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CRISIS ENERGÉTICA: UNA BUENA LECTURA

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    Nuestro país se sigue destacando por sus inventos, particularmente por los de sus funcionarios.
   
Después de haber inventado la pesificación asimétrica, hace unos meses nuestros funcionarios nos sorprendieron inventando una empresa aérea sin aviones, pero con directorio, gerentes y un plantel de 600 empleados. Ahora nos revelan la creación de una empresa nacional de energía sin yacimientos, ni usinas, ni subestaciones, ni cañerías, ni cables. La creatividad oficial no tiene límites. Por supuesto que esta nueva invención contará también con el aparato directivo y de empleados acorde con las importantes tareas a desarrollar. El anunció de la creación de esta última empresa produjo un masivo aplauso de políticos y empresarios que remedó el que se produjo cuando se declaró la cesación de pagos del país. Todo un símbolo de nuestra responsabilidad.
   
Este emprendimiento energético oficial subsidiará a empresas y particulares y manejará las licitaciones de obras y adquisiciones. Poco a poco podrá convertirse en único comprador y vendedor de energía, con lo que reviviremos la economía estatal y la privada dirigida cuya aplicación ha sido de gran suceso en nuestro país.

 

    Por suerte ya no dependeremos de los privados que privilegian su beneficio en lugar del interés público. Ahora volverán nuestros esclarecidos burócratas, quienes, con sabiduría y patriotismo, emularán los éxitos anteriores a la nefasta década de los 90. Quedan de esa época gloriosa la planta de agua pesada, que no produce, y la empresa minera Hipasam, desactivada, porque su producción era inservible, pero que nos ha dejado el pujante pueblo fantasma de Sierra Grande. Pero también nos legaron esos funcionarios dos proyectos en construcción, la cual avanza sin premura para asegurar su eficacia y precisión una vez en producción. Estos emprendimientos de avanzada son Atucha II, que lleva algo más de 20 años de ejecución y la planta de Soda Solvay en San Antonio Oeste, que cumple este año apenas 32 lozanos años en construcción.

    Es cierto que en estos emprendimientos, que son sólo una muestra de otros innumerables que se podrían citar, se han disipado alrededor de 10 mil millones de dólares, pero ello ha permitido apuntalar el progreso y el resguardo de la soberanía y el interés nacionales. Por eso ahora volveremos a ser Argentina, un país en serio.

José Petrosino
pedrodeaguirre@sinectis.com.ar

 

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