La dirigencia argentina sigue dando cátedra en la universidad del subdesarrollo.
Desde la tozudez, la furia y la impericia del gobierno hasta la negligencia, la desidia y la disgregación de la oposición.
Veamos. Cancelación de la visita de Estado a China. Fiel a su tradicional soberbia, la administración Kirchner dio una vez más muestras de su desprecio por la diplomacia y la importancia estratégica que significa. ¿Qué se perdió? "Apenas una gira", minimizan con desdén en
China se convirtió en el segundo socio comercial de
China es hoy la segunda potencia económica mundial y su proyección es incalculable.
La mayoría de los gobiernos del mundo pelean por estar dentro de la agenda de Beijing y muchos no lo consiguen a pesar de una ardua tarea diplomática de años. ¿Hay alguien en su sano juicio, en este gobierno, que tenga la menor idea de lo que cuesta llegar a conformar una reunión entre Cristina Fernández de Kirchner y Hu Jintao?
La diplomacia oriental tiene otros parámetros, y si se quiere llegar a entablar una negociación seria, habrá que adaptarse a esas coordenadas. El valor de la prudencia que le brindan sus más de 50 siglos de vida, caracterizan sus movimientos actuales. Si un oriental finalmente abre las puertas de su casa, es una muestra de honor, un valor supremo. El desprecio a ese convite hiere su honor y ése es un daño muy serio.
Esta visita revestía una oportunidad inmejorable para el país. La visita de Estado podría servir para consolidar acuerdos, negociaciones bilaterales, contratos multimillonarios, hubiera sido también una oportunidad para gestar otros nuevos. China es un mercado de más de 1.300 millones de habitantes, de los cuales 800 millones viven bajo la línea de pobreza y a quienes el gobierno de Beijing debe mejorar su dotes alimentarias y
En el año del Bicentenario, esta visita podría haber servido para relanzar a
Pero no. Una vez más, la ignorancia y la soberbia armaron un complot. Ganaron y dejaron al país con las manos vacías.
La oposición deambula. Ningún sector hizo un llamado de atención sobre la oportunidad perdida para el país.
Al igual que el oficialismo, deliran y están enfrascados en sus propias miserias. Imaginan que los problemas se resuelven removiendo funcionarios molestos a sus microscópicos intereses.
Más allá de si Julio Cobos y Martín Redrado desempeñaron su rol correctamente, ¿qué cambia?
Por caso, nadie de la oposición indagó cuáles fueron las objeciones que
Desde el dictado del polémico decreto 2010/09 del 14 de diciembre, el uso de las reservas para el pago de la deuda desvela a nuestros próceres del siglo XXI y donde la mayoría parece estar de acuerdo. ¿Alguien se preguntó qué esconde esta liquidación de las reservas y qué está en juego?
Esta operación es la llave que abre la jaula del dragón inflacionario que amenaza con convertir al país en un holocausto.
Las reservas van a usarse para aumentar el gasto público y producen una aguda descapitalización del Banco Central.
Como si el gasto no hubiese aumentado ya bastante. En 2009, el gasto público, según cifras oficiales, se incrementó en más de 30.000 millones de pesos.
Subir aún más el gasto público significa aumentar la cantidad de dinero en circulación, en momentos de derrumbe de la inversión. Esto equivale a alimentar la inflación. En otros términos, apagar el fuego con nafta.
Descapitalizar el BCRA implica bajar su activo a la par de subir sus pasivos, colocando a la entidad al borde de la insolvencia. En profundidad, se le quitan activos de alta calidad (dólares), se les deja los de baja calidad —Letras del Tesoro, Adelantos Transitorios— y se le aumentan los pasivos monetarios (pesos). Así, el BCRA tambalea.
No es casual que los bancos hayan decidido bajar sus colocaciones en Lebac y Nobac —más pasivos del BCRA—, aun cuando devenguen una buena tasa de interés. Detrás de estas colocaciones —que suman unos 14.000 millones de dólares— están los depósitos del público y si bien no hay riesgos de incobrabilidad como con el "corralón", hay riesgo de licuación en términos reales, por el desborde de la inflación que ya no se puede maquillar más con las estadísticas oficiales.
Con la inflación, lo que está en juego es el valor de la moneda. Luego, moneda buena desplaza a la moneda mala y la historia ya es conocida: más pobreza, más marginalidad, más crimen, etcéteras.
El dragón inflacionario, el monstruo medieval que la dirigencia argentina está reviviendo. Medioevo y mediocridad gobiernan
Miguel Ángel Rouco
DyN