Se estrenó en el Teatro del Abasto la obra Amalfi, de Enrique Papatino. Esta premiada pieza de teatro nos enmarca en un espacio bélico, donde el dolor y la promesa del eterno retorno calarán hondo el la percepción del espectador.
Se encienden las luces en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549), afuera son cerca de las 21 del viernes, aunque en el mundo de Amalfi ya no exista el tiempo. La guerra, ese fantasma que deshace la humanidad del hombre, es el espectro que deambula sobre la sala desde el primer momento.
Ascasubi (Eduardo Leyrado) luego de ver morir a sus compañeros, regresa a su hogar. Allí su cansado porte y su perturbado espíritu derriban el mundo de Carmela (Mariel Rosciano), su mujer, quien lo creía muerto. Ella, tras cinco años de ausencias, retomó su vida junto a Braun (Jorge Albella), un hombre casado.
Ahora, estos tres personajes exponen distintos puntos de vista sobre la tragedia. Toda la acción se desarrolla en el comedor de la casa de la reencontrada pareja. Afuera, un horizonte bélico, de metrallas y bombas crean un clima de asfixia y tensión, llevado al extremo por las evocaciones de los actores.
Es en este marco donde el deseo irrumpe de forma violenta. Con el correr de la obra, las relaciones dentro de este triángulo harán que los participes atraviesen distintos estados de ánimo. Desde la complicidad de ambos hombres hasta un reto a duelo por Carmela. Ella se debate entre los enredos de Ascasubi y Braun y la desolación que representa la guerra allá afuera.
En la construcción de este drama se desprende una enseñanza sobre el amor, ese “calor desconocido” que ilumina “las horas simples”, la luz de la felicidad para estos personajes. Los textos están empañados de una nostalgia propia del exilio, de lo que se perdió. La música seleccionada empaña aún más este cristal de añoranzas.
“¿Te acordás de Amalfi?”, rememora Carmela, esa tierra que asoma a los ojos del espectador como un paraíso perdido. Sin embargo, el destino, una vez más, hundirá su puñal antes de tiempo. La promesa de volver llegará con un gusto amargo.
Cerrar los ojos y pensar en Amalfi es, quizá, el remedio para cumplir la promesa del eterno retorno, de continuar la vida luego de la tragedia.
La ausencia de las pequeñas cosas se convierte en la postal de la devastación interior, que termina de dimensionar el horror de los tiempos de guerra.
Juan Castro
Amalfi
II Premio Nacional de Dramaturgia 2007.
Primer Premio Vigésimo Aniversario GETEA - Teatro XXI- Mejor Texto Dramático 2007
Dirección: Enrique Papatino.
Elenco: Eduardo Leyrado, Mariel Rosciano y Jorge Albella.
Iluminación: Eduardo Sanfigueroa
Vestuario y utilería: Cecilia Larumbe
Escenografía: Edgardo López Albarellos
Asistente de dirección Marcelo Peiretti
Realización de escenografía: Miguel Yanson
Colaborador de realización: Darío Román Irala, Román Pagano, Julio Aguilera
Renders: Jonathan Catanzano, Leandro Reguerio
Operador de cabina Guillermo Marzari
Fotografía: Federico Sykes, Fernando Fernández
Producción ejecutiva: Compañía de Teatro Caue Canem
La verdad que la obra es muy buena e ingeniosa. Yo la ví esta semana y quedé muy conforme con la puesta en escena. La recomiendo.
Si, si, la vi y me gustó mucho. También la recomiendo, creo que tiene una mezcla muy interesante de humor y nostalgia.