La música está de duelo: ha muerto Ray Charles. Durante medio siglo le cantó
al corazón del hombre y la mujer. Hombre sencillo, hijo de una lavandera y un
empleado del ferrocarril, perdió la vista a los seis años de edad, lo que no
le impidió ver el alma de sus semejantes.
Fue un innovador
desde los años 50, dueño del Soul, y no dejó de crear y buscar
permanentemente ritmos, música nueva. Recuerdo que llegaba del colegio a
encender el radio para escuchar a Ray Charles, su voz de barítono,
hipnotizadora, mágica, subyugante. Ruby
en los sesenta... El tiempo no pasaba, sus blues nos estacionaban en el
romance de nuestra adolescencia, un mundo que nos hizo vivir el genial Ray
Charles. Siento como si un pedazo de música se desprendiera del cuerpo de la
humanidad, la que él llevo en su piel por derecho propio y nos enseñó en
cada una de sus actuaciones.
Soul, Country,
Rock, Ray Charles fue además un pianista notable, cuya voz
era reconocida por un sordo y tenía la particularidad inmortal de
trasladarnos a las vivencias que nos relataba y hacía sentir. Una voz
con cuerpo, una voz con espíritu, una voz que Ray Charles nos ha dejado por
siempre como anclada en nosotros mismos.
Un músico
irrepetible, de raza, de esos que nacen únicos en su siglo, trae su propio
repertorio, vienen a crear, y de sus labios y manos la música fluye, brota
silenciosa, muda, absolutamente dueña de todos los silencios. Ray Charles nos
trajo su atmósfera personal, íntima, una manera de ver y transmitir la vida.
Piano, saxo, órgano, clarinete, trompeta, un músico excepcional.
Hombre del sur,
nacido en Georgia, negro, pobre, ciego, siguió su instinto musical, a la
genialidad de sus convicciones, el lenguaje del cuerpo y del corazón, y así
pudo ser el mismo Norteamérica, un verdadero
sendero para su música, la que él nos traía.
Unchain
my heart
o Hit the road Jack, América o Georgia on my mind,
son verdaderos himnos del pueblo norteamericano. Georgia,
Seattle, Los Angeles, sus lugares de vida, pero recorría el país en sus
fenomenales giras. Otros
títulos aún permanecen : "I Got a Woman", "A Fool for
You", "Drown in My Own Tears", "Hallellujah I Love Her
So" y What´d I Say", su
mayor suceso en los sesenta.
Su
vida no fue fácil. A los 15 se inició en la música, pero estuvo una larga
década y media consumiendo heroína hasta que recibió tratamiento.
Salió de ese submundo y siguió cantando con el éxito de siempre, de todos
los tiempos, como hasta ahora, porque si bien ha muerto en California, nos
queda su voz, un tránsito, que nunca ocurre del todo.
Es la suerte de los
grandes cantantes que nos dejan su voz, canciones, sonido, la música. Tuvo
nueve hijos con siete mujeres, en dos matrimonios, nos relata crudamente el New
York Time.
Célebre por sus gafas oscuras y risa inmortal, con sus
blancos dientes de felicidad, Ray Charles acaba de morir en su casa de Beverly
Hill, en California, rodeado de sus seres queridos, aquejado por una crisis
hepática. Había superado todos los cronómetros del tiempo y las
adversidades desde su natal Georgia, discriminadora del negro. 12 Grammys,
todo un récord y reconocimiento para uno de los más grandes baladistas
norteamericano de todos los tiempos. Recreó
a Los Beatles, Aznavour,
entre otros grandes cantantes, y lo hizo excepcionalmente bien.
Lo extraordinario en él, fue su voz, su manera de llegar
al corazón sin disfraz, siempre en primera persona.
como si se
estuviera dirigiendo a uno, a
cada persona. Conocía el lenguaje del alma y
su voz era el puente para todo contacto, tránsito, encuentro posible.
Rolando Gabrielli