El Padre de
Es que el ilustre general se había negado de plano a reprimir a los caudillos federales del interior, y los doctores del puerto interpretaron ese gesto como un acto de traición a
Primeramente instalado en Escocia, luego se trasladan a Bruselas para finalmente establecerse en París. En marzo de 1829 de nuevo pretende regresar a Buenos Aires, pero al enterarse que el gobernador federal Manuel Dorrego había sido derrotado en Navarro por Juan Lavalle, que posteriormente lo haría fusilar, se niega de plano a desembarcar.
Aunque el antiguo subordinado le ofrecería la gobernación bonaerense, San Martín se niega de plano y lo desautoriza en una imperdible misiva en la cual lo califica de “espada sin cabeza” dándose cuenta que él sólo es la pata militar del golpe de estado unitario. No concebía que “un hombre del arma de caballería se pusiera a reformador de leyes”, pues sabía muy bien que detrás del brazo ejecutor estaban los ideólogos Felipe Varela y Bonifacio María del Carril, concebidos erróneamente que su muerte inútil acabaría para siempre con la oposición federal.
Y lleno de dolor, emprende de nuevo el regreso a Europa.
Un héroe coherente
En 1839, con motivo del bloqueo anglo-francés, escribe a Juan Manuel de Rosas: "Gran Bourg, 7 leguas de París 10 de junio de 1839. Exmo. Sr. capitán general D. Juan Manuel de Rosas. Respetable general y señor: Es con verdadera satisfacción que he recibido su apreciable del 24 de enero del corriente año; ella me hace más honor de lo que mis servicios merecen; de todos modos, la aprobación de estos por los hombres de bien es la recompensa más satisfactoria que uno puede recibir.
Los impresos que usted ha tenido la bondad de remitirme, me han puesto al corriente de las causas que han dado margen a nuestra desavenencia con el gobierno francés: confieso a usted, apreciable general, que es menester no tener el menor sentimiento de justicia, para mirar con indiferencia un tal abuso del poder; por otra parte, la conducta de los agentes de este gobierno, tanto en este país como en
Me dice en su apreciable, que mis servicios pueden ser de utilidad á nuestra Patria en Europa; yo estoy pronto a rendírselos con la mayor satisfacción; pero, y faltaría a la confianza con la que usted me honra, si no le manifestase, que destinado a las armas desde mis primeros años, ni mi educación, ilustración, ni talentos no son propios para desempeñar una comisión de cuyo éxito puede depender la felicidad de nuestro país; si un sincero deseo del acierto y una buena voluntad fuesen suficientes para corresponder a la tal confianza, usted puede contar con ambas cosas con toda seguridad, pero estos deseos son nulos sino los acompañan otras cualidades. Deseo a usted acierto en todo y una salud cumplida, igualmente el que me crea sinceramente su afecto servidor y compatriota. José de San Martín" Así, en noviembre de 1845, enterado de la heroica defensa de
Instalado definitivamente en Boulogne- sur- Mer, en la costa normanda, en 1848, muere dos años después el 17 de agosto de
Pero lo que lo hace realmente grande, y eso definitivamente lo aleja del bronce aprisionador, es su coherencia a toda prueba. Más allá de la polémica del irrestricto apoyo a Rosas, no dio el brazo a torcer ante la persistencia unitaria de involucrarlo en la contienda civil, teniendo la firme premonición de que efectivamente ese bando sería el perdedor. Y esto no fue precisamente porque Rosas haya sido mejor o peor, sino que su cortedad de miras y de criterio, y su absoluto desprecio hacia el interior del país fueron decisorios para marcar su derrota en esa etapa crucial de nuestra historia.
Fernando Paolella