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Femineidad y objetivos comunes

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Mucho más que una catarsis
Mucho más que una catarsis

No soy feminista, para nada, digamos que el problema empezó cuando por diversas adversidades de mi vida personal, tuve que tomar decisiones demasiado grandes para alguien tan chiquitita, y como lo que no mata,  fortalece, ahí empieza la odisea que, en mi caso, me llevó a ser lo que soy hoy: una mujer muy poco convencional, ni mejor ni peor, solo muy poco convencional, como todos aquellos a los que el destino se empecina en probar su temple con mayor frecuencia y dureza (aunque en el fondo mi creencia es que algo muy interno genera las cosas).

 

Creo firmemente que ambos géneros tienen sus fortalezas y debilidades, valorables y respetables en todo sentido. Por eso creo que la única salida para esta crisis en particular, por sus características y dimensiones,  somos las mujeres.

Hay una idea que me viene dando vueltas en la cabeza desde hace muchos años, tiene que ver con esa desvirtuada (adrede) conceptualización de la palabra “feminidad”.

Nótese que toda vez que uno busca esa definición en la literatura circundante aparecen expresiones mas o menos como: “Alude a los valores, características y comportamientos aprendidos por las personas del sexo femenino”. “Tiene su contrapartida en el concepto de masculinidad”. “El concepto  está desarrollado como ideal de mujer, patrón o modelo deseable de mujer”. “Conjunto de atributos asociados al rol tradicional de la categoría mujer, como por ejemplo: la comprensión, la debilidad y vulnerabilidad, la muestra de afecto, el desarrollo de las tareas domésticas, la educación y los cuidados de la descendencia, la necesidad de protección”.

Si a esto le sumamos el cuentito bíblico de la costilla de Adán, parecería que las mujeres no solamente careciéramos de identidad propia, sino además que no tuviéramos metas individuales, muy, pero muy al margen de nuestros vínculos con los hombres….. ese viejo estigma de ser la madre de, la esposa de, la hija de …..

Es cierto que (afortunadamente) los tiempos han cambiado para bien en muchos aspectos, sin embargo, todavía en lo mas elemental seguimos como en la época de las cavernas. Pero la culpa, mis queridísimas congéneres, no es del contexto, sino  que la culpa es “todita” de las mujeres que por comodidad, por pereza mental o emocional, prefieren seguir en esa vida “que el afuera les ha inventado” que acomodarse los ovarios y decidirse a “ser”.

Es mas fácil contarse la película de que la culpa la tiene el otro (el sistema, la sociedad machista, la cultura, las creencias, la religión, etc.) que hacernos cargo de nuestras propias “zonas erróneas” como las llama Dyer  Wayne

Sé que en algunas culturas es muchísimo mas difícil que en otras, pero así y todo, el potencial de la mujer es demasiado grande como para no imponerse si verdaderamente es lo que desea.

Tampoco imagino ni anhelo un mundo donde todas sean como yo, una insufrible evidenciante del “no te necesito para nada”, “yo puedo sola”, “Ok, andate, no me voy a morir sin vos” porque admito que eso no ha de ser demasiado sano según enuncian las teorías psicoanalíticas antiguas y modernas que honestamente a mi no me conmueven demasiado en cuanto a motivarme para cambiar el estilo. Al menos este estilo tiene como ventaja que una no se queda pegada en nada y puede reconstruírse emocionalmente muchísimo mas rápido y sin complicarle la vida a nadie del entorno, ni al que haya sido eyectado del mismo como producto de incompatibilidades. Sin embargo debo admitir que si tantos profesionales opina lo mismo a lo largo de la historia, la errada debo ser yo. El problema es que todavía no veo razón para solucionar el tema de otro modo a como siempre lo hice y me dio resultado.

Decía que tanta tradición alrededor del “pobrecita de mi lo que me hacen” ha generado verdaderas zombies en términos emocionales, tropezando una y mil veces con la misma piedra, sin excepción.

Pero, vayamos al tema que motivó estas reflexiones: “Mi opinión personal es que esta crisis generalizada en términos sociales solo podemos encauzarla las mujeres” ¿por qué digo esto?.

Ahora pensemos en lo que dijo “un hombre” muy poco convencional, Albert Einstein “El mundo que hemos creado es producto de nuestra forma de pensar. Es una locura pensar que el mundo puede cambiar sin que cambien nuestros modelos mentales”.

Entonces, si siempre las cosas se hicieron según la versión masculina de la historia, ¿por qué no intentamos encontrar las soluciones a los problemas “pensando”, elaborando estrategias y programando acciones con el otro lado?, ya que en una de esas equilibramos los tantos y sacamos al elefante del pantanal.

Me parece prudente empezar a pensar en una organización femenina en términos de coordinación de intereses comunes basados en elevados valores morales, trabajando el mundo interno común a todas, explotando nuestros talentos naturales de manera armónica, organizada, siendo cada vez mas adultas en lo emocional, en el marco de objetivos colectivos que, sin duda alguna, pueden cambiar muchas cosas. ¿Acaso no somos nosotras las mayores responsables de lo que “absorben, captan, percibe, asimilan” nuestros hijos? ¿Qué ocurriría sin nosotras decidimos ponernos de acuerdo y cambiar las tendencias de los patrones impuestos por los hombres (aceptado por las mujeres durante siglos) en cuanto a cómo medir la belleza? ¿Qué ocurriría si decidiéramos sublimar la vanidad, trabajar en nuestros defectos y no prestarnos a ese juego diabólico en el que muchas mujeres terminan atrapadas haciendo toda clase de barbaridades con su cuerpo, su psiquis y cambio de vida, renunciando a sus mas profundos anhelos personales para complacer al rey?, y aún así, muchas veces ni eso alcanza porque hay tontas de capirote que son capaces de auto-flagelarse al extremo y sufrir lo indecible por retener a especimenes a los que ni siquiera vale la pena darles la hora, sin poder liberarse de esas vidas miserables.

Es cierto que aquellos indignos hasta de recibir la hora, son producto de entornos enfermos que los hicieron así, pero no es menos cierto que una “engancha” con lo que tiene adentro, y no con otra cosa.

Si una sola de nosotras es capaz de hacer cosas increíbles (doy fé), ¿Cuánto mas miles de voluntades orientadas hacia un mismo objetivo….de paz, por ejemplo?

Imaginemos cientos de miles de mujeres organizadas, coordinadas, con acciones planificadas, constituyendo una red en la que se trabaje para proteger y rescatar a los chicos de la droga, el alcohol, las malas compañías. O de las redes de prostitución, o de la violencia contra ellas, del sometimiento. Ya no constituirán grupos aislados de madres desesperadas contra el paco por ejemplo, o contra los violadores, sino que habrá otras miles que, aún si vivir ese problema en carne propia, y dedicándose a otras actividades para el mejoramiento social, podrán darles apoyo, y contención. Y así en tanta problemática, a veces verdaderos dramas, de esta sociedad en la que los responsables de las políticas públicas, se niegan a resolver porque sus pactos oscuros para llegar al poder y mantenerse en él se los impiden o como sucede con el gobierno actual que además, no le importa en lo mas mínimo.

¿Por qué no empezar a trabajar en una misma dirección, organizadamente, para que eso se haga extensivo a todo un colectivo y así lograr el tan anhelado cambio? ¿Y si empezamos?

 

Nidia G. Osimani

 

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