueyrredón, Marcelo Artime muy cerca de Mario Roussak, ex intendente marplatense en los tiempos de la dictadura militar.
    Con todo este prontuario que le han tirado por la cabeza desde Olivos, asombra que el ministro haya decidido mantenerse en su lugar. Nunca en tan poco tiempo un funcionario había sido limado de tal manera desde adentro del propio poder y a esto se le sumó la parálisis en la que él mismo entró cuando comprendió que no tenía armas para luchar.
    Boudou tampoco fue incluido en la reunión que la Presidenta tuvo el miércoles a última hora con algunos empresarios y sindicalistas para testear el diálogo económico y social, cena en la que estuvieron presentes Aníbal Fernández y Julio de Vido. Confundido, y contra lo que aconsejan todos los libros de comunicación, el jueves salió el ministro a desmentir los rumores de su renuncia y finalmente, entre viernes y sábado decidió hablar con la prensa para marcar algún mínimo territorio, pero sobre todo para demostrar alineamiento.
    Sólo en este último sentido deberían tomarse algunas de sus afirmaciones al extremo voluntaristas, como que "vamos a cuidar la actividad económica y el empleo", caballito de batalla del llamado modelo productivo basado en el consumo interno o "no vamos a aceptar recetas que llevaron al país a 25 por ciento de desempleo, vamos a ir a los mercados voluntarios de crédito", como si se pudiera.
    Desde el lado de la defensa de Moreno, ahora que los vientos soplan a su favor con las designaciones por Decreto de dos colaboradores en el INDEC, cuando le preguntaron si está dispuesto a la convivencia, el funcionario fue enfático: "sí, por supuesto ¿por qué no?" y agregó que, en todos los gobiernos, "hay personas que tienen buena y mala prensa, pero lo importante es ver cómo llevan las tareas". En cuanto al organismo prometió algunas "medidas para fortalecerlo que no serán altisonantes", algo que podría concretarse durante la semana, con el nombramiento de un Consejo de notables de la UBA, destinado a auditar su funcionamiento.
    La operación "caza de brujas" que motorizó Kirchner no se materializó sólo en la figura de Boudou, sino que el ex presidente la lanzó en varios frentes contra los que considera que lo traicionaron el 28 de junio. A mitad de semana, comandó un desembarco en Chubut que terminó en improperios entre el gobernador Das Neves ("hipócrita") y los acólitos del ex presidente ("ladrón"), con la distribución por parte del gobierno provincial de las fotos del avión de la flota presidencial que llevó a Kirchner a Puerto Madryn y con pegatinas insultantes sobre los afiches que el precandidato presidencial 2011 pegó en Buenos Aires en la misma madrugada del 29 de junio, cuando la derrota kirchnerista era ya una realidad.
    En esa reunión en Madryn, fue en la que Kirchner denunció que fue víctima de la "vieja política", en relación a lo que considera le hicieron con el corte de boleta los intendentes del Conurbano que él mismo había elegido como compañeros de ruta, cuando decidió ponerse de nuevo bajo el paraguas del PJ. Esas llamaradas directas ya hicieron que muchos de ellos impulsaran a Daniel Scioli a correrse aún más de la esfera de Kirchner, para que trate de salvar algo del poco pellejo que le queda, empeñado hasta el último instante en su relación con el ex presidente. De allí, que el gobernador bonaerense ya haya hecho cambios en su gabinete de sesgo antikirchnerista y que haya sumado a su equipo a intendentes doloridos por las acusaciones del ahora diputado electo. En el PJ señalan que es muy probable que apenas regrese al país, Scioli se aparte de la conducción del justicialismo que heredó de Kirchner.
    El caso Santa Cruz ha sido otra novela en la que el ex presidente ha operado de mala forma para desbancar al gobernador Peralta, primero negándole sus legisladores para conformar el quórum que se necesitaba para aprobar un endeudamiento de $ 1.850 millones que permitiera cubrir el rojo provincial. Lo primero que viene a la mente de los observadores es cómo una provincia que tiene 300 millones de dólares en el exterior necesita endeudarse. Salvo que no los tenga más y alguien tenga que explicar entonces por qué, lo que algunos creen que ha sido la llave maestra de Peralta para forzar un cambio de actitud del kirchnerismo.
    Por último, la larga mano de Néstor se ha visto también a la hora de quitarle a la secretaría de Agricultura la potestad de fijar la distribución de la cuota Hilton, el negocio de venta de carne al exterior más rendidor para los frigoríficos. Los criterios ahora serán fijados por la ONCCA, una de las oficinas donde también opera Guillermo Moreno para digitar a quién sí y a quién no.
    Mientras los ciudadanos aún mantienen cierta esperanza de que en el diálogo formal haya una oportunidad para que se llegue a ciertos consensos, en terrenos donde el policía bueno trata de conformar a casi todos, la verdadera lucha se está dando por debajo de la superficie, allí donde el policía malo hace de las suyas. La política de estos días está llena de trampas y todos juegan al desconfiado.

 

Hugo Grimaldi
DyN

 

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