María trabaja como Gerenta en una sucursal de una compañía multinacional de retail desde hace 12 años. Su sueldo neto de bolsillo, inmutable desde marzo de 2008, es de $2100. La empresa, aduciendo la crisis de su actividad, no aumenta su salario ni el de sus colegas de sucursales señalando que no está obligada a hacerlo ya que María –por ser empleada “jerárquica”– está fuera de convenio. El problema es que en esos mismos locales desde el cargo inmediatamente inferior –Subgerente– hacia abajo todos se encuentran en convenio con el Sindicato de Comercio, habiendo recibido anualmente incrementos salariales de distinto tipo obedecidos por la empresa. María, la responsable de cuidar la mercadería del local, de abrirlo y cerrarlo al público, de motivar a sus empleados para que alcancen las metas de la corporación gana menos o igual que el empleado 3 escalafones menores a ella. Ante cada reclamo en que planteó esta situación la respuesta empresaria culminó siempre igual: “la puerta está abierta”.

El ministro Carlos Tomada no deja de congraciarse con las bondades de las negociaciones salariales por paritarias. “Es un ejemplo democrático de empleadores y trabajadores”. Pero de manera consecuente su Ministerio elude ocuparse de la problemática de los empleados denominados “fuera de convenio”, e inclusive de los noveles Sindicatos que estos trabajadores se vieron forzados a crear para intentar detener el deterioro de sus salarios. Este desentendimiento es funcional a aquellas empresas que aprovechando la situación otorgan subas salariales inferiores al promedio de las que logran los restantes Sindicatos, o inclusive no dan aumentos, de manera completamente discrecional y unilateral.

Empero, ambos ponderados por el doctor Tomada no parecen estar muy contentos: muchos empresarios se ven forzados a pactar incrementos ante las amenazas de conflictos laborales que pueden llevar a la interrupción de la producción; muchos gremios aspiran –a mitad del año– a abrir paritarias por segunda vez para compensar el deterioro generado por la inflación real. Una inflación mucho mayor y muy distinta a la del “Paraíso K”, inflación medida por el hoy tristemente célebre INDEC.

Me siento solo…

Los empleados fuera de convenio son mayormente jefes y supervisores de empresas, denominados mandos medios. Se calcula que actualmente son 800.000 trabajadores, dato que surge de la diferencia entre trabajadores registrados (en blanco) menos los trabajadores que figuran adicionalmente bajo algún convenio.

Con el correr de los años, la política laboral kirchnerista dejó expuestos a estos trabajadores a aprender el término “solapamiento”: esto es, como los sueldos mal llamados “jerárquicos” de los fuera de convenio quedaron congelados por las empresas privadas o rezagados sus aumentos con respecto a otros trabajadores conveniados de una misma empresa, según la voluntad patronal.

Ante estos problemas el empleado se enfrenta a la disyuntiva de enfrentar a su empleador y pedirle un aumento de sueldo, con el riesgo de perder el trabajo o ser catalogado de conflictivo, o mantener su trabajo por simple necesidad o a la espera de forzar su desvinculación. Las consultoras de Recursos Humanos, con su carisma antiséptico habitual, postulan que una solución a este problema es establecer metas a conseguir atadas a reconocimientos salariales. Es decir, ante la obligación de un empleador a dar bajo apercibimiento de ley aumentos a algunos trabajadores – logrados por paritarias de convenios - las consultoras solucionan el conflicto de sus compañeros cuyos salarios no son protegidos por la ley  a partir de objetivos planteados desde la entera subjetividad de la patronal. Con soluciones así…

Muchos trabajadores fuera de convenio concurrieron al Ministerio de Trabajo a plantear el problema, sin respuesta alguna. Tampoco se conoce proyecto de ley de legislador que quiera encarar el tema. Y – nobleza obliga – tampoco los grandes medios de comunicación le dan al tema un tratamiento de la gravedad que merece. Una interpretación posible es que donde más se da el conflicto es en empresas privatizadas durante el menemismo y multinacionales, con todo el poder de lobby y de pauta publicitaria que ello implica. En la mayoría de los casos la respuesta es invitar a los reclamantes a formar un Sindicato, cosa que paraliza a muchos de estos trabajadores por falta de voluntad, miedo a lo desconocido o preconceptos de clase.

Joven argentino, sindicalizate!

El arquitecto Jorge Miguelez es uno de quienes saltó esa valla. Desde hace 3 años es el Secretario General del Sindicato del Personal Jerárquico de Comercio (www.spjc.com.ar). Miguelez estima que hay aproximadamente 200.000 fuera de convenio sólo en Comercio, siendo muy crítico con dicho Sindicato y puntualmente con la conducción de Armando Cavalieri. Con personería jurídica desde 2007, sus detractores le adjudican un estado muy embrionario. Miguelez admite que la gente es renuente a participar por miedo a perder el trabajo pero es optimista, sosteniendo que registran un aumento diario de afiliados aquejados por la problemática.

Otro ejemplo de voluntad de cambio es el Sindicato de los Trabajadores de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, quienes se nuclearon bajo Cepetel, Centro de Profesionales de las Empresas de Telecomunicaciones       (www.cepetel.org.ar). Su Secretario General es el ingeniero José Zas. En este sindicato luchan contra las trabas que empresas como Telefónica, Telecom, IBM y hasta los numerosos call centers ponen para reconocer aumentos a sus empleados catalogados fuera de convenio. También afiliados como los anteriores a la CTA, han logrado aumentos y tenues reconocimientos de sus patrones a partir de medidas de fuerza laboral más firmes.

Manual de Derecho Laboral y  de Economía “K”

¿Cómo en un país con inflación según el medidor oficial ( INDEC ) menor al 12 % anual los sueldos de convenio suben en promedio un 25 %?. ¿Cómo se sostiene el poder adquisitivo de las jubilaciones si hay 4 millones de trabajadores que no hacen aportes al sistema de seguridad social ( están “en negro” )?. ¿Qué distribución de la riqueza invoca una realidad laboral donde el Estado no legisla activamente para evitar situaciones donde subordinados pasan a ganar holgadamente más que sus “jefes”? ¿Los trabajadores bajo convenio son los nuevos piqueteros de la abundancia, razón por la cual el Gobierno se demora en aniquilar definitivamente el Impuesto a las Ganancias sobre los sueldos?.

Mientras los trabajadores fuera de convenio se hallan desamparados, los conveniados no se reconocen beneficiados sino ajustados a valores inferiores a los de la inflación real. Esta es una de las razones por las cuales están reclamando abrir paritarias por segunda vez en el 2010.

Si al tema salarial le sumamos el aumento de los combustibles, de los alquileres, y de cualquier otro factor que obviamente los empresarios compensan transladandolos a los precios de sus productos la imagen de Cristina y Néstor cuidando el poder adquisitivo de los salarios se parece más a la de la agente 99 y el super agente 86 Maxwell Smart desactivando una bomba en medio de una estación de servicio…con el agravante que más que de “Control”, asemejan ser agentes de “Kaos”.

Tomás Ryan