Si alguien cree que en el mundo político y sindical es evitable hablar de Hugo Moyano estos días, que levante la mano y lo diga, porque el dirigente camionero y jefe de la CGT continúa siendo una de las figuras excluyentes en ese amplio ámbito, para alegría de sus compañeros de ruta y acólitos y para malestar de sus detractores y enemigos.
Tanto por méritos propios como por los que consigue por acción y omisión de sus socios más dilectos y también de sus rivales, Moyano sigue siendo el planeta alrededor del cual muchos de los demás tienen el rol de simples satélites.
Con Néstor Kirchner como fogonero, Moyano parece haber adquirido en esta nueva instancia una virtual carta libre para moverse en el PJ bonaerense, pero él sabe que su presencia allí obedece también a la estrategia del ex Presidente de ponerle coto a otros referentes del justicialismo provincial, como el gobernador Daniel Scioli y los intendentes del conurbano, muchos de los cuales miran de reojo al líder gremial.
Claro que, a propósito de la alusión a esos dirigentes, la historia tiene sus bemoles y uno de los alfiles que Kirchner quiere tener a raya podría también ser una solución en otro lugar que le genera preocupación. Ello ocurriría si prospera una idea todavía embrionaria de trasladar a Scioli a la Capital Federal para que compita el año que viene en el distrito porteño, donde podría medir mejor que uno de los referentes mejor posicionados del kirchnerismo, como es el senador Daniel Filmus.
Así quedaría planteado otro escenario en la provincia, donde indudablemente se podría despejar el camino para Moyano candidato a gobernador, algo que suena innegablemente más razonable que una candidatura presidencial del camionero en estos tiempos.
El poder territorial y de fuego de Moyano, con, por supuesto, todos los recursos económicos disponibles para una campaña de tal envergadura, podrían derivar en una fuerte llama de esperanza para el kirchnerismo ante lo que ya es un hecho, como la postulación para la primera magistratura provincial de uno de los principales caciques del antikirchnerismo, como Francisco De Narváez.
Esa es una alternativa con bases lógicas, salvo, desde ya, que aparezcan otras fórmulas diseñadas por los principales alquimistas oficialistas, como dejar las cosas como hasta ahora —o sea que Scioli siga en la provincia, siempre y cuando no se "retobe" y acceda a acatar todos los deseos y órdenes de Kirchner— y no dejar más margen para Moyano, para evitar un posible crecimiento del mandamás cegetistas que se torne incontrolable.
También hay que tener en cuenta a las figuras que, sin despegarse totalmente del kirchnerismo, tratan de diseñar un derrotero todo lo autónomo que se pueda y también aspiran a tener su turno en la provincial, como el intendente de Tigre, Sergio Massa.
Allí entonces pueden tornarse inevitables los cortocircuitos en el distrito fundamental para el kirchnerismo, tanto por el territorio en sí como por la carrada de votos que aporta a la candidatura presidencial. Pero especulaciones al margen, lo concreto es que, con lo que tiene hasta ahora, a Moyano se le presenta un panorama que le permite seguir avanzando.
Desde ya que, solamente usufructuando el cargo político al que ha accedido, va a imponer hombres de su riñón para las listas de candidatos de 2011 y presionará incluso para colocar funcionarios, costumbre que no le es ajena. Si hasta aludió a sus propias aspiraciones o lo que considera un derecho político que le asiste, al hablar de "la hora de los trabajadores".
La misma pretensión sostendrá seguramente el 15 de octubre, cuando realice su previsto acto en el estadio Monumental de River Plate, donde habrá asistencia gremial y política y sin dudas los aparatos colmarán las instalaciones de activistas, militantes y afiliados a los diversos sindicatos.
La mayor parte del rédito de esa concentración sin dudas la embolsará Moyano, que hasta se encargó en persona de conseguir el estadio para el mitin del mes más simbólico del peronismo, como para demostrar que es uno de los pocos que maneja las cartas más altas en el truco político argentino. Eso sí, quedan muchas cuestiones por delante, más allá de estos logros que no dejan de ser coyunturales. Moyano, se ha dicho, crece por envión propio, por acción de aquellos a los que les favorece ese crecimiento y por falencias de quienes no encuentran fórmulas para acotarlo, pero también a expensas de muchos otros y con situaciones indeseadas y con riesgos para el presente y el futuro.
De eso se tratan, por ejemplo, las medidas sindicales impulsadas por Moyano y sus herederos —sobre todo su hijo Pablo— que se traducen en bloqueos a empresas. Porque ese también es un elemento que tienen en cuenta quienes pueden invertir en el país y, entre sus requisitos, esperan justamente que las reivindicaciones laborales no se traduzcan en interferencias de ese tipo.
Lo que ocurre en ese sentido también tiene que ver —y por supuesto lo afecta— con el marco de las garantías —entre ellas la seguridad jurídica— que precisamente quieren tener quienes podrían aportar grandes dosis de capital a la economía argentina.
Pero ello por ahora no parece significar un obstáculo ni un alerta para los planes del sindicalista que se siente émulo del legendario Jimmy Hoffa, el otrora líder de los camioneros de Estados Unidos, y que no oculta sus deseos de ser la encarnación local de Luis Inazio Da Silva, el mundialmente conocido Lula.
Claro que Lula dio sobradas muestras de haber cumplido cronológica y políticamente con su etapa de fervor sindical combativo y, sin renegar de su pasado ni de sus orígenes, hizo un curso acelerado para obtener la categoría de estadista y volvió a ubicar a su país en la elite de las naciones líderes a nivel mundial.
Aunque Lula es el indiscutido eje de la actual era de su pueblo (donde, por ejemplo, en medio de históricas carencias cuasi estructurales logró reinsertar a millones de personas en el sistema), ha consolidado lo que ya podría llamarse el "Planeta Brasil". A diferencia de lo que pasa aquí, donde lo individual y lo sectorial sigue pesando más que lo colectivo. Como ocurre, por ejemplo, con el "Planeta Moyano".
Lo único que le interesa a este esperpento es más poder para robar más. Aparte no tiene el más mínimo punto de comparación con Lula, al que no le llega ni a la suela de los zapatos. Saludos.
Moyano ejemplo del sindicalismo argentino, sindicalista rico trabajador pobre. Cuantas hectareas de campo posee este sinverguenzas, mientras los trabajadores tienen que lidiar con la inflacion actual.
Me pregunto este tipo sabe leer? Entenderá un presupuesto? Sabrá la tabla del 2? Será Honesto?
Che sin querer ofender a la Comunidad Catolica ni a ningun otro credo No le queda bien el atuendo al gordo? Ojo eh quizas sea una solucion que se arrepienta de sus pecados e ingrese a un seminario rapido
moyano es como la peste, ataca a todos sin distincion PD, creo q no tiene sentido ponerle cara de moyano a un atuendo de obispo, es una groseria innnecesaria shalom