Más allá de las previsibilidades de manual, como las arengas en favor de un triunfo del oficialismo en 2011, la reunión del justicialismo provincial realizada en La Plata dejó la inevitable sensación de que las peleas intestinas y los movimientos de resistencia dentro del PJ no se terminaron, sino que se congelaron hasta los primeros meses del año entrante.
Una suerte de "stand by", obviamente buscado por la presidenta Cristina Kirchner y por Daniel Scioli, que debería dejar freezadas, por ejemplo, las jugadas de los caciques partidarios contra Hugo Moyano o la verborragia crítica de los intendentes que intentan despegar.
Veremos, además, si también se planchan los proyectos que, desde el kirchnerismo, quieren disputarle al gobernador la candidatura mayor de la Provincia.
Mostrar a todo el PJ bonaerense unido fue la consigna. También, que eso fue posible porque convocaron la Presidenta y el Gobernador y no Moyano, titular del partido en los papeles, pero que había sufrido una suerte de boicot de los caciques peronistas en reuniones anteriores.
Primeras preguntas
¿Qué vigencia tendrá esa foto del lunes? ¿Cuánto durará la tregua? ¿Qué pasará cuando Cristina salga del estado de empatía generalizada que provocó su repentina viudez? Esas mismas preguntas se hacían, intramuros, muchos de los que asistieron a la residencia del Gobernador.
Marzo o abril, cuando empiecen las definiciones respecto a la interna oficialista, aparecen ahora como los meses a tener en cuenta para buscar posibles respuestas. Porque, digámoslo, no será fácil la cuestión de la definición de las candidaturas.
Un agudo dirigente del oficialismo, que disfrutó de los ravioles que invitó Scioli, lo graficaba así ante este diario: "El lunes estaban todos: los que son y los que quieren ser. Pero también todos ellos saben que no habrá lugar para contenerlos a todos en el esquema oficial del año que viene".
Eso suena con categoría de verdad absoluta si, como se prevé hasta ahora, el kirchnerismo resuelve apostar por la reelección de Cristina en la Nación y de Scioli en tierra bonaerense.
Otro panorama se abriría si la Presidenta declina aspiraciones y el gobernador pasa a ocupar la candidatura mayor del oficialismo. Escenario impensado, hoy por hoy, hasta para el propio sciolismo.
La nutrida convocatoria sí pareció un contundente mensaje interno a los que, enojados con el kirchnerismo, tenían en mente explorar aventuras extra partidarias.
Mensaje con destinatarios
Si algo abonaban ayer los operadores de Scioli, por ejemplo, era la tesis según la cual la reunión del lunes sirvió para desalentar la idea de que al kirchnerismo se le puede jugar en contra, con discurso peronista y con expectativas de triunfo, desde afuera de la estructura oficial.
"Al menos por ahora está claro que no", decían las fuentes. Esos análisis aluden, sobre todo, a Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde que, cada uno por su lado, se han convertido en especialistas en recoger heridos K y sumarlos a sus respectivos rediles.
También le quedó claro a Moyano que a esa cofradía de caciques históricos no se la puede manejar con la lógica avasallante con la que él mismo se relaciona con empresas y patrones.
Se lo acepta en el sillón del convaleciente Alberto Balestrini pero deberá negociar pautas y demás cuestiones de convivencia. Nunca será para ellos un primus inter pares, menos un "jefe" como sí era Néstor Kirchner. Pero, es evidente, tampoco pueden echarlo o marginarlo totalmente.
Puede Moyano aparecer como uno de los derrotados del lunes porque esa reunión fue la contracara de las que él quiso armar, sin suerte y sólo rodeado de sus incondicionales.
Pero nunca hay que darlo por muerto. Simplemente porque hay que mirar la foto más ampliada, no sólo la instantánea que quedó hace 48 horas.
¿O no es el Moyano líder cegetista el que está haciendo saber que boicoteará el Pacto Social al que convocó Cristina? ¿O no es el camionero el que puede activar, siempre, un capítulo más de la guerra de la basura en los distritos del conurbano?
Rebotes de Wikileaks
Del cónclave multitudinario, además, probablemente haya tomado nota el llamado "Grupo de los 8" intendentes críticos del kirchnerismo. Acaso hayan sentido más que nunca que son sólo ocho.
Tal vez, la legítima necesidad de crecer mejorando algunas cosas, deba esperar justamente hasta marzo o abril. Aunque los kirchneristas puros celebren un verano sin presencias cuestionadoras.
Aunque nadie lo dirá en público, este grupo sintió como un golpe la revelación de los supuestos dichos del intendente de Tigre, Sergio Massa, a la Embajada de EE.UU, revelados por los cables de Wikileaks, con palabras muy duras hacia el matrimonio Kirchner.
Massa venía perfilado como el líder de esa tropa inquieta. El lunes se habló mucho de él, en voz baja claro. Desde ahora, más allá de la veracidad o no de esas palabras, deberá someterse a las miradas inquisidoras del mundillo K.
Sigue teniendo, es verdad, los números a favor, acaso su mejor escudo. Ejemplo: una encuesta de hace pocos días de la consultora Cuatrodos, especialista en sondear opinión pública vía internet, arrojó que en Capital Federal, tierra refractaria al kirchnerismo, Massa tiene una imagen positiva del 34,6 por ciento.
Lo supera sólo Ricardo Alfonsín, recién lanzado como precandidato presidencial de la UCR.
Mariano Pérez de Eulate
NA