Si se hiciera un racconto de los “anuncios” del arquitecto De Vido en torno a los problemas energéticos, de infraestructura, servicios públicos e inversiones, dados a conocer con bombos y platillos en los últimos siete años, encontraríamos una falta de responsabilidad y seriedad lindante con lo ilícito. Han jugado sistemáticamente con la buena fe de la gente que espera soluciones concretas sobre esos asuntos tan candentes.
La “empresa” Enarsa ha aparecido en cuanto negocio del Estado se ha programado no llegando a concretarse casi ninguno. Se la ha hecho partícipe de proyectos faraónicos o de inconmensurables riesgos, en la mayoría de los casos mueven a risa. Curiosamente, su imperturbable presidente —el ingeniero Exequiel Espinosa— protagonizó en primer plano el escándalo de la valija de Antonini Wilson sin ser molestado a declarar en los juzgados pertinentes. Ni los diarios se ocupan de su situación evidentemente comprometida.
Las obligaciones contractuales asumidas por Hugo Chávez se van conociendo en el tiempo más por sus papelones que por “efectividades conducentes”. Los sucesos de los últimos tiempos han observado al autoritario caribeño en trances internacionales que no dejan dudas acerca de su complicidad con el narcotráfico y los terroristas colombianos. Las investigaciones de la SINCI de las Naciones Unidas, del FBI, del diario EL PAÍS de Madrid, las computadoras de las Farc, la maquinaria agrícola “exportada” a Venezuela con la coima del 15% depositada oficialmente en una empresa de Miami y otros “yeites colosales” son contundentes e inobjetables.
El ministro De Vido
Cuando pierda el poder el kirchnerismo el arquitecto Julio De Vido deberá responder por casos gravísimos en nuestro país y en el exterior. Los actos de persecución a la empresa concesionaria de aguas que reemplazó a la caduca Obras Sanitarias de la Nación generan una irreparable responsabilidad por daños civiles y penales a la nación, a la empresa afectada y a las actuales víctimas carentes de los elementales servicios sanitarios. El país perdió la oportunidad de seguir contando con las inversiones de las dos mejores compañías del mundo especializadas en aguas. Los montos comprometidos por Suez —en el texto de la concesión— jamás se podrán equiparar. La maniobra se realizó para entregar la caja del servicio al gremio respectivo y a la burocracia del Estado. Al mismo tiempo de apañar un grotesco acto de patrioterismo demagógico, provocaron la actual falta de agua potable y cloacas para las poblaciones carenciadas del conurbano y la mismísima ciudad capital.
Julio De Vido ha anunciado negocios e inversiones de toda clase y de todo monto. Ante un deplorable vacío de realizaciones no tiene gran cosa para responder por los pasados siete años de su gestión. El ambicioso Plan Nuclear anunciado en 2006 —sumamente necesario—no ha dado lugar ni siquiera al comienzo de las etapas de los estudios de prefactibilidad, salvo el complicado caso de la construcción del 20% faltante de Atucha II. Las inversiones en exploraciones de gas y petróleo es un desastre por donde se lo mire, sólo ha conseguido instrumentar las comprometidas con anterioridad a la gestión Kirchner por medio de contratos vigentes o por algunas prórrogas y ampliaciones concedidas. Todo debido a la ceguera de insistir con el convidado de piedra Enarsa injertado en cada licitación en carácter de socio cafisho más la inseguridad jurídica evidenciada por el régimen kirchnerista.
Han ensayado importar gas de Bolivia y Venezuela con resultados tragicómicos. En sus anuncios electoreros De Vido hablaba como si los gasoductos se construyeran de la noche a la mañana. Después venían las sorpresas. La falta de seriedad de Chávez y Evo Morales lo llevaron a un laberinto sin salida decorosa. Las reservas de gas de Venezuela y Bolivia no estaban certificadas ni eran suficientes. Todos los shows publicitarios celebrando los alegres anuncios se caían irreversiblemente en un silencio desfachatado. Chávez abundó en fotos y discursos sobre el mega-gasoducto de ocho mil kilómetros que atravesaría de punta a punta el cono sur para terminar sin pena ni gloria en una mudez insólita en el personaje.
Evo Morales se deschavó impávido —muy avanzados los tres años de tratativas— aclarando a los asombrados argentinos la ausencia del gas boliviano prometido. Debían arreglarse como pudieran ante la provisión posteriormente afectada por Bolivia con Brasil. Este último país respondió con una negativa brutal “ni una sola molécula de gas natural…” dijo Lula textual y nuestros De Vidos permanecieron imperturbables, mirándose unos con otros buscando a quien tirarle las culpas del papelón.
La historia le dio la razón al ex gobernador Sobisch: “¿Porqué no invierten en los pozos de Neuquén a la misma tarifa que le pagan a Bolivia y por lejos ganamos todos…?”. Impecable lógica, sin embargo el señor De Vido siguió impune con su capricho. Pasaba el tiempo y sus promesas no resultaban compatibles con la crisis energética del país cada vez más profunda y obstinadamente negada. Es que con los gobiernos amigos se abrían “zonas liberadas” para acumular turbias “Cajas K”.
Intentó el súper ministro varias alternativas menos la conducente, vale decir, llamar a licitaciones internacionales para explorar la existencia de hidrocarburos en las áreas del territorio argentino y dejando la prioridad y el manejo a los auténticos dueños del recurso natural, va de suyo, los gobernadores de nuestras provincias. Han pasado siete años y los anuncios del ministro se reiteran en veleidades inconducentes. Es que no es fácil confesarlo. Con sus torpezas, los Kirchner aislaron nuestra nación del mundo. La Argentina es un paria internacional. Acá no entrarán inversiones genuinas mientras el poder siga en manos de un clan contubernista y sus amigos “capitalistas burgueses”.
En lugar de cerrar la inútil Secretaría de Energía de la Nación continúa Julio De Vido aferrado al manejo de la caja del negocio de los combustibles. Es decir, persiste con improvisaciones versátiles y la absurda entelequia de la quimérica “sociedad” estatal Enarsa.
Manejó este poderoso ministro aberraciones como contraer obligaciones con Ecuador comprometiendo inversiones en ese país por 480 millones de dólares —parte baja— para construir un proyecto hidroeléctrico que terminó en un sospechoso fiasco. Alegremente actúa así el funcionario mientras en la Argentina cada día mortifican más los cortes de electricidad, la escasez de nafta y gas natural por la falta de inversión y el lógico crecimiento de la demanda. Además, tenemos experiencia los argentinos acerca de las inflamaciones presupuestarias que significan las construcciones de los proyectos hidroeléctricos —recordar Yaciretá— las extensiones hasta el infinito de los plazos de entrega y la inevitable corrupción sobreviniente en todo emprendimiento estatal que maneje el gobierno kirchnerista, peor aún en el incierto mundo de la inflación instalada.
Los sobreprecios y las avivadas
Recordando la observación de Sobisch entendemos cómo los precios reales delatan a estos “ignorantes” de Chávez, Enarsa, De Vido y compañía. Sobisch reclamaba invertir en Neuquén donde el precio de la unidad británica de gas salía un dólar siete centavos. Al no producirse gas entre nosotros y ante el “acto fallido” de Evo Morales no proveyendo la misma unidad de gas a siete dólares —carísimo en comparación— ¿A quién recurrió De Vido…? Pues al negocio con Chávez, ávido vendedor del roñoso fuel oil tercerizado de otros países, el mismo combustible que deteriora nuestras instalaciones para generar electricidad. Pero ahora se comprenderá la clave de este sospechoso negocio.
¿Cuánto gastaría la gilada argentina —contribuyentes y jubilados— que pagan el fuel oil de Chávez con el agregado de su lluvia ácida…? Pues el fuel oil de Chávez nos costaba 13 dólares por el equivalente de cada millón de BTU de gas natural. Hagamos una simple comparación, el gas “ausente con aviso” de Evo Morales salía 7 dólares y el gas explotado en Neuquén por nuestros productores privados salía 1,7 de dólar. Esta es la estafa de Chávez, De Vido y Enarsa. Ni a los tres chiflados del cine se les ocurriría instrumentar esta “rara” operación, importar una porquería a 13 dólares y evitar la producción en el país a sólo 1,7 por el limpio gas natural para el que están adaptadas nuestras instalaciones. Otro festival de los sobreprecios al mejor estilo Skanska.
Pretendieron estos caballeros medievalistas combatir al sol con un arnés. Insisten nuestros demagogos en diferenciar el precio internacional de los combustibles con el valor de los que se producen en el país. ¿Lo hacen por ignorancia o malicia para dar curso a un sucio negociado…? ¿Pueden ignorar tan supinamente que nadie va a invertir para vender un producto final, a precio ridículo, en un mercado interno inestable e inflacionario…?
El “avivado” Evo Morales optó por incautarse de los yacimientos ajenos con el viejo cuento de las nacionalizaciones. La viveza del boliviano chocó con una cruda realidad. Su decaído y alocado estado burocrático no tiene dinero ni para las elementales operaciones de nuevas exploraciones, extracción, producción, transporte y mantenimiento operacional. Lo poco que puede disponer de gas lo comprometió con Brasil en menoscabo de los argentinos. Nadie creerá en gobiernos que incurren en tales inseguridades jurídicas con claras presunciones de corrupción.
Destino fatal
No por casualidad cuatro países mal gobernados se siguen sumergiendo en una crisis energética inconcebible. Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina tienen gas y petróleo en sus respectivos subsuelos. Los cuatro subsidian la producción y el consumo de los combustibles. Regulan los precios con la tranquilidad de los gobernantes que no saben lo que hacen. ¿O serán sucios negociados de las élites que mandan en cada Estado…? Por lo visto, en ninguno de los mencionados países se nota un clima favorable a las inversiones privadas y sí un insufrible malestar de sus habitantes mortificados por el “modelo integrador” del hambre y las ganas de comer.
Se observa en ellos una marcada tendencia a la inflación que ya entró para quedarse. La presión impositiva es insoportable, no ven otra solución a los problemas que el vicio patológico de los controles de precios, la profundización del estatismo y la corrupción de los subsidios, sobreprecios y coimas. Vocacionales por mantenerse tozudamente en el tercer mundo, revolcarse cada vez más en la infelicidad, hundir a sus pueblos en el hambre y la desnutrición ante espectáculos dantescos de pobreza y guerras entre menesterosos… Linda manera de “redistribuir la riqueza” parcelizando nuevas y explosivas villas miseria. Me hacen acordar a la siniestra “Banda de los Cuatro” y su catastrófica Revolución Cultural China. Es bueno saber cómo terminaron los famosos cuatro, incluida Jiang Qing, la viuda de Mao Tse Tung quien murió en la cárcel en 1991.
Ernesto Poblet
Anexo: El kirchnerismo y su falta de pericia a la hora de manejar la crisis energética: