El tiempo avanza, Luciano Nahuel Arruga sigue sin aparecer y el caso pareciera estar cada vez más lejos de esclarecerse. Siguiendo la búsqueda exhaustiva del adolescente desaparecido el 31 de enero del presente año en Lomas del Mirador, van apareciendo cada vez más fuentes con versiones diferentes de los hechos.

La familia del joven prosigue con su lucha para encontrar algún dato certero que verifique qué pasó con Luciano. La primera en denunciar la desaparición fue su madre, Mónica Alegre, en el Destacamento de la calle Indart 106, que pertenece a la Comisaría Octava, en el barrio 12 de Octubre. Mónica no sólo no recibió la copia de su testimonio, sino que además el mismo fue adulterado por la policía, ya que figuraba que Luciano fumaba marihuana y que tenía antecedentes por robo.

“Cuando fui a buscar la copia de la declaración de mi mamá, había un oficial que con una manguera estaba limpiando las paredes”, afirmó Vanesa Orieta, denunciando que la escena del crimen fue alterada y que indudablemente se borraron pruebas fundamentales.

Según el teniente primero de la Departamental de Lomas del Mirador, Ariel Herrero, se sigue averiguando el destino del joven. “La gente sabe que lo hemos buscado por todos los lugares que frecuentaba. Lo que se tenga que investigar, que se investigue, acá no hay nada raro”, manifestó Herrero.

Orieta expresó que, junto con Luciano, había estado detenido un compañero suyo de la secundaria, quien reveló que los habían “reventado a palos”. Además le confirmó que a su hermano lo habían “matado a golpes”. Así se habría cumplido la amenaza que recibió cuando lo capturaron y golpearon salvajemente el 22 de Septiembre de 2008. “Negrito de mierda, te vamos a llevar a Quintana (calle en la que su ubica la comisaría octava) para que te violen o terminás en un zanjón”, habrían sido las intimidantes palabras de un policía en el momento que su hermana lo retiró del Destacamento.

Otra de las irregularidades que se verificaron a lo largo de la investigación fue que, el lugar donde Luciano estuvo detenido no contaba con las instalaciones para albergar personas en esa condición, solamente fue construido como refugio para los policías de la zona. Hay que tener en cuenta que el adolescente es menor de edad, y por lo tanto, el procedimiento tendría que haber sido diferente.

Gabriel Lombardo, presidente de la Asociación Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador (VALOMI), quien fue blanco de muchas acusaciones por parte de los familiares del adolescente, generó una nueva discrepancia con ellos al asegurar que viven hace apenas un año en el barrio, mientras que la madre dice que estuvieron allí toda la vida. Pero esa afirmación no es del todo cierta ya que la familia Arruga es oriunda de Córdoba y además se instalaron posteriormente en la villa 1-11-14, ubicada en el Bajo Flores.

“Ya allanaron este lugar y no encontraron nada. Los vehículos tenían GPS, fueron también revisados y se constató que los patrulleros nunca pasaron por ese lugar, no sé lo que buscan”, dijo un oficial del Destacamento, quien no quiso revelar su identidad.

En contraposición, se habría detectado que uno de los vehículos de la policía estuvo varias horas fuera de la zona que le correspondía la noche de la desaparición. Cabe destacar que en un patrullero se encontraron rastros de ADN de Luciano, algo que se logró gracias a rastrillajes realizados por perros especializados, que además consiguieron evidencias de que estuvo en Monte Dorrego, un descampado cercano a la zona, ubicado en la avenida Brigadier Don Juan Manuel de Rosas al 900.

Familiares y amigos de Luciano Arruga organizaron para el 24 de agosto pasado una marcha con el objetivo de pedir por su aparición. Dicha convocatoria se tuvo que suspender por causas climáticas, por lo que ese reclamo se efectuará el 17 de septiembre a las 16 horas frente al Congreso, ocasión en la cual se llevará a cabo un encuentro donde se pedirá evitar la baja en la edad de imputabilidad.

De esta manera, se puede percibir que en este caso hay una lucha desigual entre una fuerza de seguridad que intenta minimizar y tapar un acto aberrante, y una familia humilde que busca encontrar alguna respuesta sobre dónde está uno de sus integrantes, que no cuenta con el apoyo suficiente y que sufre las consecuencias de un Estado que mira para otro lado.