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OTRA VEZ EL CUENTO DEL SUBMARINO NUCLEAR
OTRA VEZ EL CUENTO DEL SUBMARINO NUCLEAR

‘’El 9 de marzo Constantino Davidoff envió a la embajada británica la confirmación formal de que cuarenta y uno de sus hombres se disponían a embarcar en un navío de la Amada Argentina con destino a Georgias del Sur, donde permanecerían cuatro meses. Dos días más tarde, sus hombres partieron en el Bahía Buen Suceso. Poco antes de la salida, el abogado de Davidoff llamó a la embajada para confirmar que el buque zarpaba, se le recordó la necesidad de presentarse en King Edward Point, Grytviken, para obtener la autorización de entrada.

 

El 18 de marzo el Bahía Buen Suceso llegó a Leith, y comenzó a descargar suministros. Si Davidoff pensaba seriamente satisfacer a los británicos, la Armada argentina demostraba menos preocupación en ese sentido. De nuevo la embarcación navegó manteniendo silencio de radio, y no se detuvo en Grytviken, sino que pasó directamente a la Bahía Leith. El contrato original de Davidoff destacaba la necesidad de observar los aspectos legales, y esta cuestión habría sido reafirmada en las protestas británicas que siguieron a la visita de diciembre. Es posible que Davidoff supusiera que como esta vez había hecho lo que antes no había atinado a hacer –notificar de antemano a la embajada británica- no habría problemas.

La Armada argentina ciertamente conocía las reglas relacionadas con las islas; eran parte del código de navegación. Aunque su intención no tuviese un carácter provocativo, es posible que el capitán decidiera desentenderse de esa norma. Tenía un calendario ajustado; las Georgias del Sur eran en cierto modo un desvío, y aún debía cumplir su itinerario original. Es igualmente probable que le pareciese desagradable la idea de detenerse oficialmente en Grytviken cuando el territorio era materia de disputa. La Armada argentina había estado en la isla antes de la primera visita de Davidoff, de modo que no existían precedentes. Las protestas británicas, como resultado de la visita anterior, habían llegado tarde, fueron rechazadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores y no tuvieron consecuencias importantes. Además, Davidoff había asegurado que los británicos estaban completamente informados’’, del anteriormente citado libro Señales de guerra, el conflicto de las Islas Malvinas en 1982, de Lawrence Freedman y Virginia Gamba-Stonehouse. Esto quizá carecería de sentido de no mediar una inquietante noticia fechada en el día de hoy:   El gobierno de Gran Bretaña ordenó enviar un submarino nuclear de ataque a las Islas Malvinas para custodiar los trabajos de exploración de la petrolera inglesa Desire Petroleum y reforzar la seguridad en el archipiélago ante una escalada de tensión con la Argentina. Se trata de la embarcación de guerra HMS Sceptre, de hasta 5.000 toneladas, que cuenta con misiles antibuques y equipamiento de última generación. El submarino, que el mes pasado cumplía una misión en el sur de África, contará también con el respaldo de otros dos buques y la flota aérea emplazada en la base militar de las islas. Fuentes consultadas por el diario británico 'The Sun' aseguraron se espera que la presencia del submarino de guerra sirva para "frenar las ambiciones de la Argentina" en medio del renovado reclamo por la disputa del territorio."Cualquier descubrimiento aumentará dramáticamente la tensión entre el Reino Unido y la Argentina", sostiene el matutino inglés, al tiempo que anticipa que está previsto que la semana que viene la petrolera Desire Petroleum revele los primeros resultados del plan de exploración que realiza en las aguas del archipiélago, pese al reclamo del gobierno argentino.

Según altas fuentes del Ministerio de Defensa británico consultadas por el matutino, el submarino se esconderá en la zona con el objetivo de que "su sola presencia alrededor de las islas infunda miedo en los corazones de cualquier posible enemigo", según el sitio Urgente 24.

Por más vueltas que se quiera dar al asunto, no existe ninguna duda que enviar dos buques de guerra, con la misión de defender un territorio usurpado, es un acto de abierta hostilidad.

No es un gesto de buena voluntad, ni una mera visita de cortesía a un puerto local, con gallardetes y banda de música.

 

¿Rule Britannia for ever?

 

‘’Los diplomáticos K no apelan ni siquiera a la regulación ambiental y el peligro contaminante de un submarino nuclear en nuestro mar, Inglaterra avanza sobre nuestra soberanía demostrando su poderío, la pampa sumergida, Michelle Bachelet haciendo pruebas conjuntas por invitación del ejército chileno. Habría que estudiar el por qué, temor a nuestro ejército no es. Quizás alguna disputa por nuestros recursos y la pampa sumergida pero con la Unión Europea. ¿Entonces, por qué? Esa es la gran pregunta, ¿para mostrar a quién su poderío? O  peor, ¿qué están diciendo los diarios en UK? ¿Justifican una invasión?’’, según la duda maldita expresada por Celeste Fassbinder, redactora de BWN Patagonia.

Si bien no se sabe con certeza la posibilidad temeraria que Gordon Brown pretenda emular a Margaret Thatcher, no hay signo de que el envío de los navíos de marras pretenda apaciguar la cuestión. Pues tampoco la Argentina ha motorizado una acción parecida a la relatada más arriba, que dio el necesario pie a la aludida ex primera ministra para justificar el envío de aquella poderosa fuerza militar el lunes 5 de abril de 1982.  Y ese mismo día, ella dejó de lado tajantemente cualquier posibilidad de fracaso: ‘’¿Fracaso? ¿Usted recuerda lo que dijo una vez la Reina Victoria? ¿Fracaso? La posibilidad no existe.’’

Otra vez la presencia amenazante de la Armada Real, bajo los sones de esa canción imperial Rule Britannia, postal nostálgica de viejas glorias que cada vez retornan cuando la visión de la realidad se torna un poco insoportable.

 

Fernando Paolella

 

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