El único panorama predecible de continuar por esta senda de errores en materia de política económica, es padecer la hiperinflación que nuestro país registró en 1991.
La decisión de salir de la Convertibilidad en el año 2002, generó la inflación por devaluación en la que los precios relativos se reacomodaron, pasando en los 24 meses posteriores a ser más moderada.
La fórmula actual del gobierno de excesiva emisión monetaria, demasiada demanda, presión de los salarios y oferta decreciente de bienes y servicios esenciales, como alimentos y energía, nos está llevando a repetir el mismo escenario de 1991.
Pero, ¿qué es la inflación? Podemos definirla básicamente y en una primera aproximación, como el incremento sostenido y generalizado de los precios porque la moneda ha perdido su poder adquisitivo, se ha devaluado, pueden comprarse menos cosas con los mismos billetes.
Es fundamental tener en cuenta que en la actualidad, y luego de que la economía evolucionara como consecuencia de muchos debates, idas y venidas, se acepta que ninguna Teoría resulta completa a la hora de explicar la formación de los precios, ya que, las variables que contribuyen a la estructuración del mismo entre otras cosas, dependen de la conducta de los individuos, deseos, expectativas o creencias que cada uno haga sobre el comportamiento de los demás actores económicos. La manera en que se construyen los sucesos esperables a nivel individual que contribuyen a la formación de precios, también presenta inconsistencias variables respecto de la inflación.
Dicho en otros términos, el movimiento de los precios no siempre está sujeto a la inflación, de ahí la importancia de diferenciar el precio real del nominal.
Acotando un concepto más a modo explicativo, es útil considerar que la economía suele definirse como “la ciencia que estudia la mejor forma de administrar los recursos que, “naturalmente”, son escasos. Esta definición de por sí es incompleta, por lo que se hace necesario recurrir a otros datos, como por ejemplo, que el objeto de estudio de la economía es “cómo se organiza la sociedad en torno al modo de producción”, que por tratarse de una sociedad como la nuestra, podríamos decir: “cómo se organiza la sociedad en torno al modo de producción capitalista”.
Entonces, parece que la economía como ciencia propiamente dicha, nace juntamente con el capitalismo.
En un principio cuando se estudiaba economía, se estudiaba “microeconomía”, esto es, “cómo se formaba el precio de los bienes de manera particular a partir del comportamiento de los individuos que interactuaban en el mercado de ese bien específico”.
La explicación de la “demanda” surgiría en principio de la “Teoría del Consumidor” y la de la “oferta” de la “Teoría del Productor”. Aunque cada una es mucho más compleja.
A lo largo de la historia del capitalismo, hubo muchas maneras de explicar el precio de una mercancía, por ejemplo, la “Teoría del Valor”, que es anterior a la microeconomía, cuyos máximos exponentes fueron Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx.
Sin embargo, como hasta nuestro días, no se han podido encontrar los microfundamentos de la macroeconomía, demostrándose con esto que “el todo es mucho mas que la suma de sus partes”, la economía se compone de dos grandes ramas: “microeconomía” y “macroeconomía”. Esta última estudia la agregación de las partes en todo su conjunto (variables agregadas como por ejemplo la inflación).
Entonces, con respecto a la inflación, decía que en realidad es posible advertir que su activación se produzca por causas diversas, en apariencia separadas, pero que en realidad son interdependientes.
Así por ejemplo tenemos la “inflación de costos”, generada por variaciones climáticas, aumento de insumos como el petróleo por ejemplo, devaluación de procesos productivos que emplean insumos importados o la puja entre sector privado, sector público y trabajadores. Si hay puja salarial, los sectores monopólicos u oligopólicos pretenden llevarse mayor rentabilidad, entonces los precios suben.
Cuando la moneda es devaluada en un contexto de tipo de cambio fijo-flexible, la inflación se genera o bien por el precio de los bienes nacionales, el precio de los bienes finales importados, o bien porque el precio de los bienes intermedios recae sobre el costo de producción nacional.
La “inflación por aumento de la demanda” tiene lugar cuando la demanda global es superior a la oferta global. Así por ejemplo, si los sectores de menores recursos reciben mayores ingresos, tenderán a consumir más generando una mayor demanda que afectará la capacidad de producción u oferta, entonces los precios subirán.
Hay “inflación inercial” cuando en el marco de una inflación elevada, las personas y las empresas procuran cubrirse de la misma de diferentes formas que no viene al caso detallar aquí, y hay “inflación monetaria” que se explica mediante la llamada “Teoría Cuantitativa del Dinero” donde se presume existe libre movilidad de capitales, producto estable y paridad en el poder de compra.
En el caso de la Argentina, hablamos de los importantes y persistentes “déficits fiscales” cubiertos con los fondos del BCRA.
Cuando el déficit fiscal no es tan significativo, el gasto público puede cubrirse tomando préstamos o reservas, pero si persiste a lo largo del tiempo, se hará necesario emitir moneda, se incrementa entonces la oferta nominal del dinero, hay mayor consumo, la oferta de bienes y servicios se ve superada y los precios suben. Y este proceso se llama “impuesto inflacionario” (del que he hablado en notas anteriores), que permite aumentar los impuestos sin necesidad de que intervenga el Poder Legislativo. Esto viene haciendo este gobierno hace tiempo, acción perfectamente compatible con su concepción absolutista del poder.
Si bien por un mecanismo de “contabilidad creativa”, el gobierno siempre dibujó en el Presupuesto Anual en mucho menos los recursos tributarios que esperaba recaudar para así, reunir lo que era verdaderamente esperable y a eso lo llamaba “superavit fiscal”, para (mediante ese engaño) poder disponer a piacere de estos ingresos. Durante los últimos dos años el mismo prácticamente desapareció y para cubrir el déficit, se recurrieron a fuentes alternativas de caja (estatización de AFJP por ejemplo) y especialmente al Banco Central, pidiendo el adelanto de las utilidades. Esto provocó la expansión de la base monetaria, que lo viene haciendo en un 20% anual aproximadamente desde el año 2006.
Si la economía no crece a la par, la emisión genera inflación porque el poder de compra de la población es mayor, hay mayor demanda y la oferta no alcanza a cubrirla.
Ahora bien, si además a esto le agregamos los bancos, ya entramos a considerar el “multiplicador monetario”, esto es, los préstamos que efectúan los bancos, lo que también afecta la base monetaria, es decir que hay más dinero en circulación todavía, aumentando aún más la capacidad de la demanda, la capacidad de que la gente compre.
Este excedente se puede equilibrar o bien con crecimiento económico (que la política económica K nunca promovió porque atenta contra sus principios populistas, demagógicos y desconocedores de todo) o con inflación, que es lo que se viene dando en los últimos años en nuestro país.
Como es evidente que el BCRA seguirá financiando al Estado, seguiremos incrementando la inflación, con el riesgo de llegar al escenario del 1991, de hiper.
Cando el gasto público se financia con déficit fiscal, se genera demanda de manera artificial, lo que presiona fuertemente la oferta y necesariamente hace subir los precios. Las empresas deciden producir menos porque su costo de producción es mayor por el precio inflado de los insumos, entonces, optan por vender lo que tienen, ya que la gente comprará de todos modos aunque esté caro, sobre todo los bienes de primera necesidad.
Como los incrementos salariales esperados para este año por presión de los sindicatos que suben a “los compañeros” a los colectivos (para que golpeen bombos a rabiar y vociferen como poseídos en los actos oficialistas a ver si así alguien se cree que el matrimonio en poder del Ejecutivo Nacional tiene una enorme popularidad entre los trabajadores), será volcado al consumo y no al ahorro e inversión, esto seguirá favoreciendo la inflación.
Por último, es destacable el hecho de que la política económica de este gobierno ha hecho retraer la oferta, como dije más arriba, retrayendo la inversión por la promoción del consumo a corto plazo. En este contexto por ejemplo, importamos combustible a precios internacionales que recae en el consumidor porque las empresas, ante la inseguridad jurídica de nuestro país y la inestabilidad económica, prefirieron llevar sus capitales afuera, a lugares con mayor rentabilidad.
Con la carne ocurre otro tanto, los productores están liquidando stock porque la demanda es alta y el conflicto que generó esta gestión con el campo, es una de las muestras más cabales de que su accionar obedece a un profundísimo desconocimiento absoluto de lo que implica administrar un país.
Resumiendo, una política demagógica de promoción de fuertes consumos, inseguridad jurídica que desalienta la inversión, patoterismo constante ejecutado por el Secretario de Comercio al mejor estilo mafioso, oferta que no alcanza a cubrir la demanda y otro arsenal de desatinos en varios ámbitos, sumados a dos personalidades cuya única motivación para vivir parece ser la permanente búsqueda de confrontación, agresión, violencia verbal para con todos los sectores, generando el caos permanente en toda la Nación, explican en gran medida (ya que no hay que omitir el arrastre de malas administraciones anteriores), el complejo panorama nacional en el que estamos inmersos todos los argentinos.
Paciencia, no hay mal que dure mil años, apenas parecería que otros dos.
Nidia G. Osimani