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A UN MES DEL 28-J

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PARÁLISIS EN MATERIA ECONÓMICA Y MUCHA ACTIVIDAD EN EL SUBSUELO DE LA POLÍTICA
PARÁLISIS EN MATERIA ECONÓMICA Y MUCHA ACTIVIDAD EN EL SUBSUELO DE LA POLÍTICA

A UN MES DEL 28-J

    En un par de días se cumplirá un mes del terremoto electoral. Y como en todo movimiento sísmico, lo que ocurre inmediatamente después del cataclismo es un reacomodamiento de las placas del subsuelo, mientras en la superficie se vela a los muertos y se sienten los remezones. Entre la elaboración del duelo y la búsqueda de un nuevo lugar en el mundo es muy normal que a la tragedia le siga un período de quietud antes de la reconstrucción, pero en tiempos de crisis casi un mes de parálisis en los temas de fondo no es una buena receta para darle tranquilidad a nadie.
    Entre los perdedores del 28 de junio, el gobierno nacional se ha llevado las palmas en materia de lentitud, porque en vez de sentarse a discutir rápidamente políticas para zafar del atolladero, sólo se ha dedicado a producir gestos para ganar tiempo, más allá de haber tirado al aire algunas perdigonadas en variadas direcciones, que aún no se han terminado de calibrar. Hasta ahora, lo que parece más claro es que, pese al repliegue táctico, la matriz del kirchnerismo más ortodoxo no se toca.
    Por eso mismo, las más que valorables reuniones con los partidos de la oposición pueden transformarse en diálogos de sordos de incierta resolución, porque a cada cosa que se plantea y que se sale de la Reforma Política que quiere tratar el Gobierno, el ministro Florencio Randazzo toma nota y se compromete a llevar la cuestión a la Presidenta. Si se mantiene el ritmo actual, a dos partidos con representación legislativa por semana, estas rondas deberían terminar en seis meses.
    Luego está el diálogo formal que Cristina Fernández tiene con los gobernadores, donde los tiempos serán menores (cinco semanas más) porque la cosa está que arde en materia de finanzas provinciales, pero donde tampoco no hay nada más que promesas, porque la situación fiscal de la Nación se acerca a la terapia intensiva. En este aspecto, son bien conocidos los problemas que ha tenido el ministro de Economía, Amado Boudou para sentarse en su silla en el Palacio de Hacienda y para ponerse a trabajar.
    Además, ha sufrido una desautorización muy evidente con el modo que le impusieron un método para que lleve adelante una suerte de renovación del INDEC que ni él mismo debe creerse, sólo comparable al sopapo que recibió el nuevo ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak desde Olivos. En ambos casos, lo que ha quedado claro es que la base Moreno-populista del modelo económico no se discute, ni mucho menos que haya que sacar la piedra del zapato que suponen las mentiras estadísticas que disfrazan el incremento paralelo de los precios y la pobreza, como así tampoco el funcionamiento del Consejo de la Magistratura. Y mucho menos una Coparticipación automática a las provincias que le quite la chequera de la discrecionalidad a los Kirchner, tres de los temas en los que la oposición quiso meter baza de inmediato, porque son parte esencial de la matriz kirchnerista.
    El caso Boudou preocupa mucho más porque su ministerio debería elaborar las alternativas que permitan reactivar la economía, hoy en declive por la falta de consumo y de inversión, que para cierta simplificación ideológica en boga en el Gobierno supone el dinero que mueven los pobres y los ricos, respectivamente. En este aspecto, es innegable que entre los ideólogos del llamado modelo no existe ni la más mínima vocación de autocrítica, que les impide advertir siquiera la paradoja que han construido, ya que por privilegiar el poder adquisitivo local (la "mesa de los argentinos") generaron medidas de control de exportaciones que sirvieron para demoler la confianza, situación que se manifiesta en la fuga de capitales que, a la vez, achica el propio consumo interno que dicen defender.
    La sensación que ha dado hasta ahora Boudou es que se lo observa como bola sin manija, tironeado por el ex presidente Kirchner, la Presidenta y sus propias ganas de trascender para no ser otro Carlos Fernández, pero que aún no puede conseguir su propio espacio. Ni siquiera ha logrado tener hasta ahora un lugar en la tercera pata del diálogo que propicia el Gobierno, la que tendrá lugar en la mesa económica y social, junto a gremialistas y empresarios, espacio que ocupan otros ministros, pero no el de Economía.
    Tampoco Boudou pudo sumar colaboradores y los que tiene, se los han impuesto, aunque necesita ponerse a trabajar de modo muy urgente en una docena de temas encadenados: baja de gasto, eliminación de subsidios, sinceramiento de tarifas, búsqueda de financiamiento, cambio del clima de negocios, mayores exportaciones, salida de la recesión, control inflacionario, mejoramiento del empleo, etc.
    Pero como su lastre mayor se llama Néstor Kirchner, lo terrible para el nuevo ministro sería que comience a pensarse que Economía le queda grande. En ese aspecto resultó muy importante la mano que le dio el titular de la UIA, Héctor Méndez, quien se deshizo en alabanzas hacia su vocación de escuchar, sólo porque tomó nota de cada una de las demandas de los industriales. Sin embargo, tras esos rutilantes elogios, su enorme inseguridad quedó patentizada en Paraguay, cuando el síndrome INDEC lo persiguió hasta una reunión de pares y no se animó a decir o no supo hacerlo porque sus colaboradores no le habían preparado el libreto, cuál iba a ser el nivel de caída o de suba del PIB para este año.
    Otra de las viudas del 28-J, Hugo Moyano, no la pasó nada bien durante la semana, ya que sufrió un ataque directo a la yugular por parte de otra facción interna de la CGT, los llamados "gordos". La causa central, la más grande, fue el poder y lo que se necesita para comprarlo: el dinero, fondos por millones de pesos que Moyano ha manejado más que discrecionalmente. Pero el fundamento del ataque fue la debilidad, ya que todo lo que hoy huela a kirchnerismo es vituperado en las profundidades y está saliendo de a poco a la superficie.
    En la misma línea, aunque con diferentes grados de desprecio, están ya trabajando para el post kirchnerismo, dentro del PJ, algunos referentes del interior, los gobernadores de Córdoba y Entre Ríos con Carlos Reutemann y Felipe Solá por un lado, los mandatarios de Salta, San Juan y el Chaco, por otro, más los hermanos Rodríguez Saá y Mario Das Neves de modo transversal, junto a dirigentes hoy sin cargos, pero aún pesados dentro de la estructura del peronismo: Ramón Puerta y Eduardo Duhalde.
    Quien se ha lanzado esta semana al "operativo despegue" es uno de los pocos gobernadores que aún faltaban saltar el cerco, Daniel Scioli, quizás el que más perdió aquel nefasto día de junio, cuando una simple elección legislativa de medio tiempo, terminó convirtiéndose por obra y gracia del ex presidente en un referéndum que barrió su sueño de hegemonía. Finalmente, el bonaerense realizó su movida con algunos actos de independencia que no todos creen sinceros (dialogará esta semana con Francisco de Narváez y Margarita Stolbizer y visitó la Exposición Rural) ya que ha trascendido que previamente la concertó con Néstor Kirchner en persona.
    Una fuente cercana al gobernador le dijo a DyN que no hubo "pedido de permiso" ni nada por el estilo para saltar el cerco, sino que el modo tiene que ver con la concepción que tiene el gobernador de "sumar siempre" y sobre todo hizo hincapié en que éste no habló "hasta ahora" con Duhalde. Scioli está seguro que debido a su edad y a su carisma aún es recuperable ante los ojos de la opinión pública para 2011 y la posibilidad de tener un delfín de lealtad probada no le debe haber desagradado nada al ex presidente.
    Tanto se cuidaron las formas, que el informante contó que un par de días antes el ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Arlía, salió a poner los puntos sobre las íes sobre las necesidades de fondos que tiene el distrito, aunque luego se esmeró en aclarar que decir que la Nación tiene que ayudar no significa presionar. En La Plata se especuló en que poner contra la pared al gobierno central iba a hacer naufragar la charla con Kirchner y por eso se enderezó el pedido del ministro hacia formas de complementación menos irritativas, que no mostraran que el gobernador quería hacer leña del árbol caído.
    Esa solicitud además tuvo su correlato político, ya que la estrategia de Scioli es ahora abroquelarse en su distrito junto a los intendentes amigos y para ello necesita fondos para todos, más allá de los 5 mil millones de pesos que denuncia el déficit provincial. En la visita a La Rural se hizo acompañar por el senador José Pampuro, todo un símbolo del entramado peronista de la provincia de Buenos Aires, ya que fue éste quien le sugirió a Duhalde el nombre de Kirchner para pelearle la presidencia a Carlos Menem y luego se quedó con el patagónico.
    Hay además una cuarta instancia del diálogo que no será posible posponer por más chicanas que se busquen, que es la agenda legislativa que tiene como fecha tope el 24 de agosto. Ese día vencerá la delegación de facultades extraordinarias del Congreso al Ejecutivo, en su momento fundada en razones de emergencia, una de las cuales es la fijación de retenciones. De allí que el oficialismo ya está negociando, mientras la oposición debate si las corta de cuajo o si le acuerda una prórroga en determinados temas en nombre de la gobernabilidad y ya se verá por qué plazo.
    Las comisiones deberán empezar a trabajar durante la semana próxima y se presume que habrá muchas negociaciones, ya que los números legislativos, otra secuela del terremoto, podrían menguar de modo significativo.
    ¿Y la Presidenta? Cristina Fernández no la pasó nada bien en Paraguay, en la Cumbre del Mercosur. Más allá del fallido ya relatado de su ministro de Economía, fue también notorio el modo en que los demás miembros del bloque le llenaron la cara de dedos a la Argentina por su proteccionismo, otra de las perlas que ha dejado la gestión económica de la dupla Kirchner-Moreno y que ahora la ministra Débora Giorgi tratará de emparchar con Brasil.
    Pero además, lo que alteró la reunión fue su poco feliz intervención para justificar la llegada tarde a la reunión plenaria del encuentro, de lo que responsabilizó al canciller Jorge Taiana. Por más que la diferencia horaria les haya jugado una mala pasada en la equivocación de agendas, su pecado no fue el calificativo de "misógino" que le endilgó en su casa al presidente del Paraguay, país machista si los hay, sino la forma destemplada de hacerse la ofendida y de advertir a todos que esa tardanza iba a ser también un titular en los diarios. Seguramente, Michelle Bachelet, quien llegó temprano, no debe pensar lo mismo del pobre obispo Lugo.

 

Hugo Grimaldi
DyN

 

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